2012/09/05

7725.- Sueño bolivariano

Por: Gonzalo Silva Rivas

En 2004 el presidente  oficializó por decreto la creación del Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos, Conviasa.

Al tomar la decisión le puso alas a su recurrente aspiración de restituir y poner a volar una sólida aerolínea de bandera nacional, aunque esta vez con pretensiones que desbordaban el ámbito local. Convertirla en una poderosa compañía “grannacional”, concepto político que canaliza las afinidades conceptuales históricas, ideológicas y socioeconómicas de los países del ALBA.

Conviasa prendía motores para orgullo de Venezuela y se alistaba para converger por los cielos una visión latinoamericanista de integración. Desde 1997 el vecino país vivía una profunda orfandad aérea tras la desaparición de Venezolana de Aviación, Viasa, reconocida y moderna empresa que por 37 años fue una calificada huésped en más de 55 destinos del mundo.

Fiel al eslogan “El tiempo pasa volando” honraba su excelencia en materia de servicio y atención, con la seguridad que garantizaba su amplia y actualizada flota de aviones. A finales de los ochentas la aerolínea empezó a caer en picada cuando la burocracia estatal la tomó para su uso privado y gratuito. Recibió formal sepultura un par de años después de haber sido vendida a Iberia, línea estatal española entonces cercana a la bancarrota que debió ser privatizada al no conseguir levantar cabeza.

Conviasa arrancó con 18 aeronaves y vehementes promesas de expansión de flota y de destinos. Rusia y Europa Oriental se perfilaban como parte del botín dentro del ambicioso proceso de conquista del mercado internacional. Pero con el paso del tiempo los deseos no tomaron cuerpo en la realidad. Su equipo siguió escaso y con falencias de mantenimiento y su cobertura exterior se limitó a pocos destinos como Bogotá, Buenos Aires, Madrid, La Habana y Damasco donde el escenario de guerra le impidió seguir volando. En sus ocho años de historia consolida más sucesos penosos que gozosos.

La Unión Europea la incluyó en lista negra y en abril le prohibió el uso de su espacio aéreo, anotándole serios problemas de seguridad por carencia de certificados de aeronavegabilidad. El alquiler de un avión nuevo y la mediación del Parlamento Latinoamericano le permitieron reanudar sus vuelos interrumpidos temporalmente a Madrid, que le hace riguroso y milimétrico seguimiento. Igual sucede con Bogotá, donde son repetitivos sus problemas técnicos, retrasos y cancelaciones de vuelo.

La empresa bandera venezolana, difusa copia de la afamada Viasa, sigue atravesando su mal momento y nubla el sueño bolivariano.

gsilvarivas@gmail.com

  • Elespectador.com| Elespectador.com
  •  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por su tiempo. Por favor, deje su email y le contestare en privado. Gracias