En estos días en que todo lo que signifique planificación y control de ejecución se oye casi como desestabilizador de organizaciones, vale la pena insistir en que solo ellas como herramientas gerenciales nos permiten colocar un rumbo, mantenerlo y, recibir la información sobre cuando cambiar de rumbo con toques de timón para mantener el trayecto deseado final.
Lo normal es pensar en planes de contingencia porque, claro, no hay nada que sea perfecto, ni los humanos ni sus obras… hay quienes piensan que la actual humanidad no es mas que un producto que salió defectuoso y esta recibiendo correcciones y… siendo obra de Dios, El nos muestra, en su maravillosa humildad que todo puede mejorarse y corregirse.
A veces nos empeñamos, con extraordinaria disciplina y tozudez, en mantener rumbos a todas vistas equivocados, ocultándonos en principios superiores (¿?), mas allá de la comprensión de los no iniciados, pensando ingenuamente que algún golpe de suerte desviará nuestro rumbo y, maravillosamente, nos llevará a puerto con gran beneplácito.
Con demasiada frecuencia pensamos en que si le vemos los problemas al plan, alborotaremos el avispero y se nos puede convertir en realidad lo malo que le vemos. Nos centramos en tratar de ver lo bueno que nos están pintando y aceptamos que si nos detenemos a pensar en otras alternativas se nos acaba el tiempo.
Hemos llegado a los colmos de no aceptar posiciones contrarias a la idea que “alguien” propuso, porque ese “alguien” no esta presente y no se le puede ofender con tan pedestres explicaciones.
Pero es un hecho innegable que se requiere de un Plan B, y de un C, y de un D y de todas las letras que sean necesarias.
Todo Plan requiere un muy detallado estudio de las situaciones probables y posibles, requiere que se analicen a la luz del conocimiento que se tiene de la situación actual y de la que se prevé acontezca a la par del Plan y para esto, no hay sabios.
La maravilla de esa organización llamada CORDIPLAN, Dios la tenga en su Gloria, era que cuando se respetaba políticamente el trabajo de los técnicos, las cosas ocurrían sobre rieles, los medios económicos fluían, no había choque de jefazos, no se pisaban los talones…
Pero a la gente no le gusta esa coordinación entre distintos sectores porque pone a la vista, meridianamente, las incapacidades de funcionarios, jefes, contratistas, comisionistas, trianguladores y demás elementos del cotidiano menudeo.
Esa evolución que conseguimos en nuestra industria hace años, se estrelló con la política y el resultado es el que se describe en el mal chiste del Infierno Venezolano: cuando hay esto, no hay aquello, y cuando hay de eso, no hay de lo otro, y cuando finalmente hay de todo, o los planos no sirven, o no se requiere, o no hay responsable.
Hemos de ser un país industrioso, orientado a producir lo que consumimos y a presentarle a nuestros socios internacionales el excedente de todos nuestros productos.!! Es un objetivo de Estado!! o mejor dicho, DEBE SER UN OBJETIVO DE ESTADO!!! Pero, esos planes no existen y de existir están tan escondidos que nadie sabe cuales son.
Mucho se ha hablado sobre la necesidad de que todo el mundo sea político y viva dentro de la política, pero nos olvidamos que ALGUIEN, con mayúscula, tiene que producir lo que consumimos y con eso no podemos jugar. Nos comportamos como el hijo del adinerado que malbarata la herencia por no trabajar, siguiendo la vieja frase de que “Lo que el padre ahorra, el hijo lo malogra”. Queremos un país donde todos produzcamos, donde el producir sea objeto de halagos, premios, consideración y donde el no producir, el ser una rémora, sea objeto de escarnio publico.
¿Que tenemos que hacer en línea de ya y ahora? Tenemos que crear puestos de trabajo, crear las condiciones para que se escoja por méritos a cada trabajador en cada sitio y para todas las cosas.
Hemos de vender la idea de la calidad, Calidad en todas las cosas, En todas las áreas, En todos los niveles, Para todo. Con todos.
Establecer la competitividad como 0bjetivo nacional
Que es competitividad?
La competitividad es la capacidad que tiene una empresa o país de obtener rentabilidad en el mercado en relación a sus competidores. La competitividad depende de la relación entre el valor y la cantidad del producto ofrecido y los insumos necesarios para obtenerlo (productividad), y la productividad de los otros oferentes del mercado. El concepto de competitividad se puede aplicar tanto a una empresa como a un país.
Por ejemplo, una empresa será muy competitiva si es capaz de obtener una rentabilidad elevada debido a que utiliza técnicas de producción mas eficientes que las de sus competidores, que le permiten obtener ya sea mas cantidad y/o calidad de productos o servicios, o tener costos de producción menores por unidad de producto.
Si nos quedamos pensando solo en la cosa política, reverdeceremos como lobos solitarios en un mundo extraño, a los que hay que alimentar con y por dinero y cuando este, finalmente se acabe, se nos dejará morir de inanición pues ya no seremos útiles a nadie, ni política ni económicamente.
Mantener las condiciones de competitividad obliga a subir los niveles en todas las áreas de la sociedad y de la Nación. Al hacerlo se aumenta la cacareada felicidad. Si no hay competitividad de nada vale la política… hasta ella se basa en la competitividad.