Brujas nocturnas
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Ryabova y Popova
Durante la segunda guerra mundial Yekaterina Ryabova y Nadezhda Popova llegaron a efectuar dieciocho incursiones aéreas en una sola noche. Cruzaban las líneas enemigas y cerca de su objetivo desconectaban el motor para descender planeando. Cuando los soldados en tierra oían el silbido del aire en las riostras de su avión PO-2, era ya demasiado tarde. Dejaban caer las bombas y encendían el motor para escapar. Las dos valientes rusas pertenecían al escuadrón 588.
En 1942 la Unión Soviética creó tres regimientos de mujeres que realizaban misiones de bombardeo nocturnas con biplanos PO-2. El efecto sicológico de estas operaciones sobre las tropas enemigas era más importante que el daño real ya que impedía a los soldados que descansaran por las noches. Los alemanes bautizaron a las pilotos rusas con el sobrenombre de brujas nocturnas (Nachthexen).
Durante la segunda guerra mundial el Polikarpov PO-2 era un avión obsoleto. Voló por primera vez en junio de 1927 y dejó de fabricarse en 1952. La Unión Soviética construyó cerca de 40 000 aparatos de este tipo y fueron extraordinariamente populares. Fabricados con riostras, tela y madera, sus hechuras anticuadas harían de este avión un blanco capaz de soportar una gran cantidad de impactos sin ser derribado. El motor de los Polikarpov hacía un ruido característico- de máquina de coser- que tenía el efecto de atemorizar a las tropas enemigas, aunque su capacidad como bombardero estaba limitada al transporte de dos o tres bombas de 100 kilogramos A la velocidad de crucero de los PO-2, muy lenta, los modernos cazas alemanes entraban en pérdida. Podían hacer giros que para los Messerschmitt 109 eran imposibles y los pilotos rusos de los PO-2 aprendieron a defenderse volando bajo, efectuando virajes muy cerrados, hasta conseguir que sus perseguidores se aburrieran y los dejaran ir.
Natalia Fiódorovna Kravtsova llevó a cabo unas 840 misiones de bombardeo nocturno y en su libro Crónica del bombardero ligero nocturno Po-2, o 46.º Regimiento de guardia femenino relata una incursión en la que la simplicidad de los elementos constructivos de su aeronave le permitiría regresar a la base.
“…Nos retiramos al norte, hacia el mar. Los reflectores no nos dejaron hasta que no nos situamos a ras del agua. Los rayos de luz se posaron sobre la tierra y, finalmente, se apagaron. Nina dijo: “Natasha, mira las alas”. Yo vi dos agujeros grandes en el ala inferior, el superior también fue agujereado, el larguero estaba roto, los trozos de lona colgaban como una bandera. Pero el avión volaba y todos los miedos quedaron atrás. De repente mis piernas temblaron fuerte, golpeándose contra el suelo de la cabina. Con las manos las apreté con todas mis fuerzas pero fue inútil. Poco a poco pasó. Ahora estábamos volando en un cielo despejado, sin nubes. Las estrellas desprendían una luz pacífica. Delante de nosotras en la tierra ya se divisaban tres tenues lucecitas. Allí nos esperaban. Allí estaba nuestra casa”.
Es evidente que un avión metálico se hubiera partido, pero la tela dejó pasar los obuses y el PO-2 pudo seguir volando con dos agujeros.
Durante la guerra las bombarderas soviéticas llegaron a efectuar más de 24 000 vuelos y lanzaron unas 3000 toneladas de explosivos sobre los objetivos enemigos. El Ejército alemán premiaba con el máximo galardón, la Cruz de Hierro, a los soldados que las derribaban. Una de cada tres perdió la vida, los alemanes jamás apresaron a ninguna bruja nocturna y cuando capturaban sus cadáveres las enterraban con todos los honores militares.
Así fue como un centenar de mujeres jóvenes, de alrededor de veinte años de edad, con aviones de otra época, fue capaz de poner en jaque a la potentísima máquina de guerra de Hitler.