2011/06/07

LA BÚSQUEDA DEL SABIO

El abad Abraham supo que cerca del monasterio de Sceta había un sabio. Fue a buscarlo y le preguntó:

-Si hoy encontrara usted una bella mujer en su cama, ¿conseguiría pensar que no es una mujer?

-No-, le respondió el eremita-, pero sabría controlarme.

El abad continuó:

-¿Y si descubriera monedas de oro en el desierto, podría contemplar este oro como si fueran piedras?

-No. Pero sabría controlarme para dejarlo en su lugar.

Insistió Abraham:

-Y si a usted lo buscaran dos hermanos, uno que lo odia y otro que lo ama, ¿lograría pensar que los dos son iguales?

Dijo el ermitaño:

-Aunque sufriera, trataría al que me ama de la misma manera que al que me odia.

Aquella noche, al regresar a su monasterio de Sceta, Abraham le comentó a sus novicios:

-Les voy a explicar lo que es un sabio:

 Es aquel que en lugar de matar sus pasiones, consigue controlarlas.

 

Entre lo bueno de los amigos está el que saben decir lo justo en el momento correcto.

Y entre más amigo sea… más justo y más correcto.

¿Alguien recuerda el chiste de la diferencia entre JUSTO y CORRECTO?

EL MATADOR DE DRAGONES

"La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen", William Faulkner

matando dragones

Zhungzi, un célebre autor chino, cuenta la historia de Zhu Pingman, quien salió en busca de un maestro para aprender la mejor manera de matar dragones.

El maestro entrenó a Pingman durante diez años seguidos, hasta que éste consiguió desarrollar -a la perfección-la técnica más sofisticada para matar dragones.

Desde entonces, Pingman pasó el resto de su vida buscando dragones, para poder mostrar a todos sus habilidades: para su desilusión, nunca encontró ninguno.

El autor de la historia comenta:

"todos nosotros nos preparamos para matar dragones, y terminamos por ser devorados por las hormigas de los detalles, a las que nunca prestamos atención".