MARÍA MAS HERRERA| EL UNIVERSAL
viernes 28 de septiembre de 2012 12:00 AM
Dos virus destrozan el sistema inmunológico del país. El virus de la corrupción y el otro, el saqueo. El primero usó como antídoto la contraloría y estuvo presente hasta la llegada del actual gobierno. Con el advenimiento al poder de los milicos se transformó en saqueo. En Venezuela no sólo hay corrupción, sino saqueo. Los fondos públicos se manejan a discrecionalidad de las mafias, la ponzoña absorbe la sangre directamente en las cuentas públicas y ninguna contraloría ve, ni sabe nada. No pueden ver porque la mafia calla. La mafia tiene su código de ética, ―el que la cante está muerto. Fue así como nació el mayor silencio y terror ante la denuncia, instaurándose en los gendarmes una casta de saqueadores que han desangrado el erario nacional. Un pueblo de demonios tomó el control y barruntan el desarrollo de una sociedad sin moral, donde el mal está suelto.
Eso explica el nacimiento de pranes o mafias que controlan los hilos del poder desde las cárceles, la inseguridad y la muerte en las calles, la injusticia de los tribunales, la apatía y desidia de los cuerpos policiales, el desangramiento de los fondos públicos, la chapucera en los trabajos y, finalmente, que un alumno te amenace con un revólver en la cabeza, si le quitas la chuleta en el examen y te espere en la puerta de la universidad para ajustar cuentas. Esto, no es fábula, es mi última experiencia como docente universitaria después de 30 años de profesión.
La campaña electoral destapa las cañerías más hediondas. Caldera es filmado infraganti cuando recibió Bs 40 mil del presunto empresario Wilmer Ruperti para su campaña. El momento para el escándalo coincide cuando desde Miami, el ex magistrado Aponte Aponte, revela, por escrito, que fue una orden presidencial encarcelar injustamente a los comisarios. Finalmente, el circo sobre las averiguaciones del caso en la flamante Asamblea Nacional. J. C. Caldera se despojó de su inmunidad mientras los rojos se rasgaban las vestiduras ante la corrupción. La presa por destrozar no era el diputado sino Radonski, pero la denuncia no logró su cometido.
Lo patético fue observar cómo los diputados del gobierno se laceraron en sus discursos de izquierda para adictos a la desinformación, obviando el esclarecimiento de los siguientes casos: La comisión de 42 millones de euros por la compra de los barcos en España por parte de la Armada (en España hay presos y aquí el hermetismo es escandaloso); el caso Makled; el plan Bolívar 2000; el (CAEZ) relativo al central azucarero de Sabaneta; los 600 millones de dólares de las granjas de la comuna de San Mateo donde lo que se consiguió fue cadillo y mastranto; la comida podrida de Pdval; la desaparición de 390 millones de dólares en el Metro; la maleta de Antonini Wilson; lo de Agropatria; lo de Aponte Aponte, las pagos extras de las compañías extranjeras. Éstos son los platos fuertes. Imagínese los que no salen por menudencia. Ni un destello de ética brilló en el salón. Mostraron una inmoralidad vergonzosa. La sociedad está en grave peligro por la falta de ética del gobierno. Quizás este sea su crimen más monumental.
@mariamasherrera
Esta ardiendo el rancho y las firmas sobran…
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