2012/04/01

Visitas presidenciales. Derroche y llore después

Editorial 06:21 am 01-Abr de 2012|El Nacional

El Presidente de la República regresó de su primera temporada de radioterapia en La Habana con grandes ánimos polémicos. Vino a pasar en Venezuela 48 horas apenas, para regresar a la isla de sus encantos...

Este será el libreto que nos espera en los próximos meses. El Presidente está y no está | EFE

El Presidente de la República regresó de su primera temporada de radioterapia en La Habana con grandes ánimos polémicos. Vino a pasar en Venezuela 48 horas apenas, para regresar a la isla de sus encantos. Allá tendrá otra serie del tratamiento de cinco días y probablemente regrese por otras 48 horas, ordenará otra cadena, se hará presente, como si dijera "Aquí estoy", mostrará otra vez los edificios en construcción en Fuerte Tiuna exhibidos hasta la fatiga, hará los "pases" de costumbre en las regiones, mostrará los mismos edificios, y la gente ensayada previamente le expresará su agradecimiento por su generosidad.
Este será el libreto que nos espera en los próximos meses. El Presidente está y no está. Promete que esta vez sí les hará caso a los médicos y que cumplirá con rigor la dieta y propiciará el ambiente que su maltrecha salud le reclama.
Un enfermo en situación comprometida como la suya, le advierten y aconsejan los médicos al jefe de Estado, no debe someterse a tensiones extremas y menos a situaciones que le alteren la psiquis. Debe abogar por un clima y un sistema de vida que le sea propicio para la recuperación. Pues bien, la juiciosa exhortación de los profesionales, el Presidente "se la mete en el bolsillo", para usar una frase que él puso de moda. Ante estos hechos la gente se alarma y se pregunta si es que el Presidente no quiere curarse. O si es tan grande la tentación de dominar y dirigir y de ser el único líder que lo demás lo tiene sin cuidado.
Estas idas y venidas del Presidente enfermo tienen implicaciones muy serias y muy graves para Venezuela y para su pueblo. Veamos.
En las pocas horas que estuvo aquí aprobó una reforma de la Ley Orgánica de la Administración Financiera del Sector Público que le abrió la puerta al endeudamiento ilimitado. El Presidente no consultó al Banco Central de Venezuela ni menos a la Asamblea Nacional, a la que le corresponde legislar por tratarse de una ley orgánica.
El Presidente, como de costumbre, extralimitó los poderes que graciosamente le concede la Ley Habilitante, otorgada para que se ocupara de los damnificados del año antepasado. Los damnificados siguen damnificados y él sigue legislando a sus anchas.
Nadie podrá ponerle el cascabel al gato. Este será el año del gran derroche, y después vendrán las lágrimas y los golpes de pecho.
O que pague otro. Esto es la que va a pasar.
De modo que las horas que semanalmente pasa el Presidente en Venezuela serán de tensiones para él y para el país. Sus médicos fracasan. En la cadena del jueves, amenazó a los bancos y a las grandes empresas. Alzó la espada de Damocles contra todo el mundo. Creó un suspenso antes de regresar a La Habana, y aterrada la gente se pregunta con angustia qué sorpresa nos traerá en su próxima visita.
Como no le basta el derroche de los dineros públicos, apelará al endeudamiento ilimitado. Derroche ahora, llore después.

 

Nótese que este es el Editorial del diario El Nacional, periódico que por años y años ha sido el bastión de la llamada(¿?)  “izquierda pensante” del país. El deslinde parece evidente, ya hay que deslastrarse pues la hecatombe truena cercana. Después que la pusieron, ahora pretenden que el barco se hunda con solo unos pocos.

¿Porque no se destrozan la ropa pidiendo una ley de transparencia?

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