2012/07/11

Demencia senil

FRANCISCO GÁMEZ ARCAYA| EL UNIVERSAL

miércoles 11 de julio de 2012 04:33 PM

 

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". Esas son las primeras palabras de "Cien años de soledad", un libro que ha dejado huella profunda e imborrable en muchos de nosotros. Contaba su célebre autor, Gabriel García Márquez, que hacia el final de su proceso de escritura, lleno de vivencias silentes que surgían ordenadamente en su cabeza, no tuvo otra alternativa que acabar con la vida del coronel Aureliano Buendía. Mientras escribía las últimas escenas, ya monótonas, del viejo coronel que se pasaba los últimos días de su vida haciendo pescaditos de oro, decidió, como amo y señor de su historia, que debía acercarlo a su fin. Le costaba acabar con ese personaje que ciertamente vivía entre las letras negras del papel, pero debía hacerlo. Era de noche cuando García Márquez terminó de escribir el capítulo donde ocurría el hecho fatal del coronel y subió a su cuarto temblando. Ahí lo esperaba su mujer, Mercedes, quien al verlo a los ojos, supo de inmediato lo que había pasado: "¿ya se murió el coronel?", le preguntó Mercedes al tembloroso escritor. García Márquez, sin pronunciar palabra alguna, se acostó a su lado y lloró por dos horas.
En las últimas semanas, la prensa viene reseñando que al parecer, este grandioso escritor se nos ha ido. Paulatinamente, de forma casi surrealista, de a poco y sin despedidas, su mente ha entrado en un ocaso. Pasó de la luz más fulgurante a las tinieblas calinosas que lo adentran a un mundo sin retorno, a una realidad que solo él comprenderá. De acuerdo a lo publicado, García Márquez ha ido perdiendo la memoria, una forma elegante, tal vez, de decir que su mente está en un estado de confusa senilidad que le impide todo tipo de vida pública.
A pesar de ser una persona provista de dignidad, como cualquier otro ser humano, hasta que sus signos vitales cesen de forma natural, García Márquez se ha convertido, ha mutado. Dejó de ser el que fue. Esa mente luminosa en lo literario y a la vez oscura en el pensamiento político, esa pluma fantástica y poderosa, real y mágica, de descripciones perfectas y de prosa musical, nos ha dejado. Se esfumó. Se ha perdido en los misteriosos laberintos de la mente y hoy ya no es aquel escritor que fue. Su pensamiento se diluye y se recrea ahora en recuerdos inconexos, remotos y fantásticos. Presumo que está inmerso en realidades más próximas a aquellas florecitas amarillas que llovieron en Macondo cuando murió José Arcadio Buendía o a las cruces de aquel Miércoles de Ceniza que permanecieron de forma indeleble en las frentes de los diecisiete hijos del coronel.
El García Márquez que hoy se aleja, sin embargo, nos dejó su grandeza por escrito y para siempre. Hoy, es un vivo ejemplo de la obligación de todo hombre de dejar un legado, de gastarse la vida para cuando esta se nos apague, de la importancia de permanecer. García Márquez nos dejó sus obras para permitirnos vivir mundos mejores y para engrandecernos el espíritu. Desde este humilde espacio de opinión, mi admiración y mi homenaje a ese gigante inmortal de las letras latinoamericanas, a quien sus amigos llaman el Gabo.
@GamezArcaya

Expertos en destrucción

 

VENECONOMIA 11 de Julio2012

En la maraña del tejido castro comunista que se adelanta en Venezuela, se ha perdido el espíritu emprendedor, industrializador y progresista de hace cinco décadas reflejado, entre otros, el 9 de julio de 1962, cuando se registró la primera colada de acero de la Siderúrgica del Orinoco (SIDOR) en Ciudad Guayana.
Era un logro de los gobiernos venezolanos de las décadas de los 50 y 60, que se habían empeñado en hacer realidad el pase de un país explotador de materia prima (hierro) a un país productor y exportador de un producto con alto valor agregado como lo es el acero.
VenEconomía hace honor a grandes hombres que hicieron posible esta gran hazaña industrial, tales como Argenis Gamboa, el general Rafael Alfonzo Ravard, Enrique Tejera París y César Mendoza, entre otros. Ellos, y todo un equipo de cientos de hombres y mujeres venidos de distintas regiones del país y del exterior, visualizaban en el acero una alternativa plausible al petróleo, como fuente de progreso del país, y con éste el desarrollo de una importante región venezolana, rica en minerales y fuentes de energía.
Durante tres décadas la acería mostró avances y retrocesos, tanto en lo económico como en sus proyectos, sin lograr desarrollar todo su potencial. En 1996, se llevó a cabo la privatización de SIDOR, cuando el Fondo de Inversiones de Venezuela vendió vía licitación pública, 70% del capital a un accionista privado –el Consorcio Amazonia liderado por la empresa argentina Ternium/Techint. Adicionalmente, se les asignó 20% a los trabajadores, reservando el restante 10% para ofertarlo a todos los venezolanos a través de la bolsa.
En manos del Consorcio Amazonia, SIDOR vivió su década dorada. Las metas fueron cumplidas ampliamente, tanto con la inversión de $947 millones, incorporación de nuevas tecnologías y avances laborales se llevó a la empresa a aumentar la producción de acero a 4,3 millones de toneladas líquidas para 2007.
Trágicamente, para la acería, para los accionistas, para sus trabajadores y, sobre todo, para el país, el Gobierno de Chávez re estatizó SIDOR utilizando para ello la manida maniobra de “conflictos” sindicales. Como expertos en máquinas de destrucción, los “nuevos dueños” llevaron a SIDOR a la ruina, como han hecho con toda empresa que ha caído en las manos de la gerencia castrochavista.
La “nueva” SIDOR, adolece de los males que trae esta revolución: Objetivos políticos sobre los intereses de la Nación, destrucción de la producción, corrupción a granel, promesas incumplidas con los trabajadores y con los venezolanos. Amén que a diferencia de las otras estatizaciones y/o expropiaciones de este Gobierno, se le pagó al Consorcio Amazonia el valor por sus acciones, pero a los trabajadores tenedores de las acciones Clase B, se les dejó guindando.
Hoy SIDOR produce menos de dos millones de toneladas por año. La desinversión y la falta de gerencia calificada hacen mella en las operaciones, sus ingresos no alcanzan para cubrir sus costos y los conflictos laborales son tema del día a día.
A 50 años de la primera colada de SIDOR, el compromiso de los venezolanos debe ser retornarla a los sueños de progreso y modernidad el 7-O.

El árbol de manzanas

 

Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba al árbol hasta el tope y el le daba sombra. Amaba al árbol y el árbol amaba al niño.
Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y  nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día el muchacho regresó  y escuchó que el árbol le dijo triste: "¿Vienes a jugar conmigo?"

  El muchacho contestó "Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos".
"Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero... Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera obtendrás el dinero para tus juguetes".
El muchacho se sintió muy feliz.Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz.
Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó:
"¿Vienes a jugar conmigo?" "No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos.
¿Puedes ayudarme?"... " Lo siento,  no tengo una casa, pero... puedes cortar mis ramas y construir tu casa".
El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. "Vienes a jugar conmigo?  preguntó el árbol. El hombre contestó "Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?". El árbol contestó: "Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz". El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: "Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte ni siquiera manzanas". El hombre replicó "No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar...Porque ya estoy viejo".
El árbol con lágrimas en sus ojos le dijo, "Realmente no puedo darte nada.... la única cosa que me queda son mis raíces muertas". Y el hombre contestó: "Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar”, Estoy tan cansado después de tantos años". "Bueno, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa".
El hombre se sentó junto al árbol y este, feliz y contento, sonrió con lágrimas.
Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros.

El árbol representa a nuestros padres.

Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá...
Cuando crecemos los dejamos .....sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas...

No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices.

Puedes pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero es así como tratamos a nuestros padres...
Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en nuestro corazón y su recuerdo nos dé fuerza cuando estemos cansados...
 

Anónimo