2011/07/18

Vino Tinto

1.- Ayer noche ganó la Vinotinto, el país tuvo una alegría como en mucho tiempo no había tenido, esos muchachos dieron la cara por la Patria que no se vende.

Ayer en el día, las condiciones atmosféricas en Mérida fueron maravillosas, los cielos azules presagiaban cosas buenas, diferentes a los de malas noticias diarias a que nos hemos  acostumbrado durante los últimos años. Ayer fue un día para NOSOTROS LOS VENEZOLANOS, de verdad, sin tramoyas ni libretos, sin componendas… ayer se nos salió la clase… la clase, la maravilla que llevamos dentro como humanos que creemos en la vida, en la amistad, en la decencia, en el “JUEGO LIMPIO”. Ayer acatamos las reglas del juego al que todos jugamos, sin pretendernos mejores que los demás, sin subestimar a los oponentes, sin desacatar al réferi, sin tratar de dañar al oponente cuando nos sentimos superados. Ayer fuimos, por unos instantes, GENTE… y cómo nos gustó…redescubrimos la humanidad realista en nosotros y, por un momento, nos sentimos maravillosamente como país.

No faltará quien salga manifestando que el equipo “..es lo que es por el apoyo que le ha “brindado” el régimen de turno”… no faltará quien les quiera quitar el brillo que le han dado a la patria para tratar de aprovecharse de su esfuerzo y gallardía… no faltará quien les quiera comprar, y así lo intente, para que sirvan de muleta a la política…

El equipo le ha dado una demostración palmaria a la sociedad venezolana demostrando que el arrojo, el valor, el sentido de equipo, la dignidad, son ingredientes necesarios e imprescindibles para toda empresa digna y que sus integrantes, a quienes les exigimos sean los mejores en cada una de sus especialidades, deben estar en la disposición de ejecutar, en cualquier situación, las mejores acciones en pro del esfuerzo común.

Felicitaciones a ese aguerrido grupo que ha sacado la cara por nosotros en momentos en que pasamos por esta tan mala racha.

Dios los bendiga y nos conceda muchas tardes como la de ayer.

2.- Y ya pasó el ayer y estamos en en el pasado mañana con otro ayer que, aunque perdimos por penaltis, ratifica lo dicho, !hoy somos mejores ciudadanos que ayer!.

3.- Y pasó el hoy y perdimos por goleada… la próxima vez ganaremos, quizás por la mínima, pero LUCHAREMOS, como debe ser.

Somos ciudadanos de una Patria que no se deja comprar ni se deja vender.                   

“!!SOMOS VINOTINTO!!”  !!ARRIBA VINOTINTO!!

La Universidad Siempre

Don Eloy en la Academia, a cien años de su nacimiento. II/II1911-2011

Carlos Guillermo Cárdenas D.

Durante la gestión rectoral del doctor Eloy Dávila Celis (marzo 1949-agosto 1951), se creó el Instituto de Investigaciones Médicas, adscrito a la Facultad de Medicina, instituto que se convertiría en pionero de la investigación de la Facultad y de la Universidad. El primer artículo de investigación publicado en una revista científica de la calidad de The American Journal of Physiology, totalmente efectuado en nuestra universidad, apareció bajo su rectorado, en enero de 1950. Su autor, el profesor Rosendo Carrasco-Formiguera, español y discípulo del doctor Augusto Pi-Suñer, vino a Mérida en la década cuarenta, desempeñándose como investigador en la Cátedra de Fisiología.

En los dos años y medio que estuvo al frente del rectorado de la Universidad de Los Andes, se desarrolló la Escuela de Ingeniería Forestal creada en el año de 1948, la primera en la América Latina y la única de Venezuela; se adquirió el terreno del Stadium Municipal por un periodo de cinco años para fomentar el deporte universitario; se adquirió el terreno de La Corcovad en el Páramo Santo Domingo, para la Escuela de Ingeniería Forestal, destinados a la conservación de los recursos naturales; con recursos propios de la Universidad se construyeron los locales de la Facultad de Ingeniería Civil; se creó la Biblioteca de la Facultad de Derecho; se contrataron profesores extranjeros; se creó la Dirección de Deportes; se fundó el Instituto de Anatomía Patológica; se creó la Escuela Politécnica de Laboratoristas que más tarde se transformó en Escuela de Bioanálisis; se creó el Orfeón y el Teatro universitario dirigidos por el profesor Luís Arconada; se aprobó el 29 de marzo como día de la Universidad y, se decretó la creación del Parque Sierra Nevada en territorios de los Estados Mérida y Barinas.

Si como universitario ejerció el rectorado con sentido de grandeza y dignidad, como médico lo fue igual. Desde los inicios del viejo Hospital Los Andes el doctor Eloy Dávila Celis ejerció la medicina interna. Sus vínculos con el Hospital Los Andes, construido entre 1930 y 1935, fueron tan estrechos que una fotografía de don Eloy reposó, durante años, en el salón principal de la dirección del viejo instituto hospital.

El doctor José Humberto Ocaríz, el discípulo más antiguo del doctor Dávila, afirma “fue un médico de amplios conocimientos y manos hábiles, con magnífico juicio para valorar los datos del interrogatorio y el examen físico, destacando lo fundamental para una buena orientación diagnóstica y terapéutica”.

“La gloria está en ser bueno y útil”, Simón Bolívar. Don Eloy lo fue en grado eximio. Su extenso currículum de servicios prestados a Mérida y al país fue testimonio de la entrega y dedicación, que ejerció, con responsabilidad.

Sus enseñanzas clínicas fueron ponderadas, sabias y juiciosas disertaciones, dignas del más exponente clínico de la época. Nos enseñó la grandeza de la medicina, lo trascendental del humanismo y lo relevante de la academia. Ejerció la medicina con esmero, con generosidad y, por qué no afirmarlo, con misericordia. Un profesor que hizo de la cátedra universitaria, enseñanza de muchas generaciones médicas regadas en la geografía nacional.

“Mérida, la ciudad más mediterránea de estos lados del trópico caribeño, la más refinada y tal vez la más autárquica” evocando al trujillano Miguel Ángel Burelli Rivas; que creo hace más de dos siglos su propia universidad y sus propios colegios; que se dio la primera constitución de la Provincia de Venezuela; que tuvo tempranamente una arquidiócesis y un seminario tridentino; que le construyó al general Simón Bolívar la primera estatua como Libertador, y así lo proclamó en su paso por la ciudad en aquellos años de mil ochocientos trece; la que con sus cuatro ríos cantarinos -como no tiene otra ciudad del mundo- aprendió los versos de Garcilazo; esa Mérida, que sigue siendo una ciudad con una universidad por dentro, tuvo en don Eloy Dávila Celis, su más conspicuo merideño. (SIC)

Dos merideños presentes en nuestro acervo: Don Eloy y Carlos Guillermo, orgullos de Mérida… Como se observa en estas líneas y en el primer capitulo de este homenaje, visión amplia de humanidad sin vestigios de componenda política alguna… como verdaderos merideños, como ciudadanos de un país donde no existía la bajeza sino en las mentes enfermas por la codicia, la envidia y la mediocridad. gracias a Carlos y a la Academia por este homenaje que, a nombre de todos los Andigenas de corazón se hace en el centenario del nacimiento de Don Eloy Dávila Celis.

Honor a quien Honor merece…