2013/09/10

8150.- Alejandro Dumas

Alejandro Dumas padre era hijo de un marqués y nieto de un general, ambos casados con mujeres negras. Así que Alejandro Dumas era lo que entonces se llamaba un “mestizo”, cosa que no sólo no ocultaba, sino que tan luego había elegido para su fama, el apellido de su abuela: Marie Cassie Dumas, una esclava negra de Santo Domingo… Así una vez, en el marco de un agasajo, un hombre se le acerca, y toca el tema. Con decreciente paciencia, Dumas lo atiende.
-- Tengo una duda, señor Dumas… ¿es cierto que usted es mestizo?...
-- Lo soy, sí.
El hombre insiste
-- ¿Su padre era mestizo, también?
-- También…
El hombre no se rinde.
-- ¿Y su abuela?
-- Era negra…
-- ¿Y su bisabuelo?
Y allí ya la paciencia de Dumas se acabó
-- ¡Era un mono, señor mío, un mono!... Pues mi linaje comienza donde acaba el suyo.
Y Olé...
pero... estudiemos un poco más el caso:


Alejandro Dumas Padre (pues también hubo un A. Dumas hijo) Es, sin duda, uno de los más exitosos y prolíficos escritores de todos los tiempos. Escribió más de 300 obras de distintos géneros y entre estos trabajos, se encuentran títulos tan conocidos como “Los tres mosqueteros” o “El Conde de Montecristo” siendo el escritor Francés que ha sido traducido a más idiomas.

Pero en la vida de Alejandro Dumas hay algunas cosas que no están del todo claras y por supuesto, no me estoy refiriendo al color de su piel, ya que Dumas era mulato (Su padre era un militar Francés y la madre una esclava negra de la isla de Santo Domingo). A lo que me refiero es que si Dumas vivió 68 años (1802-1870) y escribió unas 300 obras, una rápida cuenta, nos arroja una media de que escribió más de cuatro libros al año y eso contando con que viniera al mundo con una pluma de la mano. Si además pensamos que son obras de una densidad de páginas considerable, tal hazaña parece realmente difícil.

Aunque el asunto tiene una sencilla explicación. Alejandro Dumas hizo uso de “negros” para escribir sus obras. Lo más curioso, es que el asunto no era secreto ni desconocido en la sociedad de la época y tanto es así que a Dumas se le conocía en ciertos círculos como “El negro de los negros”.
El uso de estos “colaboradores” por parte del escritor no fue algo esporádico y llegó a tener trabajando a varios de ellos a la vez y durante bastante tiempo. Al parecer, era tal la cantidad de novelas que Dumas llegaba a publicar en un solo año, que según se cuenta, en una ocasión donde se encontraron padre e hijo, Dumas padre preguntó:

-¿Y qué? ¿Has leído mi última novela?

A lo que Dumas hijo le responde.

-Claro que sí. ¿Y tú, la has leído?

Anécdotas aparte, Dumas también escribió personalmente parte de su obra y los historiadores le reconocen el mérito de que todas las líneas argumentales eran creación suya, además de revisar meticulosamente la versión final antes de enviarla a la imprenta, como algunos manuscritos conservados prueban.
Dumas ganaba dinero con la misma facilidad que lo gastaba. Le gustaba el buen comer, las fiestas y las mujeres.
Una mención aparte, casi una historia aparte, merece el libro de los “Tres Mosqueteros” su obra más universal. Al parecer, Dumas la basó, rozando el plagio, en un libro de 1700 titulado “Memorias de señor D’Artagnan, teniente capitán de la primera compañía de los Mosqueteros del Rey” escrito por un tal Gatien de Courtilz . Dumas encontró este libro por casualidad en la biblioteca de Marsella, de donde lo sacó en préstamo (A día de hoy, esa ficha sigue pendiente en la biblioteca ya que nunca lo devolvió).
Naturalmente, para escribir “Los tres mosqueteros”, también hizo uso de un “negro”. Se llamaba Auguste Maquet , un historiador que se encargó de recopilar toda la documentación y participó en el primer borrador. Esta vez, su “colaborador” le salió contestón y llevó a Dumas a juicio, quien lo perdió. Fue condenado a pagar 145.000 francos en diez años. Aunque era una cantidad importante de dinero lo pagó sin problemas. Sus libros se vendían bien, pero además, con los “Tres Mosqueteros” tuvo la idea de editarlo por entregas, conformando una trilogía de un solo libro. Esta “maniobra comercial” (posteriormente imitada hasta la saciedad) le proporcionó pingues beneficios.
(NOTA: En un principio, Alejandro Dumas no fue enterrado en el “Panteón de París” donde yacen franceses ilustres y no fue hasta el año 2002 que por orden del gobierno Francés se trasladó su cadaver.)
Visto en el libro:
“Viaje por las Mentiras de la Historia Universal” de Santiago Tarín.

8149.- Mi transitar por la meditación Zen.-

Trascendencia inevitable.

 

“Temo menos a la oscuridad que a los amigos que no conozco” Nietsche

La vida está llena de momentos de amistad.

Uno de mis amigos, a quien si conocí, observando el estado alterado de mi espíritu, me invitó a una sesión que el llamó vivificadora, donde, sin dudas para él, obtendría herramientas para apaciguar los demonios que pululaban en mi mente.

No me hice de rogar y, ataviado según se me informó, de negro en mi mono de ejercicios, acudí a la cita una hermosa mañana de sábado.

José, mi amigo y amigo de mis padres, me fue aleccionando en el trayecto mañanero: tranquilidad, dejarse conducir, pensar en calma; en resumen, acatar las normas, simples y sencillas del sitio, sin crearme falsas expectativas; debía recordar y mantener presente que solo yo sería el actor y que lo que ocurriese tendría un solo ganador, mi espíritu.
Las personas que nos recibieron me indicaron que el ejercicio mental que practicaríamos es la base para toda una religión, para toda religión, pues esta centrado en el “control” de nuestra mente y que es, en realidad, una actividad muy simple: debíamos dejar que los pensamientos fluyesen en nuestra mente y definir si lo que teníamos en ella en ese momento, era, o no, trivial.
La simpleza del requerimiento golpeó mi mente y traté de acondicionar mi cuerpo al segundo requerimiento, debía adoptar la posición de loto del yoga, me pareció más difícil lo físico que lo mental pues mis coyunturas jamás me han sido fieles en cuanto a extensiones y contracciones.
Me fue explicado que la dificultad en lo físico contribuiría, al menos al principio, a la obtención del objetivo mental.

Colocado en mi puesto, entre una columna de personas, gire a mi izquierda y me enfrenté a lo que sería mi horizonte por los próximos minutos; a unos 60 centímetros de mis ojos la blanca pared parecía invitarme a descansar. La Voz indicó que tomáramos asiento en los cojines asignados y que adoptásemos la posición del loto. Al cabo de algunos segundos de lucha con mis coyunturas estuve listo para acalambrarme hasta la muerte. La Voz indicó que deberíamos tener una posición erguida, tal cual mirábamos la vida desde nuestros reinos, que nuestra respiración debía ser consiente, que debíamos racionalizar cada uno de los dolores o molestias que sintiésemos, sabiendo, claro está, que en la medida en que nos fuésemos acostumbrando a la nueva posición, estas molestias desaparecerían. Fue muy explicita la Voz en cuanto a dormitar, no debíamos hacerlo bajo ninguna circunstancia, debíamos estar plenamente consientes de nuestra respiración, de nuestra postura, de nuestros inconvenientes, de nuestros pensamientos.
Debíamos estar despiertos, tal cual estamos en la vida cuando tenemos control de nuestras acciones.
El ambiente se prestaba para nuestra tarea. El frío matutino, acompañado por una brisa suave acariciaba los cuerpos contraídos en esa nueva posición que detenía el flujo normal de la sangre y hacía que nuestras espaldas estuviesen encabritadas.

La habitación estaba en silencio, solo muy de vez en cuando se escuchaba una respiración honda o una tos molesta.

Las caderas dormidas y los dedos hormigueantes daban clara fe de lo que nos sucedía. Empezamos, empecé, a pensar en el tiempo. Nunca un segundo había sido tan largo. Sentía mi respiración y trataba de seguir el paso del aire por los pulmones, solo me distraía la molestia en las piernas y la sensación de electricidad en las puntas de mis dedos… parecía que resonarían como platillos chinos.

Poco a poco me fui acostumbrando y estuve en condiciones de efectuar la tarea importante del día, pensar en algo que no fuese trivial, cotidiano, obvio.

Comencé a estar consiente de cada uno de los pensamientos que afloraban en mi mente, ya no como parte de mi existencia real, sino como si fuesen de otra persona y solo fuese para mi tarea de indexarlos, etiquetarlos, archivarlos en orden.

Tan pronto este pensamiento se abrió paso en mi mente, una ventana inmensa soltó el pestillo y se replegó contra las paredes del cerebro: Tienes que ordenar y para eso has de establecer una secuencia y una prioridad.

¿Donde he venido a caer? Estoy buscando reposo y solo vengo a trabajar. Nunca he pensado que tengo que ordenar mi mente de esta manera. ¿Que hay de mi vida normal? ¿Donde la pongo?
Está bien, ya estoy aquí y estoy convencido, por la amistad, que esto es valioso y fructífero. Adelante. “El carro tiene problemas eléctricos”… anodino, intrascendente, aunque implique que el carro no se mueva y que me costará un ojo el repararlo… “Tengo hambre”… idiota de mi… la próxima vez te desayunas y preparas, igual que se hace con todo en la vida, planificas, programas, ejecutas.. y a otra cosa… “¿Que hora será?”… bueno… ¿y a que viniste?... ¿a quererte ir sin tratar de cumplir tus objetivos? ¿A justificarte ante el tiempo, por el tiempo? “¿Y que es el tiempo?” a vaina… ¿te vas a poner a filosofar? El tiempo es ese espacio entre estar vivo y estar muerto… aprovéchalo… deja de pensar en tonterías… ya vendrá la hora del café… ya descansaras en algún momento… “¿Y luego qué?”… Luego… o sea que hay un luego y ese luego debo controlarlo, pero no todo está bajo mi control, entonces… ¿que hacer?... Controlar lo que es propiamente mío y establecer canales para sobrevivir en lo que otros controlan. Ajustarme tratando de sobrevivir. “Sobrevivir es una arte”… y tienes toda una vida tratando de sobrevivir, hasta ahora lo has logrado, Dios te ha ayudado y te ha dejado llegar hasta acá. Algo bueno o de valor debes haber hecho que te ha permitido sobrevivir... a lo mejor no fuiste tu quien remó todo el tiempo, a lo mejor compartiste tu vida y solo estuviste pendiente del clima, pero hay un hecho irrefutable en tu vida, has llegado hasta acá. Eso vale… por intrascendente que sea tu vida.
Y con sandeces como estas pasé mi primer día de meditación trascendente…

Aprendí que, aunque me cueste aceptarlo, la mayoría de mis pensamientos son intrascendentes y, para mi, esto significa que vivo una vida tan soberanamente trivial que pasará por debajo de todas las mesas, por los siglos de los siglos, amen.
Pero otras cosas aprendí también. Aprendí que puedo hablar conmigo mismo en diversos tonos, sin ser complaciente, o siéndolo, sin ser profesor, o siéndolo… sin sentirme culpable, o sintiéndome… en resumen, que aprendí que no debo tener miedo de mis propios pensamientos y que estos puedo tratar de hacerlos más productivos, eficientes, y eficaces.
¿Cuantos años estuve viajando por una autopista todos los días, mañana y tarde, 100km de ida y 100km de vuelta?. Tres horas diarias, por años… pensando en pajaritas. De pronto entendí, comprendí, acepté, que había perdido demasiadas horas de mi vida pensando en nada útil.
Mi vida es una larga carretera llena de PENSAMIENTOS PERDIDOS.
Arranque a reír a carcajadas al pensar en que si hubiese cerrado los vidrios del carro, hubiese podido apresar esos pensamientos y de algo hubiesen valido estando allí, apresados en el carro.
Alguien me dijo una vez que yo era especial y único, al igual que cada uno de los elementos que componemos la raza humana, es decir, que si sumamos los pensamientos perdidos por cada uno de estos elementos tendremos una pila inconmensurable que, a lo mejor, nos sirva para alcanzar alturas intelectuales aún mayores a las que el ser humano haya llegado en todo su recorrido como raza.
Recordé a los amigos que me acompañaban a pescar y que jamás aceptaban una segunda invitación, descubrí que no se sentían a gusto consigo mismos y les era muy difícil pasar la noche en silencio, viendo las estrellas y pensando en monologo inacabable. A veces no podemos entendernos porque no buscamos hacerlo. Somos humanos y tenemos fortalezas y debilidades… pero nos cuesta aceptar que nos equivocamos, que metemos la pata, que no somos tan honrados como intentamos que nos crean y a veces hasta dudamos del Creador, porque nos vemos a nosotros mismos y pensamos que Dios no puede habernos hecho a su imagen y semejanza, porque somos muy poca cosa.
No aceptamos que “el libre albedrío”, ese maravilloso regalo que nos diera el Creador, tiene un punto de control que nos limita: “la conciencia”, allí está el punto de equilibrio para nuestra grandiosa mente, lastima que hemos aprendido a dormirla bajo mil disfraces…
Mi viejo maestro decía que no se puede cerrar un capítulo de nada dejándolo en negativo. Un capitulo de un libro, un capitulo en una relación, un capitulo en una vida.
Lo positivo de nuestra vida estriba en que somos capaces, siempre, de buscar ese lado bueno de toda situación, por lastimosa que parezca. Aún en las peores condiciones podemos mantener la fe y ella nos permite vislumbrar el brillo de las posibilidades que aparentemente no existen.

Le doy cada día gracias al Señor por haberme dado la oportunidad de conocer a José, entrañable amigo que me permitió, entre muchas otras cosas, entrar en contacto con esta actividad.
Pueda yo encontrar la forma de propiciar esta verificación de intrascendencia y sea de apoyo para alguien, en algún momento difícil de su vida, amen.

8148.- GRAÑÓN

GRAÑÓN

Una noche inolvidable.- (viernes 5 al sábado 6 de mayo del 2006)

A veces pasa que, por diversas circunstancias, un rato que pasamos en alguna parte se nos hace imborrable, se queda prendado en las neuronas y nos acompaña marcando distancias con otros sitios y otros momentos, así me pasó un día de mayo en Grañón.

Había estado caminando con unas gemelas con quienes me encariñaba por su extraordinario don de gentes, su bondad, su llanura. Pero ese día, en particular, no se porqué, nos habíamos distanciado en el camino. Mis tobillos, maltrechos por la cuna que mis pies hacían en los viejos zapatos de marcha, me hacían sufrir una tendinitis . La marcha se me hacía pesada y, para cuando arribamos a Grañón caía ya la tarde y la amenaza de lluvia se hacia cada vez más real.

El pueblo, típico de la zona, no contaba sino con un albergue, adosado a la vieja capilla y lleno del sabor de tradición que se remontaba a los famosos trece frailes que, por años, hicieron vida clerical en el. Alguna vez se cansaron de pasar trabajos y buscaron otros rumbos, dejando abandonada la capilla y motivando a los parroquianos a buscar un uso productivo del edificio, que a la vez contribuyera a la salud religiosa de los coterráneos.

Nada mejor entonces que apegarse al programa del Camino y ubicarse como uno de los albergues naturales. La vivienda de los frailes fue refaccionada, se mejoraron los servicios, se destinó un área para la eufemística lavandería, se dotó con colchonetas sillas, mesas, etc., y se buscaron Hospitaleros voluntarios para que se encargaran de ofrecer el albergue a los cansados caminantes que por allí aparecieran.

El Hospitalero se llamaba Ernesto y, por la gracia de Dios, nos tocó en suerte. Nada más llegar nos informó de la minucia clásica y trivial de los albergues. Y desde ese momento, milagro, comenzó la diferencia. Ernesto nos sorprendió por su don de gentes, por su capacidad para hacerse entender por personas de diversos idiomas, sin ser políglota, por su manera de fomentar el trabajo en equipo, por sus dotes de líder carismático, por su comprensión de las debilidades de los humanos, por su incansable ánimo y espíritu de colaboración.

Lo primero fue decirnos que en ese albergue no se pagaba nada, que quien quisiera contribuyera colocando los denarios en el cofre que se nos mostraba y que, si es que alguien necesitaba, que tomara lo que estimara conveniente.

Luego se nos indicó que con las colaboraciones se hacía la comida, se disponía de café y jugos y frutas y galletas y que no teníamos cena prevista pero que él estaba totalmente dispuesto a colaborar si es que queríamos cenar todos juntos…

Apareció entonces un caminante que dijo llamarse Saladino y se ofreció para ser el cocinero del festín que pretendiéramos, alguien habló de Paella, alguien dijo ensalada, alguien dijo vino, alguien más con mente muy práctica dijo de lavar los trastos al terminar y en pocos segundos salieron Ernesto, Saladino y muchos otros, a comprar los alimentos.

A todas estas, el cielo inclemente se dejo caer sobre nosotros y un señor palo de agua comenzó a tratar de meterse en nuestro albergue. También motivó a que otros caminantes se acercaran al sitio, huyendo de caminar bajo la lluvia.

La música de fondo, música gregoriana, se metía en nuestras mentes y creaba un ambiente magnético y mágico. Quienes hasta ese momento apenas si se cruzaban miradas en el Camino, comenzaron a comunicarse. Todos trataban de ser útiles en la cocina y en cuantas tareas menores se presentaban. La paella comenzó a tomar forma en un recipiente que, por casualidad estrenamos ese día. ¡Que paella! Saladino dijo ser de Valencia y se aplicó como para un concurso culinario. Cerca de 80 comensales nos aprestamos a juzgar esa maravilla. Quienes salieron a comprar las vituallas trajeron cuanto pudieron de lo que encontraron en la tiendita del pueblo y alguien, a la puerta de la cocina, se dedico a responder a los caminantes que preguntaban cual debía ser su apoyo para la cena: “Vaya usted a la tienda y tráigase unas tres botellas del vino del pueblo…”

Cuando el Párroco arribó, la paella estaba casi lista y los caminantes ya estábamos en la fase de cantar todos en conjunto. La misa en aquella capilla, con todo el pueblo a nuestro lado, con los truenos repicando y las sombras apenas sometidas por la luz de las bombillas y las velas, dio un giro a nuestra velada. Se escuchaba que cada quien contestaba las oraciones de la misa, en su idioma. La Torre de Babel al unísono…

Y luego, la cena… cuentos de caminantes, risas alegres en medio de la tormenta, una claraboya que se destapa y cientos de manos que se alzan para cerrarla; las naciones unidas en su forma más democrática, ninguna nota discordante. Aplausos para los cocineros, palabras de aliento para Ernesto y su trabajo, solidaridad para quienes hacían el Camino en difíciles condiciones físicas. Seres humanos unidos por un objetivo común derivado de las más diversas motivaciones.


Stefano cantando y Luciano tocando la guitarra, Wil descansando y haciendo fuerzas para el resto del camino. Franceses, Italianos, Daneses, Españoles, Ingleses, Argentinos, Venezolanos, Singapurenses, Croatas, Checos, Slovenios, Japoneses, Norte americanos, Canadienses, Alemanes, Brasileros, Mexicanos, Australianos, Nueva zelandeses…




Nunca supieron sus naciones cuan elocuentes fueron sus embajadores…
Nunca supieron los embajadores porqué fueron los escogidos para estar esa noche allí…
Nunca supieron que tan honda huella dejaron en quienes fueron sus compañeros de esa noche.

Por algún secreto designio divino esas personas dieron vida a unos instantes de compañía que serán imborrables de sus mentes. Algo los motivó a mantenerse abiertos hacia los demás e hizo que la luz de las velas que tremolaban en la oscura noche pasara a ser menos que innecesaria, pues sus rostros irradiaban tanta alegría y felicidad que llenaban de luz el escenario de la antigua iglesia y casa parroquial.

Pasaban las horas y, a diferencia de todas las demás noches del camino, no había prisa para dormir ni importaba demasiado la continuación del camino a la mañana siguiente. Ni una sola nota discordante en esa noche. Nada disturbó el agradable momento. No hubo dolores ni malos recuerdos. Ni los ronquidos se sintieron esa noche.

Gracias Ernesto. Fuiste el instrumento que ayudó a poner la magia en el ambiente. Sin quererlo estableciste la diferencia para calificar albergues y hospitaleros.

Lastima que mis amigas, acostumbradas a vida de ciudad, no nos acompañaron esa noche, no les caían muy bien las colchonetas en el piso de madera y decidieron seguir a otro pueblo (Redecilla del Camino), sin importar la lluvia, ojalá y hayan tenido la oportunidad de encontrar la noche de felicidad que nosotros disfrutamos.

Y... a propósito... este Ernesto aquí descrito es el mismo Ernesto que, pasados los años ha abierto un Albergue allí mismo, en Grañón... espero tener el honor de ser su huésped durante uno de nuestros Caminos.

8147.- Buenas costumbres.-

Buenas costumbres

En el pasado, para bien o para mal, cumplido o no cumplido, los funcionarios públicos que accedían a sus cargos debían presentar una declaración jurada de bienes, igualmente debían hacerlo al entregar el cargo.

Los tiempos han pasado y hablar hoy de declaraciones juradas, freno a la malversación y el dolo, parece fuera de contexto y “contra contra”. Los males que se ha prometido erradicar de la acción pública parecen más bien enquistarse y personajes conocidos durante todas sus vidas como desposeídos de capital, hecho del que se afanaban orgullosos, hoy son dueños y/o socios de empresas de elevadísimos capitales. La magia de la palabra los ha catapultado hacia estadios económicos en los que nunca pudieron transitar antes de la maravilla “política”.

Las leyes, aquellas amigas de Sócrates que lo llevaron a aceptar la cicuta, no están siendo honradas. Se les está utilizando si, pero no para estas menudencias. Se asume que el salario de la revolución sea este, ponerlos donde hay, y se nota a la legua, como la epidemia de gripe, pues a las personas interpuestas también les da la gripe.

Los delitos contra la cosa publica se confunden con la viveza criolla y así vemos como, personeros de organizaciones que manejan fondos que no son suyos, los emplean en darse propaganda como si fuese la publicidad normal de la organización. Es como si no existiese un Procurador a nivel del estado o a nivel de las organizaciones, que vele por los intereses del estado o de la organización.

La historia patria nos cuenta que todas las Repúblicas se nos perdieron por la lenidad; eso es corregible, hace falta que pensemos que el bolsillo de la nación es nuestro bolsillo, y nos duela realmente.

El Libertador debe estar dando vueltas en donde se encuentre, al observar que nada de lo que trató de hacer en este sentido ha tenido éxito. El llamado Poder Moral no pasa de ser un saludo de aeropuerto, pues "morales" hay para todos los gustos. Y las “luces” que el veía como indispensables, titilan apagándose al enfrentarse a barbaridades históricas que no aceptan las realidades de la estadística o la aritmética simple.

No hay pena, ni quien piense en ella, contra los actos que atentan contra la fe publica. Y de eso se aprovechan los actores y descendientes de la “ineptocracia”. Consternados, hemos sido testigos presenciales de actos que, inmediatamente, han quedado asentados como inexistentes. No hace falta que repitamos la lista de ellos pues cada uno de los lectores, sin importar sus ideas políticas, los recuerda, o posiblemente los vivió.

Los actos contra la fe pública, como actos de lessa humanidad que son, no prescriben, y las pruebas las aportamos todos quienes hemos sido testigos de ellos. Como no existe duda sobre la no aplicación de las leyes en este momento, para quienes los cometen, se hacen “notitia criminis” a nivel internacional cuando se pretende utilizarlos como razonamientos justificativos de actuaciones grupales ordenadas por una cúpula y ejecutadas a distancia por la masa.

Dados los resultados de los últimos comicios y visto que quien ganó fue la masa que no es política, que rechaza evidentemente los intentos de todos los bandos actuales para imponerse, valdría la pena preguntarse si el esfuerzo de gobernar en soledad absoluta vale la pena cuando se tiene un verdadero deseo de caminar hacia el progreso, o si es preferible ostentar un poder pirrico y moverse en aguas turbias y terreno movedizo, solo para obtener beneficios personales y grupales.

Pensar en una nueva generación política, que se pueda abstraer de toda la hez que hemos transitado en los últimos 85 años, sería maravilloso. Lo difícil estriba en separar las aguas y ver que es lo sucio y que es lo limpio de cada uno de los mecanismos de articulación de la sociedad que han estado presentes, “dialogando”, desde los inicios del siglo XX.

¿Será que la capacidad de dialogo de todos ellos ha estado más que perdida?.

Dictaduras, guerrillas, invasiones, muerte y hambre, han sido el resultado de la aplicación de esa “Política” que hemos venido aplicando desde entonces…
No nos basta con un siglo de perdida de tiempo?...
Que estamos esperando?

8146.- ME-2811 El Arte de Abrir el Corazón.-


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Hace varios días me encontré con un párrafo titulado “El arte de abrir el corazón” y no era precisamente un párrafo de medicina. (Pido disculpas al Autor pues olvidé tomar su nombre; sin embargo, se que quien escribe algo así es persona de ideas para el mundo y no de ideas para el Ego. Gracias si es Usted el Autor del Parrafo.)
Cito:

"Abrir el Corazón es un acto de generosidad, un ejercicio de honestidad con nuestro ser interior, deseoso de dar lo mejor de si.
Abrir el Corazón es apuntar a lo mas sublime de cada ser, reconociendo en los demás aquello que también esta en nosotros.
Abrir el Corazón es ser sinceros por encima de todos los engaños que nos hacen aparentar ser fríos e invulnerables.
Abrir el Corazón es amar incondicionalmente la vida y a los demás, por encima de las dificultades.
Abrir el Corazón es sembrar la semilla selecta que hemos guardado para el mejor momento: "ahora".
Abrir el Corazón es no preguntar por que, y dar sin pedir explicaciones.
Abrir el Corazón es llevar ese río de néctar para poder saciar la sed de cuantos seres habitan este reino de existencia.
Abrir el Corazón es tocar a cada ser como a las delicadas alas de una mariposa."

Abre tú el Corazón, porque ese es el mejor maestro, el que puede hacerte llegar al conocimiento mas profundo.
Que siga lloviendo en nuestros Corazones, para que nuestro jardín se inunde de flores y amor.

Este "Arte de abrir el corazón" lo encontré una noche, leyendo en Internet; pensé que sería de provecho el prepararlo para el minuto, y pensé también que cada vez que encuentro algo para el programa, mi corazón se llena de gozo, pues son pequeñas gotas del conocimiento que la humanidad se transmite en muy diversas formas, no solo en la sequedad de las formulas ni en el rigor de la deducción analítica, sino también en estos pensamientos que, adentrándose en nuestras neuronas, hacen de nosotros, ciudadanos del mundo, una raza en proyección al futuro, una raza capaz de hacer el bien deliberadamente, una raza capaz de enmendar sus propios errores, una raza con posibilidades de triunfo, pues con el mágico don del libre albedrío es capaz de enrumbarse con responsabilidad y serenidad por los senderos que su propia conciencia le va trazando.

Somos los responsables del mundo, de nuestro mundo.

8145.- El Verdadero Amor

La Familia Piña, en Maracay, amigos de corazón y Compadres y Comadres, todos y todas en la familia, nos han hecho llegar esta Reflexión Del Verdadero Amor que a continuación transcribo, Familia Piña en la que hemos encontrado amistad, cariño, amor y todos los demas elementos que, aún en el siglo XXI, siguen uniendo a los grupos humanos, pues representan lo mejor que la raza humana puede ofrecer.

" Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando este se apaga, en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:
Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida.
Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas.
Pidió a mi hermano teólogo que le dijera donde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó cómo y donde estaría ella.
Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió: "llévenme al cementerio".
Papá -respondimos-, ¡son las 11 de la noche, no podemos ir al cementerio ahora! Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".
Se produjo un momento de respetuoso silencio.
No discutimos más.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años .saben? Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así". Hizo una pausa y se limpio la cara. Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, y el cambio de empleo", continuó, ".. Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad, compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores.............

Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por que?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera..."Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, más bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas. Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle, ese tipo de amor era algo que no conocían.

Reflexión:
Para saber el valor de un semestre:
Pregúntale a un estudiante que reprobó el examen final.

Para saber el valor de un mes:
Pregúntale a una madre que ha dado a luz prematuramente.

Para saber el valor de una semana:
Pregúntale a un editor de la revista semanal.

Para saber el valor de una hora:
Pregúntale a los amantes que esperan para verse.

Para saber el valor de un minuto:
Pregúntale a la persona que perdió el tren, el autobús, el avión.

Para saber el valor de un segundo:
Pregúntale a quien haya sobrevivido de un accidente.

Para saber el valor de una milésima de segundo:
Pregúntale al atleta que ganó una medalla de plata en las Olimpiadas.

El tiempo no espera a nadie. Atesora cada momento que tienes. Lo atesorarás mucho más si lo compartes con alguien Especial. El origen de esta carta es incierto, pero da alegría y suerte a quien la pase a aquellos que aprecia.

Dios los Bendiga, Siempre!!