Aporrea publica carta abierta a Aristóbulo Istúriz
La persona que escribió la carta, que prefirió mantenerse en el anonimato, aseguró que la carta es una respuesta a una coyuntura que trata de compartir con el vicepresidente
El portal web Aporrea publicó la tarde de este miércoles una carta abierta al vicepresidente de la República, Aristóbulo Istúriz.
Alguien, según por lo que se lee muy cercano al vicepresidente, uso la carta para asegurar que el denominado "chavismo" tiene un sentido sin rumbo en la actualidad.
Carta completa:
La democracia se ejerce entre ciudadanos igualmente informados (Carta abierta a Aristóbulo Istúriz)
Vicepresidente de la República Bolivariana de Venezuela
Querido Aristóbulo,
¿Te acuerdas? El título de mi carta es una de las máximas que más repetías en los tiempos en que intentábamos gobernar a Caracas desde la perspectiva de la gente, construyendo con la gente el Gobierno de la gente.
¡Qué no te dijeron por decir “gente” en vez de “pueblo”!
Mas tú sabías que “pueblo” era una palabra que el partido Acción Democrática había desgastado. Que era una palabra a la que había que darle descanso. El pueblo era pancarta.
La gente caminaba, pensaba, sentía, sufría, soñaba.
Para mí lo más importante era que tú rematabas: “Si unos ciudadanos saben y otros no saben, allí puede haber de todo menos democracia.”
Hoy pudiéramos alargar esa sentencia diciendo “y si no hay democracia no hay poder del pueblo, y si no hay poder del pueblo no hay revolución, ni proceso bolivariano, ni nada.”
Es en relación a la información que nos jugamos el destino, y por eso te escribo esta carta. Es la información, y no la propaganda, lo que en estos momentos constituye un elemento fundamental para intentar la recuperación de sentido y la recomposición del ánimo mínimo necesario para enfrentar la estruendosa arremetida del capital. De eso que en el pasado llamábamos “la dominación”.
Sé que mi intento no es el único y eso me entusiasma. Sé que muchas y muchos identifican, al igual que yo, que nuestro problema es del alma mucho más que del cuerpo. Que el bachaqueo, así como la mortandad cotidiana causada por el hampa desbocada, son manifestaciones de degradación del espíritu.
En el 2002, durante el paro-sabotaje petrolero no sólo no había comida, no había gas ni gasolina, pero había un sentido de rumbo, de ruta hacia una liberación, que no lo brincaba un venado.
Sé también que ahora, después de la muy significativa derrota electoral en las elecciones parlamentarias del 6D, más escaso que el agua está el sentido de rumbo, y que ese es el estado anímico que aprovecha el aparato comunicacional de la dominación para su operación de demolición, cerco y asedio.
Es en respuesta a esa coyuntura que trato de compartir contigo, y con quienes tengan a bien leer esta carta pública, las reflexiones sobre el problema de la información que, a mi juicio, definen la posibilidad de recuperación del proceso bolivariano de cambios que se inició en diciembre de 1998, con la elección presidencial de Hugo Chávez Frías.
1.- Para entender lo que nos pasa es imprescindible reconocer lo que nos pasó.
Nos pasó que, a mediados de 2013, la compañera Edmée Betancourt, Presidenta recién designada para ese entonces del BCV, denunció que sólo durante ese año “empresas de maletín” habían desfalcado al organismo administrador de los dólares preferenciales (CADIVI) 22.000 millones de dólares. Nos pasó que, por haber dicho eso, la botaron después de regañarla, pero también nos pasó que nunca le dijeron mentirosa. Que nunca el alto gobierno que en ese momento se pronunció contra ella nos dijo que era falsa la denuncia hecha por la Presidenta del BCV. Sólo en un año nos habían robado bastante más de los 13.568 millones de dólares que hoy constituyen nuestras reservas internacionales.
Nos pasó después, a mediados de 2014, la carta del compañero Jorge Giordani (“Testimonio y responsabilidad ante la historia”) en la que no sólo se confirmaba sino que se profundizaba lo denunciado por la ex-Presidenta del BCV, Edmée Betancourt.
El Presidente Maduro, el diputado y presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello y el alcalde del Municipio Libertador Jorge Rodríguez le contestaron acusándolo de un reconcomio trasnochado. Mentiroso no le dijeron. Corrupto no le dijeron.
Yo fui uno de los muchos que le reclamó públicamente al compañero Giordani no haberlo dicho antes y en las instancias que tenían poder para impedirlo.
Nos pasó entonces la carta del compañero Héctor Navarro (“Contra la manipulación informativa en torno a la carta de Jorge Giordani”, 24-6-2014), en la que nos informaba que el compañero Giordani sí había denunciado la piñata de miles de millones de dólares. Que además de haberlo intentado infructuosamente en muchas oportunidades ante el Presidente Maduro, quien se habría negado sistemáticamente a recibirlo, lo había hecho formalmente ante la Dirección Nacional del PSUV el 14 de febrero de 2013, todavía en vida del Presidente Chávez, y que había obtenido como respuesta el silencio. Todas y todos, hasta el mismo informante, el compañero Navarro, se quedaron en “actitud Shakira”. Ciegos, sordos y mudos.
Si el alto Gobierno y la Dirección Nacional del PSUV no ignoraba la piñata de miles de millones de dólares denunciada por Edmée Betancourt, confirmada por Jorge Giordani y reconfirmada por Héctor Navarro, tres bastiones reconocidos de los gobiernos del Presidente Chávez, y sin embargo no lo impedía, ¿hay que ser demasiado suspicaz, demasiado malintencionado para pensar que se era cómplice de esa piñata de miles de millones de dólares?
¿Tendrá que ver ese conjunto de cosas que nos pasaron con el resultado electoral del 6 de diciembre de 2015? ¿Fue sólo la llamada “guerra económica” la causante de la derrota, como lo afirmó el Presidente Maduro al reconocer en la madrugada del 7 de diciembre de 2015 los resultados electorales anunciados por la Presidenta del CNE, o también jugó su papel la desmoralización del pueblo chavista causada por la corrupción generalizada en el seno del Gobierno Bolivariano?
En relación a esto añado lo siguiente. Durante los meses anteriores a las elecciones parlamentarias, el pueblo venezolano clamaba a voz en cuello que la corrupción desembozada en la red de Abastos Bicentenario era la productora fundamental del bachaqueo y el desabastecimiento. Menos de dos meses después de las elecciones del 6 D, la “Operación Gorgojo” captura in fraganti y pone presa a la plana mayor de la Red de Abastos Bicentenario. El Presidente Maduro nos dice que esa red “está podrida”. Paradójicamente, el ministro responsable de la Alimentación y en concreto de la red de Abastos Bicentenario durante ese período, el General Carlos Osorio, es ascendido a un cargo de elevadísima relevancia en la FANB. ¿Esa criminología de acuerdo a la cual todos son corruptos menos el ministro que los puso, puede producir confianza y seguridad en que la lucha contra la corrupción está bien encaminada?
Nos pasó, ya más recientemente, que el Consejo Moral Republicano, representado por el Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, y el Contralor General de la República, Manuel Galindo Ballesteros, en sentencia fechada el 8-12-2015, declara “sin lugar” la solicitud de investigación por el desfalco a la nación de unos 475.000 millones de dólares, acumulados en los últimos nueve años, sólo en entrega de divisas para importaciones realizada por CADIVI y después CENCOEX, incoada por la Plataforma Ciudadana por una Auditoría Pública, en la que juegan un destacadísimo papel la compañera Ana Elisa Osorio, y los compañeros Héctor Navarro, Freddy Gutiérrez y otros muchos compañeros y compañeras. Ni Ana Elisa Osorio, ni Héctor Navarro, ni Freddy Gutiérrez requieren presentación ¿verdad? Ella, junto a otra valerosa mujer, María Urbaneja, tuvieron una destacadísima participación en esa operación de toma del palacio de Miraflores que lideraste tú junto a la Guardia de Honor Presidencial durante el mediodía del sábado 13 de abril de 2002.
Héctor Navarro también estuvo allí, y en tantas otras dificilísimas circunstancias, y Freddy Gutiérrez está inscrito en lo mejor de lo que hemos producido como pueblo en materia de Derechos Humanos.
Aristóbulo: Es bien difícil decir esto, pero el Consejo Moral Republicano me quitó casi todas las esperanzas. El Defensor del Pueblo no me defendía del vulgar atraco del que había sido objeto. La Fiscal General de la República se negaba a fiscalizar la “Notitia criminis” que era la denuncia de Edmée Betancourt. Y el Contralor se negaba a controlar las columnas del “debe” y el “haber” en las cuentas del BCV, PDVSA y el Ministerio de Finanzas.
Me lo confirmaron, Aristóbulo, no con su dicho sino con su silencio, con la fetidez de su gesto que presume de no ser competente, de no servir para nada.
Nos habían robado el aire de respirar y, tras un sesudo análisis, nos mandaron a quedarnos quietos.
Eso, Aristóbulo, nos pasó y ya no puede despasarnos.
Eso no sólo nos pasó, sino que además nos está pasando, nos sigue pasando.
Para quienes creemos que la gente es gente, que no es “masas”, ni “tropa”, sino personas que piensan y sienten, la debacle moral no se combate con “jaculatorias socialistas”, y más adelante te hablaré de ellas, sino con información: ¿Cómo se llaman las “empresas de maletín”? ¿Cómo se llaman los dueños de las “empresas de maletín”? ¿Cuál es el procedimiento para invocar al código rojo de Interpol? ¿Es eso tan difícil de comprender para el Gobierno Bolivariano?
2.- Es bueno recordar que hace casi dos años, no sólo me pronuncié sobre el tema sino que le contesté al Presidente Maduro, quien tras la denuncia del compañero Giordani había hecho una muy difusa exigencia de lealtad, que la única lealtad en discusión era la del Gobierno Bolivariano para con el pueblo. En un texto publicado en Aporrea y Rebelión (el 7 y 9 de julio de 2014 respectivamente) titulado “La actitud. Aportes para una caracterización de la coyuntura nacional venezolana en el primer semestre del 2014” dije que cada segundo que pasara ocultándose una información que era derecho del pueblo el tenerla y obligación del Gobierno el darla, el que estaba en deuda de lealtad era el Gobierno con el pueblo y no al revés. Perdóname la inelegancia, Aristóbulo, pero ahorro más tiempo si me cito:
“Pobre poder popular venezolano, que por encima de las gárgaras que hacen en su nombre, no ha logrado el poder de saber lo que hacen con sus recursos quienes los administran.
Después de la carta pública del compañero Navarro ocurre su suspensión como miembro de la Dirección Nacional y su sometimiento a juicio por parte del Tribunal Disciplinario del PSUV.
¿Cuál fue su delito? Junto a ese proceso hubo un conjunto de descalificaciones bastante genéricas y algo sobre lo que quiero focalizar este punto: El problema de la lealtad.
Tal parece que algunos dijeran la palabra lealtad y en su mente aparece la imagen de un escaparate. Escaparate no es lealtad. Tapar, cubrir, esconder no es lealtad, es complicidad que no es lo mismo. Sea cual sea la verdad que se esconde tras la lista de “empresas de maletín” que desfalcaron a la nación veinte mil millones de $, con la necesaria complicidad de altos cargos del Gobierno Bolivariano, lo que hoy debe constatarse es que la única lealtad pendiente es la del Gobierno Bolivariano presidido por el compañero Nicolás Maduro con el pueblo venezolano, tanto el que lo adversa desde el bando opositor, como quienes lo apoyamos en el seno del proceso bolivariano, o del Gran Polo Patriótico, o del chavismo, como se prefiera. La única lealtad que está por cumplirse, por realizarse, por hacerse efectiva es la del Gobierno que le garantiza al pueblo su derecho constitucional a manejar plenamente la información sobre los asuntos y las materias que le conciernen, como es el caso de esos veinte mil millones de $. Cantidad equivalente a las que son actualmente las reservas internacionales de la República Bolivariana de Venezuela. Cantidad que es hoy requerida por un país que importa una altísima proporción de lo que come. Cantidad que no tenemos posibilidad de perder porque es la plata de hacer mercado, por decirlo de alguna manera, la plata de los hospitales como lo recordaba el compañero Navarro en su carta.
Esa lealtad adeca de “los trapos sucios se lavan en casa” sirvió para lo que sirvió. Para levantar una organización que exigía solidaridades automáticas, incondicionalidades, silencios, cortinas de humo. La palabra lealtad sigue totalmente ajena a esos significados de complicidad en el delito. ¿Cuál era y cómo se expresaba esa lealtad que los compañeros Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez exigían al pueblo chavista al contestar la avalancha de críticas y protestas que las cartas de los compañeros Giordani y Navarro habían levantado?
El Gobierno Bolivariano verá cuándo y cómo cumple, verá si da o no explicaciones por el retardo de dos años en dar la información que por la Ley y la CRBV estaban obligados a dar, pero cada segundo que pase hasta que la lista de las “empresas de maletín” que desfalcaron veinte mil millones de $ sea, como tuvo que ser desde un principio, del dominio público, el que está en mora con lo de la lealtad es el Gobierno Bolivariano, y no el pueblo de Venezuela. El que tiene que practicar la lealtad es el Gobierno Bolivariano. Seguir encubriendo a quienes desfalcaron al pueblo veinte mil millones de $ es un acto de profunda deslealtad. Encubra quien encubra, el que está encubriendo es el que está ejerciendo la deslealtad. El proceso bolivariano no puede avanzar cargando a cuestas con los cadáveres de la transparencia y la probidad administrativa.”
Hoy podríamos añadir que el pueblo había sido suficientemente leal enfrentando victoriosamente la arremetida golpista de las guarimbas.
Pero en fin, Aristóbulo, lo que quiero decir es que en la espera de esa información nos quedamos, y que la gente, esa que tu invocabas durante tu gobierno municipal en Caracas, como no fue informada, cual era su derecho, de lo que se había hecho con los que eran sus recursos económicos, comenzó a pensar que el Gobierno Bolivariano era como la policía cuando llega al barrio. No llega el bien, no llega la justicia. Llegan solamente otros empistolados más.
A mí no me queda duda que el 6D fue castigado, por su pueblo, el gobierno del compañero Presidente Maduro, el cual había tenido la obligación constitucional de conducir la pesquisa policial para recuperar los miles de millones de dólares malversados, empezando por decirle al pueblo la lista de empresas y empresarios que obtuvieron miles de millones de dólares preferenciales, tal como lo lloran todavía algunas paredes de Caracas: ” El pueblo quiere saber la lista de los choros de CADIVI” y su tremendo colofón al lado: “La corrupción mata la revolución”.
Precisemos esto. La posición revolucionaria frente a esos dólares no es llorarlos, dándolos por perdidos, sino luchar por recuperarlos.
Esos no son unos dólares cualquiera. Esos 475.000 millones de dólares desfalcados son el recurso que nos permitiría no ir ni al FMI, ni al BM, ni a los camaradas chinos, sino a nuestros propios recursos. Regados en paraísos fiscales como Andorra y las Islas Caimán, transformados en propiedades, malversados por el planeta entero, pero realizables como bienes muebles e inmuebles. O sea, recuperables. La punta de la madeja está en la información que el Gobierno Bolivariano asume la responsabilidad de ocultar, como si eso no fuese entorpecimiento de la Justicia: Los nombres. La lista. ¿A nombre de quiénes salieron los cheques?
El resultado de esa conducta es la desmoralización total del pueblo, del que bachaquea masivamente, que no le da grima reventar a su vecino con el precio astronómico que le pretende cobrar por un producto de primera necesidad, conseguido a precio regulado y gracias a los artificios del contacto y la palanca, como lo demuestra palmariamente la “Operación Gorgojo” y del que no bachaquea y se somete con humillación, con amargura y resentimiento creciente al precio de atraco que pone el bachaquero.
Ese era el modo en el que el pueblo podía articularse a la piñata de los dólares. Recibía productos comprados a 6,30 Bs. por US$ y los vendía como si hubiesen sido comprados a 900 Bs. por US$. Si la democratización de la corrupción hubiese sido un objetivo, puede decirse que fue plenamente logrado.
3.- El miércoles 24 de febrero de 2016 fue transmitido en cadena nacional de Radio y TV, el acto en el que el Presidente Maduro, contigo a su lado, abría a consorcios mineros canadienses, chinos y surafricanos la exploración y explotación de los yacimientos de oro, diamantes, coltán, hierro, bauxita y cobre que están en el llamado por los nuevos colonos invasores, que no por los pueblos indígenas, Arco Minero del Orinoco.
Aquel acto en el que se desconoció olímpicamente el Capítulo VIII del Librito Azul que agarran y besan a cada rato, llamado Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Aquel acto en el que se violó, íntegra, la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, sobre todo en su Capítulo II referido a la Consulta Previa e Informada y cuyo Art. 11 no te ahorraré porque es básico que se conozca. “Art 11 de la LOPCI: Toda actividad susceptible de afectar directa o indirectamente a los pueblos y comunidades indígenas deberá ser consultada con los pueblos y comunidades indígenas involucrados. La consulta será de buena fe, tomando en cuenta los idiomas y la espiritualidad, respetando la organización propia, las autoridades legítimas y los sistemas de comunicación e información de los pueblos y comunidades indígenas involucrados conforme al procedimiento establecido en esta Ley.
Toda actividad de aprovechamiento de recursos naturales y cualquier tipo de proyectos de desarrollo a ejecutarse en hábitat y tierras indígenas estará sujeta al procedimiento de información y consulta previa conforme a la presente Ley.”
Si quedara alguna duda, el siguiente artículo de la LOPCI la despeja totalmente. “Art. 12: Se prohíbe la ejecución de actividades en el hábitat y tierras de los pueblos indígenas que afecten grave o irreparablemente la integridad cultural, social, económica, ambiental o de cualquier otra índole de dichos pueblos o comunidades.”
Ironías de la vida, la LOPCI fue sancionada y firmada por el Presidente Nicolás Maduro cuando era presidente de la Asamblea Nacional en diciembre de 2005.
La desesperación por conseguir los dólares que el petróleo no está dando hace que el Gobierno Bolivariano, del que eres el Vicepresidente, se contradiga gravemente. En plena crisis de sequía, con una campaña de concientización sobre el uso y cuido del agua, el Gobierno Bolivariano le asesta al agua de las presentes y futuras generaciones de venezolanas y venezolanos la más mortal de las puñaladas. Telesur nos ha puesto al tanto de las luchas de diferentes pueblos latinoamericanos, en particular el peruano, el colombiano, el chileno, el ecuatoriano, el panameño, el boliviano; en contra de las agresiones extractivistas de, pelo a pelo, los mismos consorcios mineros que estaban siendo recibidos y saludados por el Presidente Maduro en el acto del pasado 24 de febrero. Los reyes de la Bolsa de Toronto, Canadá. En todos los casos de minería, nos dice Telesur, el agua es la primera víctima. Nosotros en Venezuela, que tenemos agonizante al Lago de Maracaibo a causa del canal de navegación impuesto por la explotación petrolera, deberíamos saber de eso, deberíamos ser unos expertos, pero por unos dólares circunstanciales, para usar una palabra de moda, destrozamos al Orinoco y sus afluentes sin ninguna vergüenza.
Otra reflexión sobre las contradicciones del Gobierno Bolivariano en su búsqueda de divisas es la que se refiere al rentismo petrolero. Todavía vibran en nuestros oídos los discursos que el Presidente Maduro, y muy particularmente tú mismo, han pronunciado contra el rentismo petrolero como causante de esa enfermedad que nos hace depender de las importaciones para comer y para curarnos. Pero el miércoles 24 de febrero vimos que no era tan firme esa voluntad de enfrentamiento al rentismo. Tal parece que lo que vamos a cambiar es de mina, no de cultura. Esto es, que el rentismo petrolero será sustituido por el rentismo coltanero, el aurífero, el diamantífero, en fin.
Pero en todo caso queda claro que el Gobierno Bolivariano está dispuesto a ignorar a los pueblos indígenas y decretar su desaparición al autorizar una invasión inconsulta que sólo puede aplastarlos, está dispuesto a contaminar y degradar el agua de la cuenca del Orinoco, volverla una sopa de mercurio como es hoy por hoy el agua del río Caura, y eso a pesar de estar explotando por sed en todo el país, está dispuesto a invalidar su discurso contra la cultura rentista en pro de una cultura del trabajo y la producción, pero a lo que no está dispuesto es a informar quiénes se habrían llevado los 475.000 millones de dólares de RECADI, perdón, de CADIVI. Los millones de RECADI, ahora que lo nombro, consiguieron un chino a quien echarle la culpa. Los de CADIVI parecen habérselos llevado los ángeles del cielo porque, por ellos, el Gobierno Bolivariano está dispuesto a colocar en riesgo de muerte al Proceso Bolivariano de cambios que se inició el 2 de febrero de 1999, con el llamado que hizo el Presidente Chávez al Referéndum por la Asamblea Constituyente.
4.- Para ese espectro de fuerzas políticas que hoy verbaliza, principal pero no únicamente, Henry Ramos Allup (AD), Presidente de la Asamblea Nacional y orgulloso detentador de la interlocución con el Departamento de Estado Norteamericano (después de quitársela al convocador de las acciones que dejaron un saldo de 43 personas fallecidas, Leopoldo López), la presidencia del compañero Nicolás Maduro Moros es el aperitivo. El plato principal que aspiran comerse es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Esa Mesa de la Unidad Democrática (MUD en adelante) que hoy se regodea públicamente en las alternativas para salir del Gobierno sin salirse de la Constitución ni de la Ley, cosa ésta impensable en la IV República, el enemigo no es el gobierno circunstancial (y vaya con la palabrita) del compañero Presidente Nicolás Maduro. El enemigo principal de la MUD y de sus máximos representantes: Henry Ramos Allup, Leopoldo López, Julio Borges, Antonio Ledezma, María Corina Machado, es ese espejo en el que el pueblo de Venezuela se miró el 15 de diciembre de 1999 cuando votó libremente para aprobar el proceso de discusión y elaboración colectiva más libre y democrático de toda la historia republicana de Venezuela: La Asamblea Constituyente de 1999 y su hija unigénita, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Si alguien sabe eso eres tú, constituyentista, que lo viviste desde adentro.
Ya nos lo dijeron el viernes 12 de abril del 2002, cuando pretendieron derogarla sin saber de qué tamaño era el amor del pueblo venezolano por su Constitución. Pero lo ratifican hoy cuando Ramos Allup la llama “demencial”, a despecho de que la suya, la que él llama “decente”, la del Pacto de Punto Fijo, la de 1961, la que no sabía de multietnicidad, ni pluriculturalidad, y en la que él podía andar en toda Venezuela como en su casa, porque para eso pertenecía a la cultura dominante, mientras los pueblos indígenas, los wayúu, los warao, los ye’kwana, los e’ñepá, los pumé, los sanema, los wotüja, los yukpa, los barí, los pemón, los yanomami y el resto de los 42 pueblos indígenas autores de la nacionalidad venezolana que reconoce la Constitución Bolivariana, tenían que andar escondidos, disfrazados, porque había una Constitución que los desconocía, que los hacía inviables.
María Corina Machado y Lilian Tintori quieren que vuelva a haber cachifas como las de antes, que no sepan de Misión Robinson, ni Misión Ribas, ni liberación ni nada de eso. Quieren volver a su Venezuela reconciliada, donde el servicio tiene su cuarto en el sótano sin ventanas de la casa. Y en su conjunto, las fuerzas de la MUD, parecieran no darle descanso a su brazo hasta no ver a Venezuela como lo que fue en el pasado, ese gargajo pegado a la suela de los zapatos de los Estados Unidos de Norteamérica, urdida a sus intereses. Abjurando de la CELAC, de UNASUR y solicitando de rodillas, ya que el ALCA fue derrotado, un Tratado de Libre Comercio con el país de sus sueños que queda en el Norte. Sueñan con derogar la Ley de Hidrocarburos para volver a regalarle el petróleo, como lo hicimos durante casi un siglo, a los Estados Unidos.
La Constitución Bolivariana, parejera, libertaria, democrática, participativa, es su enemigo. Al mismo tiempo que es el horizonte al que hay que llegar para el que siempre fue el pueblo marginado, excluido y explotado. Allí reside nuestra revolución temprana. Allí está y sigue vibrando el momento más alto de representación al que llegó el movimiento popular venezolano en toda su historia, reivindicando el espíritu y el legado independentista del Libertador Simón Bolívar.
¿Cómo te lo digo Aristóbulo, cómo me explico? Creo que para recuperar lo que dije al inicio, el sentido de rumbo y la presencia de ánimo de un pueblo abiertamente desmoralizado, como nos lo prueba cotidianamente la presencia de los bachaqueros, y los que no tienen más remedio que comprarle a ellos, por las calles y avenidas de todo el país, es indispensable que el Gobierno Bolivariano recupere, pues hoy no las tiene, las banderas de la transparencia y la honestidad administrativa, entrompando por la calle del medio a los que se llevaron los dólares. Haciendo de esa tarea su punto de honor. Si es el Gobierno Bolivariano el que abre las puertas de la información sobre los responsables del desfalco, hay posibilidad de transformar la experiencia en conocimiento y en fuerza. Si por el contrario es la Asamblea Nacional, a punta de interpelaciones, la que descubre la lista de los “empresarios de maletín” denunciados por Edmée Betancourt, Jorge Giordani, Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio , Freddy Gutiérrez y una larga lista de compatriotas, entonces nos habremos fabricado pieza a pieza una enorme derrota.
Cuando esos sabios publicistas que por los canales del Estado, Telesur, Avila, Vive, Venezolana de Televisión y TVES pasan sus dosis de propaganda, que no de información, y terminan sus cuñas con la voz del compañero Presidente Nicolas Maduro diciendo: “Chavistas pa’ lo que salga” no faltará quien se pregunte: ¿Y para encubrir a los corruptos que se llevaron 475.000 millones de dólares también salimos los chavistas?
Con un abrazo muy preocupado me despido.
Caracas, 2 de marzo 2016