Don Eloy en la Academia, a cien años de su nacimiento. II/II1911-2011
Carlos Guillermo Cárdenas D.
Durante la gestión rectoral del doctor Eloy Dávila Celis (marzo 1949-agosto 1951), se creó el Instituto de Investigaciones Médicas, adscrito a la Facultad de Medicina, instituto que se convertiría en pionero de la investigación de la Facultad y de la Universidad. El primer artículo de investigación publicado en una revista científica de la calidad de The American Journal of Physiology, totalmente efectuado en nuestra universidad, apareció bajo su rectorado, en enero de 1950. Su autor, el profesor Rosendo Carrasco-Formiguera, español y discípulo del doctor Augusto Pi-Suñer, vino a Mérida en la década cuarenta, desempeñándose como investigador en la Cátedra de Fisiología.
En los dos años y medio que estuvo al frente del rectorado de la Universidad de Los Andes, se desarrolló la Escuela de Ingeniería Forestal creada en el año de 1948, la primera en la América Latina y la única de Venezuela; se adquirió el terreno del Stadium Municipal por un periodo de cinco años para fomentar el deporte universitario; se adquirió el terreno de La Corcovad en el Páramo Santo Domingo, para la Escuela de Ingeniería Forestal, destinados a la conservación de los recursos naturales; con recursos propios de la Universidad se construyeron los locales de la Facultad de Ingeniería Civil; se creó la Biblioteca de la Facultad de Derecho; se contrataron profesores extranjeros; se creó la Dirección de Deportes; se fundó el Instituto de Anatomía Patológica; se creó la Escuela Politécnica de Laboratoristas que más tarde se transformó en Escuela de Bioanálisis; se creó el Orfeón y el Teatro universitario dirigidos por el profesor Luís Arconada; se aprobó el 29 de marzo como día de la Universidad y, se decretó la creación del Parque Sierra Nevada en territorios de los Estados Mérida y Barinas.
Si como universitario ejerció el rectorado con sentido de grandeza y dignidad, como médico lo fue igual. Desde los inicios del viejo Hospital Los Andes el doctor Eloy Dávila Celis ejerció la medicina interna. Sus vínculos con el Hospital Los Andes, construido entre 1930 y 1935, fueron tan estrechos que una fotografía de don Eloy reposó, durante años, en el salón principal de la dirección del viejo instituto hospital.
El doctor José Humberto Ocaríz, el discípulo más antiguo del doctor Dávila, afirma “fue un médico de amplios conocimientos y manos hábiles, con magnífico juicio para valorar los datos del interrogatorio y el examen físico, destacando lo fundamental para una buena orientación diagnóstica y terapéutica”.
“La gloria está en ser bueno y útil”, Simón Bolívar. Don Eloy lo fue en grado eximio. Su extenso currículum de servicios prestados a Mérida y al país fue testimonio de la entrega y dedicación, que ejerció, con responsabilidad.
Sus enseñanzas clínicas fueron ponderadas, sabias y juiciosas disertaciones, dignas del más exponente clínico de la época. Nos enseñó la grandeza de la medicina, lo trascendental del humanismo y lo relevante de la academia. Ejerció la medicina con esmero, con generosidad y, por qué no afirmarlo, con misericordia. Un profesor que hizo de la cátedra universitaria, enseñanza de muchas generaciones médicas regadas en la geografía nacional.
“Mérida, la ciudad más mediterránea de estos lados del trópico caribeño, la más refinada y tal vez la más autárquica” evocando al trujillano Miguel Ángel Burelli Rivas; que creo hace más de dos siglos su propia universidad y sus propios colegios; que se dio la primera constitución de la Provincia de Venezuela; que tuvo tempranamente una arquidiócesis y un seminario tridentino; que le construyó al general Simón Bolívar la primera estatua como Libertador, y así lo proclamó en su paso por la ciudad en aquellos años de mil ochocientos trece; la que con sus cuatro ríos cantarinos -como no tiene otra ciudad del mundo- aprendió los versos de Garcilazo; esa Mérida, que sigue siendo una ciudad con una universidad por dentro, tuvo en don Eloy Dávila Celis, su más conspicuo merideño. (SIC)
Dos merideños presentes en nuestro acervo: Don Eloy y Carlos Guillermo, orgullos de Mérida… Como se observa en estas líneas y en el primer capitulo de este homenaje, visión amplia de humanidad sin vestigios de componenda política alguna… como verdaderos merideños, como ciudadanos de un país donde no existía la bajeza sino en las mentes enfermas por la codicia, la envidia y la mediocridad. gracias a Carlos y a la Academia por este homenaje que, a nombre de todos los Andigenas de corazón se hace en el centenario del nacimiento de Don Eloy Dávila Celis.
Honor a quien Honor merece…
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