2015/02/13

263165.- Presuntos implicados

Presuntos implicados

SOLEDAD MORILLO BELLOSO | EL UNIVERSALviernes 13 de febrero de 2015 12:00 AM

Un delito gravísimo ha sido cometido. No ocurrió en un solo día. Fue un proceso. Largo. Continuado. Por cierto, sin descansos. No fue un juego que sumó cero. La contabilidad da números en rojo. Si los de antes robaban, estos perfeccionaron todas las técnicas.

Que las encuestas den cuenta que a la población no le sorprende, impresiona o importa la corrupción, no quiere decir, en modo alguno, que esa enfermedad no haya penetrado el ADN del cuerpo social. Por el contrario, quiere decir que la gente ve la corrupción como un pecado ya institucionalizado, con el cual se puede vivir. La ausencia de altos índices de rechazo a la corrupción desdice de las instituciones, de las organizaciones sociales, de los gobiernos, del Estado y, también, de los ciudadanos. El país entero sabe de la corrupción, la padece, la paga, y, ¿no le importa? Insólito, por decir lo menos.

La corrupción es un impuesto solapado pero castigador. Que pagamos todos, a partes iguales, pero que afecta de manera atroz a quienes menos tienen. Es un tributo cuya cancelación no genera un comprobante de pago. No pasa por el Seniat pero es el peor impuesto, de pesado monto y efecto sólo comparable con otro gigantesco pechaje como lo es la inflación. Es tal el peso que francamente debería ser declarable en el ejercicio fiscal. En la planilla del organismo tributario debería haber un renglón para descontar lo erogado por cada contribuyente como cuota parte de corrupción. Legalizar la corrupción para así incluirla en los cálculos presupuestarios de operación de la nación. Sincerar la situación y evitar así la doble o triple contabilidad en la que nadamos hoy.

Montañas de dólares entraron. Más de lo que dicen las cifras oficiales. Es una cantidad tan grande, tiene tantos ceros, que ella no cabe en la lógica de los ciudadanos del común. Lo que no se sabe, ni se ve por parte alguna, es a dónde diantres fueron a parar esos gigantescos montos de ingresos. No hay grandes obras públicas, ni tampoco fastuosas mansiones o palacios. Ello hace pensar que lo robado fue exportado. A saber, está depositado en frondosas cuentas en países con esa coartada conocida como el secreto bancario. O está invertido en bienes en el extranjero. Aquí, en suelo venezolano no está.

El tema está en que corren por las vías de información listas de presuntos implicados. Pero, con un sistema de justicia más sumiso que carnerito recién nacido, las posibilidades de aclarar quiénes se llevaron hasta los huesos de los pollos son, por decir poco, muy lejanas. Así, los presuntos implicados en la más pantagruélica corrupción de toda nuestra historia, pasan agachados en este juego mafioso y se sientan a comer y beber, sin angustia alguna de ser obligados a comparecer por ante la justicia. Saquearon las arcas y no dejaron obra. Nunca como ahora aplica aquella famosa frase de "¿dónde están los reales?".

soledadmorillobelloso@gmail.com

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