2011/11/22

Brindo, dije, por mis amigos…

 

Mi vida ha estado siempre llena de amigos, de todo tipo, en todas partes… y han sido de tal calidad que, aún con el paso de los años y, tal vez por eso mismo, por el tiempo, que decanta todas las verdades, hoy en día nos encontramos y paso la vergüenza de no recordar sus nombres cuando ellos, si, si lo recuerdan; la ultima me pasó cuando fuimos hace unos días a la Estación La Montaña del Teleférico de Mérida. Al subir la cuesta de Chama al regresar, nos detuvimos en un famosísimo Restaurante que está allí, frente a las Heroínas. Pedimos unas bebidas refrescantes y, cuando le veo la cara a quien gentilmente nos atendía, mi cerebro comenzó una carrera, desaforado me devanaba los sesos tratando de ubicarlo en el tiempo y en el espacio, trataba de relacionarlo con muchas actividades sucedidas allí en ese restaurante, en la plaza, en el teleférico, en el consultorio de un amigo que esta situado en las adyacencias del sitio, en Guamanchi, en el Mercado Artesanal Antonio Rojas, en la Panadería Roma, mi mente voló hasta los tiempos de la otrora Unidad Sanitaria, en la lavandería de los Chinos, en la Pizzería a leña de la otra esquina, en el Seminario Arquidiocesano… pero no tenia respuestas…

Sin vergüenza y con la mayor desfachatez le espeté:

-Hermano: se que somos amigos desde hace muchísimo tiempo, mas entre Aloise y los años, no recuerdo tu nombre en este momento. ¿Te acuerdas tu del mío?

Para mi alivio (sinvergüencería la mía) el tampoco recordaba el mío y ahora que bien lo pienso creo que realmente nunca lo supo… pero lo que sí sabia, y recordaba, y se entretuvo en mostrarme, fue la marca y el color de mi viejo corcel, y las conversaciones que casi a diario sosteníamos a la entrada del Teleférico cuando trataba yo de abordarlo para en el  trasladarme, unas veces hasta Loma Redonda y de allí caminar hasta la base de Toro, y otras veces hasta La Aguada para caminar hacia la Laguna La Fría. En resumen cuando sus palabras comenzaron a fluir, con ellas se abrió el ventanal de los recuerdos y, gracias a sus observaciones, fuimos dando entretenimiento a quienes allí estaban presentes, mis compañeros caminantes, Tubal, Ramón y Amadeo, y los demás de las otras mesas quienes recibieron un duchazo de recuerdos de base de montaña, de días idos del Teleférico, de nombres de profesionales, obreros y administrativos; de la mitología diaria de aquella época pretérita y, por sobre todo, del abrigo de amistad que durante tanto tiempo cultivamos mi amigo y yo.

Mi amigo se dedicaba, en esa época pasada, al ramo del material fotográfico y los productos de apoyo. Fueron muchas las veces que le invité a que fuésemos a caminar y la respuesta fue invariablemente la misma. “Ya sabes, la obligación de levantar lo del día”, “ La próxima vez” y así se pasaron los años, se acabó el teleférico, llegaron la edad y sus adláteres y aquí estamos en estos tiempos esperando que maquillen el Sistema de ese otro gran amigo.

Pero tampoco esa tarde nuestros nombres se pronunciaron y tal como nos vimos, así nos despedimos… amigos innominados.

Larga vida para Aloise Alzhéimer…

Carta de SACERDOTE CATOLICO AL NEW YORK TIMES


Querido hermano y hermana  periodista:
Soy un simple sacerdote católico.  Me  siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo  en Angola como misionero.
Veo en muchos medios de información, sobre todo en  vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa,  investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así  aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en  Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes…  Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones  periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas  de preconceptos y hasta odio.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas, que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique  tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del  lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las  medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la  dignidad de los niños será siempre una prioridad  absoluta.
Pero ¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por  millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en  los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de  información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde  Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas  de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han  retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en México mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con  la distribución de alimentos y semillas. Que hayamos dado la  oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de  110.000 niños...
No es de interés que con otros sacerdotes  hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000  personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su  rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU.  No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las  noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la  calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen  de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros  sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos  que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un  refugio.
Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa  por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que  más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería,  en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados  de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en  escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobretodo, en parroquias  y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.
No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por  salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya  transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco  señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más  recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo  están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la  región… Ninguno pasa los 40 años.
No es noticia acompañar la vida  de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que  sirve.
La verdad es que no procuramos ser noticia, sino  simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido  comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que  un bosque que crece.
No pretendo hacer una apología de la  Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a  Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades  como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada  criatura…;
Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un  tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas  ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento  ofendido.
Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el  Bien y la Belleza.
Eso lo hará noble en su profesión.
En  Cristo,
P. Martín Lasarte sdb

"Mi pasado Señor, lo confío a tu Misericordia; Mi presente a tu Amor; Mi futuro a tu Providencia"


Ya  era hora de que llegara un correo como éste, que en verdad vale la  pena reenviar....esperemos que todos los católicos podamos hacer un  poco de contra-peso...no solo con reenviar este correo, sino con  nuestro ejemplo de  vida.