Venezuela y el Mercosur,
un amor no correspondido
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en una reunión en Brasilia, en julio de 2012CreditUeslei
Marcelino/Reuters
No ha sido una semana fácil para la diplomacia venezolana.
Aunque el país es la sede de
la Cumbre de los Países No Alineados, y el presidente Nicolás Maduro
asumirá el liderazgo del grupo (que en realidad ha perdido relevancia
desde el fin de la Guerra Fría), la reunión se desarrolla en medio de protestas
por la crisis política y económica que atraviesa el país.
Pero esta semana el gobierno
venezolano sumó un revés en el escenario internacional más serio: no
presidirá el Mercosur.
El martes los cancilleres del
organismo decidieron prorrogar, hasta el 1 de diciembre, el tiempo que se le
otorgó a Venezuela para ajustar sus leyes y reglamentos a las normativas del
bloque regional.
La decisión se da en un contexto
de enfrentamientos entre Luis Almagro, el secretario general de la Organización
de los Estados Americanos (OEA), y el presidente Maduro, que desencadenaron la
invocación de la Carta Democrática por la “alteración del orden
constitucional” en Venezuela.
Entre las exigencias de los
países del Mercosur resalta la implementación del Protocolo de Promoción y
Protección de Derechos Humanos, sobre todo luego de las reiteradas denuncias de
organizaciones como el Foro Penal Venezolano que establece la cifra de presos políticos en 95.
Además está el informe elaborado por Amnistía Internacional
que resalta el caso del dirigente opositor, Leopoldo López, quien fue
sentenciado a una pena de 13 años y nueve meses de prisión, a pesar de que
“no existían pruebas fehacientes que respaldaran las acusaciones y las
declaraciones públicas realizadas por las autoridades antes de su condena”,
dice el documento.
Venezuela ha tratado por mucho
tiempo de presidir el Mercosur, un bloque que busca abrirse a nuevos mercados y
establecer negociaciones con el resto del mundo. Pero el gobierno de Maduro se
aísla cada vez más del espectro geopolítico regional por la honda crisis del
país.
Una silla vacía es la imagen
recurrente cuando se habla de la presidencia pro tempore de Venezuela en el
Mercosur. El 13 de septiembre la cancillería brasileña publicó un comunicado en el que los cancilleres de los
miembros fundadores del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) le
niegan al gobierno venezolano el derecho a presidir el organismo regional por
el “incumplimiento de los compromisos adquiridos en el Protocolo de Adhesión al Mercosur”.
La decisión llega en un momento álgido
para el gobierno venezolano, que enfrenta la posibilidad de un referendo
revocatorio con el fin de remover a Maduro y convocar a nuevas elecciones
presidenciales.
En agosto pasado, la cancillería
venezolana emitió un comunicado en el que aseguraba que Venezuela “no
solo ha incorporado gran parte del compendio normativo del Mercosur a su fuero
interno”, sino que incluso había superado a la mayoría de los otros miembros
del organismo.
Emilio Nouel, experto venezolano en relaciones
internacionales, opina lo contrario: “Por ignorancia, desconocimiento e
incompetencia no discutieron más de 800 reglas y protocolos. Ahora el gobierno
de Maduro tendrá que reconocer la Asamblea Nacional y pedirle que haga ese
trabajo, pero dudo que eso sea viable en tan poco tiempo”.
Delcy Rodríguez, la canciller de
Venezuela, condenó categóricamente la reciente decisión de sus homólogos
diplomáticos a través de su cuenta de Twitter: “Esta declaración de la Triple
Alianza del gobierno de Argentina, Paraguay y de facto de Brasil, vulnera la
legalidad de la organización”. También comentó que las decisiones del bloque
regional deben tomarse por consenso, y agregó: “Pretender destruir Mercosur
mediante artimañas antijurídicas es reflejo de la intolerancia política y
desesperación de burócratas”.
Según los estatutos internos del
Mercosur, la presidencia debe rotar cada seis meses en orden alfabético. Pero
el vacío de poder en el grupo regional se inició el 24 de julio, cuando la
mayoría de los países miembro bloquearon la asunción de la presidencia por
parte de Venezuela, a pesar de que Uruguay —que entonces tenía la presidencia—
emitiera un comunicado afirmando que no existían argumentos
jurídicos que impidieran el traspaso de la Presidencia Pro Tempore a Venezuela. El 3 de agosto, Maduro afirmó que
su gobierno era perseguido por los “torturadores de Suramérica” y agregó:
“Somos presidentes del Mercosur y lo vamos a ejercer plenamente”.
Pese a esa proclamación pública, los
gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay no reconocieron la posición del
mandatario venezolano. En el caso paraguayo, las relaciones entre ambos países
están congeladas y el embajador Enrique Jara no ha regresado a Caracas.
Las cuentas no
cuadran
En diciembre de 2015, la canciller
Rodríguez afirmó que
“más allá de las deficiencias y de los errores” la balanza comercial de
Venezuela con el Mercosur había superado los 32 mil millones de dólares en los
cinco años anteriores. Sin embargo, investigadores como Isaac Guillén han admitido públicamente que la balanza comercial es negativa
con el Mercosur: “Importamos muchísimo más de lo que exportamos. Aunque se
aumenta el PIB del bloque, el de Venezuela está cayendo estrepitosamente”.
Antes de entrar al Mercosur, Venezuela
se desprendió de la Comunidad
Andina de Naciones en
2006, organismo al que pertenecía desde 1973.
Para economistas como Asdrúbal
Oliveros esa decisión fue “un suicidio comercial” porque era el mercado natural
del país al estar integrado por naciones como Colombia, Ecuador, Perú y
Bolivia: “Como país no obtuvimos un beneficio económico importante del
Mercosur, solo algunos grandes negocios entre empresas privadas que se
beneficiaron de esa alianza. Y países como Brasil, Argentina y Uruguay
aprovecharon el auge importador venezolano para dinamizar sus economías”.
Para el investigador de la Universidad
de los Andes (ULA) Alejandro Gutiérrez, la situación económica de Venezuela se
sintetiza fácilmente: “Simplemente no tenemos los dólares suficientes para
importar como antes. Además nos convertimos en un socio que no paga las cuentas
a tiempo y solo ofrece petróleo a cambio. En 2008 le pagamos 5800 millones de
dólares a Brasil, por solo poner un ejemplo que demuestra que siempre fuimos
grandes compradores pero no grandes exportadores de productos distintos al
crudo”.
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Cuando a mediados de la década del
2000 el presidente Hugo Chávez inició el proceso de acercamiento al Mercosur,
el bloque estaba dominado por gobernantes progresistas como Néstor y Cristina
Kirchner en Argentina, Lula y Dilma Rousseff en Brasil y José Mujica en
Uruguay. Después del reciente ascenso de Mauricio Macri en Argentina, el de
Michel Temer en Brasil —luego de que Rousseff fuese removida del cargo por un
polémico juicio político— y los roces diplomáticos con Paraguay, la
posición venezolana es débil en el organismo, que inicia un viraje hacia la
derecha.
“Muchos países del continente se
preguntan cómo un gobierno que no puede controlar la crisis económica y
política de su nación pretende presidir al Mercosur”, explica el exdiplomático
venezolano Leandro Area. “Ese órgano era visto como un trampolín para el
socialismo pero ahora son otros tiempos históricos. Si nos suspenden
quedaríamos más aislados internacionalmente y seguiríamos el ejemplo de Cuba
que el chavismo siempre ha imitado”.
No es la primera vez que un país del
bloque suramericano experimenta un proceso se suspensión. Eso ya sucedió en
junio de 2012 cuando se suspendió a Paraguay debido al juicio político que
destituyó a Fernando Lugo, momento político en que se aprobó el ingreso de
Venezuela como miembro pleno.
Emilio Nouel lleva más de tres décadas
analizando los procesos internacionales de Venezuela y admite sentirse
asombrado ante la vehemencia con que el gobierno de Maduro pelea por seguir en
el organismo hoy en día.
Explica que es un
sinsentido, un enigma que se parece mucho a un capricho: “El gobierno de
Venezuela es enemigo de las políticas de libre mercado que están consagradas en
el Mercosur, se excluyó de las negociaciones con la Unión Europea porque no las
apoya, tampoco ha suscrito los acuerdos de comercio con Israel e India, ni
siquiera ha completado el protocolo de adhesión y está a punto de ser
suspendido. Lo que me queda claro es que no le interesa estar allí, pero siguen
peleando”.