2015/05/22

263271.-El barco que viene del Oriente

La celda de Sócrates

MARIANO NAVA CONTRERAS |  EL UNIVERSAL

viernes 22 de mayo de 2015 12:00 AM
Justo frente a la Acrópolis, cuando uno comienza a subir la Colina de Filopappus que otros llaman "Colina de las Musas", a pocos pasos hay un pequeño sendero a mano izquierda. Un poco más adelante, algo tapada por el follaje, hay una gruta con tres entradas enrejadas que se abren en la roca. El anuncio nos explica de inmediato: se trata de la celda de Sócrates. La cueva, en realidad tres habitaciones excavadas en la roca viva, ya había sido usada mucho antes, al parecer, como baño público. Sin embargo, numerosos relatos y mapas de viajeros del siglo XIX la identifican con la prisión donde Sócrates aguardó el momento su muerte. Debió ser, pues, el escenario de los dramáticos sucesos narrados por Platón en el Fedón y el Critón. Aquí pasó Sócrates treinta días a la espera de que volviera "La Salaminia", el trirreme sagrado que enviaba Atenas a las fiestas de Delos. La religión prohibía que alguien fuera ejecutado mientras La Salaminia no estuviera amarrada a puerto, así que Sócrates pasó allí días enteros con sus amigos mientras llegaba la trágica hora de beber la cicuta.

Si hay algo que siempre han sabido hacer muy bien los historiadores y los filólogos es no ponerse de acuerdo. Más allá de las acusaciones formales, muchos piensan que Sócrates fue condenado por ser una figura incómoda para la ciudad. La imagen del filósofo que va por las calles interpelando y desautorizando a los hombres más prominentes del Estado, demostrando que la ciudad está gobernada por una caterva de mediocres, tiene que ser una impostura política imperdonable, digna de la mayor condena. Sin embargo, actuales investigaciones han arrojado nuevas luces sobre el tema, enfocándose en la relación entre Sócrates y Critias. Tío carnal de Platón y muy allegado al círculo de Sócrates, Critias fue uno de los escritores más prolíficos de su tiempo, aunque su nombre pasó a la historia por haber sido uno de los Treinta Tiranos que gobernaron de forma despótica y genocida la ciudad en el año 404 a.C. En el diálogo que Platón dedica a su tío vemos a un Critias muchas veces en desacuerdo con Sócrates, pero unido al maestro por una vieja amistad. Otros dicen que Critias llegó a encargar a Sócrates ciertas misiones políticas. En todo caso, su círculo estaba compuesto de jóvenes dilectos de familias oligárquicas, como Platón. Así, parece que Sócrates habría hecho un poco más que hablar mal de la democracia ateniense.

Paradójicamente, la primera democracia tuvo también el primer preso político. Jenofonte nos cuenta que en el año 403 espartanos y tebanos presionaron por una reconciliación entre demócratas y oligarcas en Atenas, lo que significó el fin del gobierno de los Treinta. Se decretó una amnistía que facilitó la devolución de los bienes confiscados y se prohibió toda represalia. Atenas entraba en un período de regeneración democrática. Sin embargo no hay ley que pueda contra el rencor, y los guiones del poder no son originales. Sócrates no fue enjuiciado por traición o conspiración, sino por otras acusaciones que le fueron imputadas: en el año 399 a.C. tres ciudadanos, Anito, Meleto y Licón, presentan contra él cargos por impiedad y corrupción de jóvenes. Platón y Jenofonte nos cuentan los detalles del juicio, aunque de forma nada imparcial. Un Sócrates setentón asume su propia defensa, rechaza ante el jurado la acusación de corrupción e impiedad (que no estaba contemplada en las leyes atenienses), y con arrogancia y grandilocuencia explica que su misión como filósofo le fue encomendada por el mismo Apolo. Los jueces, sin embargo, reaccionan de manera benevolente. La votación es cerrada y deciden dar a Sócrates una segunda oportunidad. De acuerdo con la ley, puede escoger entre dos condenas alternativas: pagar una indemnización o marchar al exilio. Entonces el maestro responde con ironía que más bien la ciudad debería premiarlo con una pensión. Aquello es demasiado. Ahora sí, el jurado lo condena a muerte. Pudo salvarse y cambiar su pena por otra. Incluso pudo huir, pues sus discípulos ya habían comprado a los guardias. En cambio acató su condena y sereno aguardó la cicuta.

La cárcel y ejecución de Sócrates tuvieron las mayores consecuencias para la historia del pensamiento político. El joven y aristócrata Platón, que contaba 28 años, quedó tan impresionado que no pudo confiar nunca más en la democracia. Sus escritos políticos reflejan sin duda el resentimiento y la desconfianza. Más tarde, en 323 moría Alejandro y el clima ateniense se volvía hostil a los macedonios. Entonces Aristóteles decide huir de la ciudad para que los atenienses "no atenten dos veces contra la filosofía", pensando en la muerte de su abuelo intelectual. Un año después moría él también fuera de Atenas, mientras el mito de Sócrates como imagen del pensador íntegro, dispuesto a morir por sus principios, siguió creciendo sin parar hasta nuestros días. Hoy, nunca falta un ramito de flores frescas en su celda.

@MarianoNava

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