La verdad oficial y el 12F
JUAN MARTIN ECHEVERRÍA | EL UNIVERSAL domingo 23 de febrero de 2014 12:00 AM
El deber de los medios de comunicación social es informar a la gente, en cambio la política tiene una lógica de poder donde lo que se impone es la verdad oficial, ocultándose en alguna forma los múltiples agujeros negros producto del desgaste de 15 años de gobierno; sin embargo, al reunir fragmentos fundamentales de la verdad, es posible reconstruir el rompecabezas y saber a qué atenerse. Eso ha ocurrido gracias al excelente trabajo de la Unidad de Investigación de Últimas Noticias, a los múltiples testigos y a las contradicciones de los voceros del régimen: primero, al afirmar que con la misma arma fue asesinado en La Candelaria el estudiante y el coordinador de los colectivos, luego al sostener que la policía política no podía estar en la calle armada y uniformada, porque debía estar acuartelada.
Se trata de un organismo de inteligencia cuya competencia es la seguridad, por eso tanta suspicacia ante las reiteradas declaraciones de los más encumbrados funcionarios, al decirle a Venezuela y al mundo que la violencia era provocada por los estudiantes; pero las fotografías y los videos, inteligentemente analizados, comprueban cómo se hizo uso de armas de fuego, a pesar de que la Constitución autoriza de manera expresa las marchas y el sentido común obliga a que la vigilancia y protección de la manifestación debe hacerse sin violencia. Queda entonces la evidencia de un discurso que arremete contra la oposición, y unos hechos que condenan al Gobierno, al extremo de verse obligado a sustituir al Director del Sebin, exculpando en la práctica a todos los que han sido criminalizados por una justicia parcializada.
La democracia no puede funcionar sólo cuando le interesa a los factores de poder, porque entonces no es democracia, en especial cuando se ejerce la función pública con una visión de pensamiento único, negándose al pluralismo y no permitiendo ningún disentimiento, lo que ha llevado a la cárcel a quienes son testigos incómodos de los acontecimientos. Hemos pasado de un país que tenía sentido, a otro en el que no hacemos sino interrogarnos por tantos desafueros y por la persecución contra los periodistas, que son el contrapoder para que se descubra y denuncie la corrupción, el enriquecimiento desmedido y el hostigamiento al adversario por la cultura del enemigo.
Es inadmisible que a través de una publicidad masiva y permanente se quiera esconder la realidad, convirtiendo a la radio, prensa y televisión en un objetivo del régimen, a pesar de que lo fundamental es aceptar al otro, para que todo sea discutido y se llegue a la verdad, sin tantos subterfugios y amenazas: de acuerdo a los medios de comunicación, se reúnen las bandas armadas del 23 de Enero con emisarios del gobierno, y las autoridades le piden a los colectivos que no intervengan, ya que las marchas pueden ser controladas por las autoridades policiales. Con su actuación el alto gobierno está reconociendo la existencia de grupos, con armas de guerra que no obedecen a nadie, sino a la violencia, manteniendo una relación pública y abierta con quienes se encuentran fuera de la Ley. La Nación, como conjunto, merece paz y respeto.