Esto del sentido de pertenencia es una ocurrencia realmente útil.
Pertenecemos a conglomerados humanos de muy distinta índole, con intereses a veces hasta disimiles, algunos antagónicos, pero en general, cada oveja en su redil, en el mas amplio sentido de la expresión.
De pronto caemos en cuenta, que ya llegamos a lo que llaman la “tercera edad”, que ya somos el producto de todos los inviernos de la tierra, que ya hemos leído una muy significativa cantidad de obras literarias de magnifica calidad y otra superlativa cantidad de bodrios que nunca debieron ver la luz del sol.
De pronto caemos en cuenta, que son muchos los detalles de la vida que podríamos transmitirles a otras personas, de otras edades, de otras ciudades, otros países, otros mundos. Comprendemos que lo que tanto nos ha costado en aprendizaje, en vivencias, en la mas pura experiencia, podría utilizarse para aliviar el camino de los que apenas comienzan.
De pronto caemos en cuenta, también, que no necesariamente somos unos magníficos profesores, que nuestros recursos didácticos no tienen porque ser una maravilla, a menos que nuestra vida haya estado específicamente dedicada a esa rama, y ni así, todo requiere del arte y eso no se genera por combustión mágica.
De pronto caemos en cuenta, de tanto enfrentar la pared, que no todos los que se inician en la vida, léase los mas jóvenes que nosotros, están ansiosos de progresar basados únicamente en nuestras súper sabias, y nunca bien ponderadas, observaciones.
La línea de máxima de todo este prolegómeno estriba en que quien escribe estas líneas esta loco por conquistar algunas mentes para que le acompañen en sus correrías por el Camino de Santiago, por el Camino de San Sebastián, por los caminos de los Andes Venezolanos, por el desierto de Atacama, por la ruta de los Incas y por tantas otras posibilidades que se pueden atacar.
El Camino de Santiago ha sido, para mi, una magnifica escuela de convivencia. Desde el punto de vista de los caminantes, peregrinos, deportistas que pululan por todas las rutas. Desde el punto de vista de los Hospitaleros, de las asociaciones, de los pueblos y villas, de los paisanos que ayudan a vivir. De los medios de comunicación que se nutren con las ocurrencias del camino. De esos seres extraordinarios que, sin esperar nada a cambio, se ofrecen para aportar dinero y/o trabajo que redunde en beneficios para todos.
He de confesar que no soy un turista de verano, soy un peregrino, un caminante, mis necesidades son muy básicas pero a la vez muy difíciles de conseguir. Como muchos, el lugar seco donde tender la bolsa de dormir, el grifo para lavarme, el sitio para alimentarme en paz disfrutando de mis naranjas y plátanos. Eso es lo fácil; lo difícil es la palabra de apoyo, la comprensión, el entendimiento de la condición de caminante que no esta allí para molestar a nadie o para quitarle algo a nadie. El compartir lo que sucede y lo que no sucede. El confiar en los demás porque somos pájaros del mismo nido.
Es vivir el sentido de pertenencia y ser gregario siendo líder, ser líder siendo gregario, no ser ni líder ni gregario, es el hecho de solo “ser”.
Admiro y respeto a Paulo Coelho y por eso, en algún momento, le escribí diciéndole que me alegraba de no haber leído su libro antes de hacer el Camino. Hoy lo repito aquí porque esa omisión temporal me permitió vivir mi propio camino y, a la vez, enriquecer luego mi visión de ese cumulo de momentos perfectos que fue mi primer Camino de Santiago. No tengo duda en felicitarle por todo lo que ha logrado para el Camino, ojala y escribiera otra obra y la ubicase en el Camino Primitivo.
Afortunadamente no puedo estar en las mentes de todos, ni tampoco puedo pretender mirar en las experiencias maravillosas que, de seguro, han experimentado ustedes. Solo debo mirar el rayo de luz que se me ha permitido vislumbrar y solo puedo hablar sobre esas experiencias que me ha tocado vivir. No puedo hablar de todos los caminantes, solo puedo hacerlo de unos muy pocos, que me ha tocado la suerte de conocer. Dios ha sido sumamente generoso para conmigo.
Mi primera noche en el Camino fue en Roncesvalles, para comenzar a caminar al día siguiente. El local estaba abarrotado y en las caras se intuía la expectativa de cada quien. Quienes estuvimos mas juntos esa noche, honorables desconocidos, presentíamos lo grande de la empresa y nuestras escasas palabras lo demostraban.
Digna de asombro la imagen de casi 300 peregrinos cuidando el mas preciado tesoro de la tierra en ese momento: sus pies. Es una nimiedad que marca definitivamente la diferencia entre los peregrinos y los turistas. Sus pies, su mas preciado tesoro, elemento indispensable para la empresa que se pretende emprender. Aceites y talcos, masajes y cariño. Desde allí, Roncesvalles, y a un promedio de avance de 75 centímetros por paso, se espera que ellos sean capaces de dar un millón de pasos antes de alcanzar la Basílica de Santiago Apóstol. Números que resultan impresionantes. 300 millones de pasos antes que esos peregrinos se encuentren en Santiago de Compostela. De seguro que no serán diferentes a otros 300 millones de pasos, en otros sitios, con otras personas… pero soy parte de estos que están conmigo esta noche; cada vez que me duela el tobillo, cada vez que la tendinitis me agarrote, cada vez que sienta calambres estaré compartiendo, en unidad de esfuerzo, el costo físico de la empresa. Es el punto de partida de la pertenencia, tenemos algo común.
Esa primera vez comenzamos en Roncesvalles y, tomando el Camino Francés nos adentramos en la España de a pie y como buenos primerizos nos maravillamos con todo. Fue un magnifico bautizo. Tanto que, aun sin terminarlo, ya pensábamos en repetirlo. Y así fue, al año siguiente (07), de nuevo a las andadas pero, con la idea de pasar los Pirineos, y de buscar una “Makila”, comenzamos en Saint Jean Pied do Port.
Asistimos al curso de Hospitaleros voluntarios que se dictó en Logroño y, de nuevo en el camino, se nos encomendó el Albergue de Ponferrada como destino de trabajo durante dos semanas. Fue una maravillosa experiencia. Al finalizar la quincena, con dolor me retire del albergue, continué hacia Santiago.
Con el Virus de Santiago en el organismo, aun en el camino y ya estaba planificando lo del año siguiente (08). Decidí que buscaría el Camino del Norte.
En el interregno de Santiago conquiste a mi hermana Rosana para hacer la caminata de San Sebastián en Maracay, VEN, el ultimo sábado de Enero y nos fue de maravilla, aunque no estuvimos inscritos pues al tratar de llenar las planillas ya era demasiado tarde y se habían copado las plazas.
Preparé todo para iniciar en el borde de Francia y España pero quiso la voluntad de Dios que las conexiones de vuelos me dejaran en Bilbao, tras una pequeña tormenta de necedades de las líneas aéreas y maravillas meteorológicas que me hicieron conocer los aeropuertos de Funchal y de Lisboa, joyas de la ingeniería, y el albergue para jóvenes de Bilbao, por esos celos de funcionarios que esconden lo que hay para mostrar solo lo que quieren mostrar(su sitio de trabajo). Me enviaron al Albergue para Jóvenes.
En todo caso, busqué la forma de acercarme al Albergue de
Bilbao y allí me impresionó la calidad y calidez del servicio que prestan. Además, los problemas de los aviones y el tiempo me obligaron a buscar ayuda inmediata para solucionar la situación, fue así como conocí a una distinguidísima Dama: Doña Arantxa Manciles y sus hijos;
me brindaron ayuda, apoyo y cariño. Los llevo en el corazón. Caminando me crucé con el Camino Primitivo y por allí busqué lo que llaman la ruta de los Hospitales que, finalmente, me condujo hasta Santiago. Fueron varios días de soledad absoluta, que siempre caen bien.
Sr. Eugenio. Sr. José, Sra. María, Animo Dn.Pedro Carvajal
En el año 09 por segunda vez hicimos la Caminata de San Sebastián, esta vez si estuvimos inscritos y todo resulto sin problemas.
No fuimos a Santiago. Mis nietas viajeras me llamaron y nos fuimos a verlas y a compartir otros mundos. Ahora estamos aquí, de nuevo planificando, ahora el IV Camino de Santiago(10) y ya esta planificado y coordinado el III de San Sebastián (10).
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