2007/12/04

UN MANTO "DEMOCRÁTICO". escrito en el 2007

Desde mi época de adolescente he venido sosteniendo una tesis con respecto a las elecciones que los políticos, finalmente y porque no les queda otro remedio, nos ponen frente a los ojos de cuando en cuando y, a veces, muy a su pesar.

Siempre he sostenido que las elecciones son imperfectas en si mismas debido al hecho de carecer de las debidas respuestas lógicas, o de respuestas democráticas, o de abarcar el real espacio de las posibilidades razonablemente lógicas, o de ser un medio de propaganda más que un medio de consulta.

En el primero de los casos, "carecer de las debidas respuestas lógicas". Siempre se nos exige que seleccionemos entre "n" candidatos. Se espera que nuestra respuesta sea: Candidato A, B, C, o el que queremos poner... muy bien, pero ¿y si no me parece correcto alguno de ellos? y ¿si me parecen incorrectos la totalidad de ellos? ¿Acaso se está pidiendo que escoja al que me parezca menos malo? ¿Se me está indicando que es una elección entre perdedores?. Y que ocurre cuando tenemos el muy famoso "voto lista", aparecen nominados por una fabrica de funcionarios, es decir que alguien, que debe ser parte de la oligarquía del momento, los escogió y por tal motivo aparecen con la venia de la facción política que los lleva. Es decir que si queremos votar por nuestro hermano, debemos votar por toda la lista. ¿Como votar por él sin tener que hacerles el juego a los demás?

En el segundo caso: " Carecer de respuestas democráticas"; lo que nos ha sucedido, con el beneplácito de todos los "sabios electorales" del país, es que con demasiada frecuencia se nos encasilla entre respuestas que solo están favoreciendo a determinados intereses, sin importar que quien decide es el votante y no quien se ha abrogado el papel de nuevo Dios. La experiencia Venezolana en este último sainete nos dice que fue imposible un voto racional distinto a : "Salgamos de estos fulanos de una buena vez" y para eso, con los ojos cerrados y sin leer, decir que NO. Ganó el NO, pero ¿Quien triunfó? ¿La Democracia? Es como decir que tuvimos que matar, para no matar al que teníamos que matar. O sea que teníamos que permitir un acto de totalitarismo para conseguir que, a la larga, con el favor de Dios, la suerte nos favoreciera y los borregos, siguiéndonos, votaran como les decíamos, y así lograr una victoria, instantánea, buena para el fin puntual, pero a la larga negativa al fin que perseguíamos, no otro que impedir que se repitiese la dosis de totalitarismo.

El tercer caso: "abarcar el real espacio de las posibilidades razonablemente lógicas". Como todas las cosas humanas las elecciones tienen espacio, tiempo, causas y efectos. Generalmente no se cuestiona la ley electoral. Muchos asumen que quienes, en su momento, trabajaron en ella, lo hicieron en forma por demás proba, con alto espíritu nacionalista, con un sentido democrático que se perdía en el horizonte; que esas personas, dignas de toda admiración, poseedoras de conocimientos sin limites sobre tales asuntos, consultaron todas las fuentes del saber humano aplicables al caso, discutieron con todos aquellos políticos, profesores, hombres de a pié, integrantes de cuantos partidos políticos existían en la vida nacional al momento del estudio y que, finalmente, al momento de sentarse a escribir la Ley y sus reglamentos, lo hicieron en plena capacidad mental, con pleno conocimiento de las circunstancias y sin ningún tipo de presión por parte de nada o de nadie. Es decir, que, conformaban un grupo multi diciplinario, multi ideológico, multi religioso, multi hetario, excelentemente bien preparado, no presionado por el tiempo o las circunstancias y que, por tal motivo, produjeron una Ley Electoral, perfecta e inmejorable. No cabe la menor duda en que una Ley de esta condición es imposible trasgredir o avasallar. Pero, desafortunadamente ese no es el caso que nos toca vivir. Hemos visto en los últimos 60 años que la Ley Electoral, en la versión que se quiera manejar, ha sido violada en incontables ocasiones por ciudadanos investidos o no de autoridad, ha sido despreciada por los funcionarios públicos encargados de velar por el cumplimiento de las Leyes, y envilecida por los "representantes del Pueblo", aquellos que han de ser, básicamente, los encargados de producirla.
¿Que mejor prueba de buena voluntad política podríamos pedirles a nuestros "inmejorables" legisladores que adecentar la actual Ley que nos ha demostrado con creces que es un adefesio legal que "cualquiera" con un mínimo de mala intención puede violentar en la forma más abyecta para sacar sus ventajas? Pero claro, esto es mucho pedirles a quienes, "por ahora", solo se conforman con vivir de la maravillosa limosna que se han asignado como pago por mantener el coro de letanías loando al "proyecto". Nadie en su sano juicio podría esperar que estos ciudadanos se preocupen por darle legitimidad a sus propios cargos obtenidos en unos comicios donde la abstención llegó al 73 % y solo obtuvieron el 80% de esos votos, o sea el 18.4% de los votos posibles. Su cerebro nunca aceptará que solo representan al 18.4% del padrón electoral. La mayoría entonces, base de la democracia, no está representada en la Cámara legislativa del país.
Podríamos pasar la vida escuchando justificaciones sobre el porqué, y adormecernos con las canciones de cuna que indican que somos tibios políticamente. Pero nadie, hasta ahora, se permite pensar en la negativa de la clase política en lo concerniente a la aceptación de la idea de tener la obligacion de motivar a la mayoría a que asista al acto electoral. conformandose con "vender" el supuesto producto. Siempre he creído que para que sea valido el hecho electoral debe existir una mayoría votante que exprese su parecer. Y el que se abstiene está hablando de su parecer. Aunque no les guste a los políticos, es una realidad. Es un hecho.
La abstención es, a los políticos, como el raspado es a los estudiantes. La certificación plausible del hecho de no haber rendido lo suficiente durante el período analizado. Justifiquese como se quiera esta situación: para seguir enchufados, para ganar la buena pro del jefe, para seguir en la oligarquía del momento, para cualquier fin asalariado... la realidad se impone. No se han presentado las alternativas en la forma adecuada. Se ha fallado en el trayecto político. Y entonces... quienes tienen la culpa son TODOS los que disfrutan su condición de oligarcas momentáneos, incapaces por su bozal, amarrados al poste, inseguros de su futuro. Y el "mea culpa" ha de ser general, desde el zenit hasta las orillas.
Un "Manto de Democracia" nos está faltando, como país. Ya las letanías nos lo están indicando. Los alquilados expertos en imagen personal, corporativa, internacional, han diseñado estas coletillas que repite cacofónicamente la oligarquía del momento. ¿Que va primero y que va después?, ¿El hombre?, ¿la Patria?, ¿la ideología? ¿la libertad?
Pero, el habito no hace al monje... y la historia nos ha demostrado, ha rabiar, que "qvod Natvra non dat Salmantica non praestat". Poco podemos esperar de quienes jamas se han distinguido por su trabajo productivo. Mucho ha sido el esfuerzo para desvirtuar las bondades de la MERITOCRACIA.