Esopo
En una ocasión, cuatro bueyes que pacían juntos en un prado se juraron eterna amistad y, en verdad, juntos se defendían tan bien que cuando el león los embestía no lograba matar a ninguno.
Viendo el león que esa unión le impedía realizar sus deseos, discurrió la manera de ponerlos a su disposición. Para ello, la inteligente bestia fraguó una rivalidad entre los amigos, diciendo a cada uno que los demás murmuraban de él y lo aborrecían.
Con tal artimaña logró infundir sospechas entre los bueyes, de suerte que pronto rompieron su alianza y se separaron. Conseguido su propósito, el león los fue matando uno por uno. Al morir, el último de los bueyes exclamó: "Sólo nosotros tenemos la culpa de esta desgracia, porque dando crédito a los malos consejos de nuestro enemigo, no permanecimos unidos, y así le fue fácil conseguir lo que de otra forma no hubiera podido".
Moraleja: "La unión hace la fuerza y la discordia debilita"
Esta es una de las fábulas de Esopo.
Esopo (620-560 a.C.), antiguo fabulista griego, se supone que fue un esclavo liberado de Frigia. Su nombre se relaciona con fábulas de animales, transmitidas por tradición oral desde hace muchísimo tiempo. Las fábulas de animales forman parte de la cultura común de los pueblos indo-europeos y tal vez constituyan la colección de fábulas más leídas de la literatura mundial. Muchas de las fábulas de Esopo fueron reescritas en verso por el poeta griego Babrio, probablemente en los siglos I y II a.C., y en latín por el poeta romano Fedro en el siglo I d.C. La colección que actualmente lleva el nombre de Esopo consiste, en su mayor parte, en paráfrasis de las fábulas de Babrio. Su escritura influiría considerablemente en escritores posteriores, como es el caso del poeta francés del siglo XVII Jean de La Fontaine y del español Félix María de Samaniego, del siglo XVIII
A 2600 años de Esopo y todavía los bueyes rompen sus alianzas.
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