Y vendrá Gadafi? / humor en serio / Laureano Márquez
Dígame si a nuestro hermano Muamar Gadafi se le ocurre mudarse para acá con carpa, harem, y afines del desierto.
Pongamos por caso que se le permita armar su tienda beduina en Miraflores, como un dignificado más, o quizá mejor en los jardines de La Casona, donde hay probablemente más espacio. Allí es verdaderamente cuando comienzan los problemas. No digamos los internacionales, por dar asilo a un criminal, sino los comunes de vecindad. Porque es muy fácil ser hermano de un tipo que está en Libia y otra muy distinta tenerlo metido en la casa, ya lo decía el gran cómico italiano Totó: "L’ospitalità è come il pesce dopo tre giorni puzza" (la hospitalidad es como el pescado: hiede a los tres días).
Me imagino los problemas entre familias presidenciales por el uso de la piscina y por compartir áreas comunes para parrandas y festines de esas que tanto escandalizan a los vecinos.
Como todos los que son botados por sus pueblos terminan recalando aquí, el siguiente paso sería buscarle un trabajito, como a Zelaya.
Probablemente al hermano Muamar le pega bien la empresa eléctrica socialista de Cadafe... Es que casi me imagino el nombramiento en cadena: "a nuestro hermano Gadafi, lo pondremos al frente de Cadafe
¿Ah... Muamar? ¿Qué te parece?, jajaja... ¿Ehhhh? ...Gadafi en Cadafe... ahora los recibos vendrán en árabe... igual nadie los entiende, jajaja... ahora sí tendremos luz de la buena... ¡¡¡¡Muamar Cadafe, te voy a llamar ahora!!!!"
Por otro lado, como es del dominio público, al tirano libio lo cuida un ejército de mujeres: otra fuente de problemas. Un ejército de mujeres es sumamente peligroso, como demostró el legendario Sun Tzu en "el arte de la guerra". Nada puede derrotarlo, porque cuenta, además de las armas convencionales, con armas estratégicas no convencionales capaces de desarmar al más valiente de nuestros soldados y eso asusta, no vaya a ser que Muamar, por vainas de la vida, termine quedándose también con el coroto en Venezuela La verdad es que Gadafi es patético. Basta verlo en fotografía, con la mirada perdida en sí mismo y esa cara de que se ha fumado un narguile sazonado con bosta de camello, con vestuario estrambótico y brillante de lentejuelas, como sacado de un musical del Miss Venezuela. Sería cómico si detrás de él no hubiese tantos muertos, tanta sangre y crueldad, pero no lo es. Es una tragedia para la humanidad que exista gente como él. Me parece una vergüenza para Venezuela que tenga la espada y la orden de nuestro Libertador. Una deshonra para nosotros que el nombre de Venezuela se raye internacionalmente al ser mencionado como su natural lugar de asilo.
Es que todo tiene un límite... Yo se los juro: si Gadafi se muda para acá, por lo menos, lo que soy yo, le pido asilo a Pablo Pérez.
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