2014/03/23

8346.- Pena ajena?

Maduro: no engañe más a la Fuerza Armada

FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL domingo 23 de marzo de 2014 12:00 AM

El desafío a Venezuela y al mundo, que significó la vergonzosa marcha del 15 de marzo de 2014, no es fácil de explicar. Obligar a los oficiales de la Fuerza Armada y a sus familiares a asistir a una manifestación política, irrespetando los artículos 328 y 330 de la Constitución Nacional, tiene que tener una razón de fondo muy importante. Es verdad, que los hechos violentos de este mes, se parecen demasiado a los acontecimientos que se desarrollaron durante el año 2002 que, en medio de las provocaciones de Hugo Chávez, nos condujeron a la desobediencia militar del 11 de abril, a la huelga petrolera y al fracaso en el referendo Revocatorio. Ahora es Nicolás Maduro. Estoy convencido, de que él es el único responsable de los hechos de violencia...

He reflexionado profundamente sobre las causas que pueden haber originado esa vergonzosa marcha. Estoy convencido que Nicolás Maduro, influido por los hermanos Castro, ha diseñado una estrategia para debilitar, aún más, la autoridad moral de la Fuerza Armada ante el pueblo venezolano. Su diseño es simple: comprometer a la institución armada con su gestión de gobierno. De esta manera, busca eliminar la posibilidad que ella pueda transformarse en una alternativa política. Nuestro pueblo siempre ha considerado que la Fuerza Armada debe intervenir en la solución de las grandes crisis históricas. Ese sentimiento surge de sus acertadas y equivocadas actuaciones durante el siglo XX. Siempre, en los momentos más críticos de nuestro devenir como país, sus actuaciones han reorientado el rumbo de Venezuela.

Esta estrategia la inició Hugo Chávez, aunque por prudencia nunca se atrevió a implementarla totalmente, como lo ha venido haciendo Nicolás Maduro en estos últimos meses. Su primera acción fue designar a oficiales activos para numerosos ministerios, buscando siempre que fueran los más conflictivos. Así ocurrió, por ejemplo, con el general Miguel Rodríguez Torres, que al designarlo ministro del Interior y Justicia, lo ha puesto a las puertas de un seguro fracaso, al ser casi imposible restablecer un ambiente de seguridad. También así ocurrió con Diosdado Cabello. No puso obstáculo en su reelección como presidente de la Asamblea Nacional, seguro como estaba que mantendría absurdamente la política conflictiva que ya había ejecutado, en el primer año de gestión en esas funciones, irrespetando el natural pluralismo que exige un parlamento.

La violencia, provocada por distintas acciones del régimen, le cayó a Nicolás Maduro como anillo al dedo. En lugar de emplear a la Guardia Nacional, sólo después de ser sobrepasadas las autoridades civiles, como lo establecen nuestras leyes militares, la empezó a utilizar como primera línea de contención. De inmediato, ocurrieron los fuertes enfrentamientos con la sociedad civil y los abusos de autoridad. Lamentablemente, el Alto Mando Militar no tuvo capacidad para enfrentar tan compleja situación, al permitir que los hechos se repitieran sin tomar ninguna acción que demostrara ante los venezolanos el rechazo de la Fuerza Armada a cualquier irrespeto de los derechos humanos. Las consecuencias no se dejaron esperar: desprestigio militar y total pérdida de autoridad moral. Para colmo, se permitió la vergonzosa marcha del 15 de marzo.

Este preocupante hecho tiene que ser valorado en su exacta dimensión. Además, se debe también considerar los permanentes señalamientos de Nicolás Maduro y de algunos jefes militares: "la Fuerza Armada Bolivariana es revolucionaria, socialista y chavista". Lamentablemente, estas dolorosas circunstancias impiden cualquier negociación política. Lo demuestran las recientes detenciones. Además, el gobierno nacional es inconstitucional al violar la propia esencia del régimen democrático establecido en los artículos 2,5, 6, 328 y 330. Los miembros de la Fuerza Armada, al no impedir activamente ese irrespeto a la Constitución Nacional, incumplen sus obligaciones militares. En definitiva, en Venezuela no existe estado de Derecho. El régimen chavista desea imponer por la fuerza su proyecto político. Nuestro pueblo tiene el derecho de luchar por su libertad. "Quien siembra vientos recoge tempestades"...
@FOchoaAntich

Da pena, y no es ajena, que los actores de las operas bufas insistan en querer aparecer como enviados divinos. Será que de nuevo escucharemos el "por ahora"? ¿Seremos testigos nuevamente de actos con libreto? Las generaciones pasan, gracias a Dios, entregan sus cachivaches y se marchan con la esperanza de que las nuevas generaciones los juzguen con "generosidad" y puedan perdonarles el caudal de fallas, de causa y efecto, acción y omisión, previstas e imprevistas, conque se nutrió la supuesta labor que se desempeñó. 
Máxime cuando se juega con la vida y el futuro de la Patria y de la Organización. 
El profesionalismo que se invocaba no daba pié, bajo ningún pretexto, a que al mismo tiempo se prohijase la debacle que queda de herencia y que no se puede pasar por alto a la hora de saltar hacia adelante en la huida. La frase que ahora escuchamos sobre "...la traición de la traición de la traición..." parece que no tiene fin. Recojo su frase final: Nuestro pueblo tiene el derecho de luchar por su libertad. "Quien siembra vientos recoge tempestades"

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