Honrar honra… reedito el 7746 por cuanto ayer algunos amigos me hablaban de HOSVOL, los hospitaleros voluntarios, me preguntaban si de verdad existían, si eran útiles los cursos que se impartían…
Mejor que otros cuentos de camino, para mi lo vivido me dejo huella imborrable. Por eso hoy lo reedito dando de nuevo y como siempre las gracias, infinitas gracias a esas personas que dedican su vida a darle cariño al CAMINO:
Comencé a caminar en España en el año de gracia del 2005 y tuve la suerte de pasar por Grañón una noche en que llovían perros y gatos. Esa noche fue de mucha importancia para mi vida pues me enfrente a la realidad de la vida del HOSPITALERO VOLUNTARIO, gracias a ese desconocido que allí hacia de Director de Orquesta. Llegué allí tocado por el camino…Días atrás una pareja de enfermeras de urgencias me enseñaron en muy viva demostración, lo que es entregarse al cuidado de otro ser humano en cuerpo y alma. Ante el sufrimiento de un peregrino que hacia el camino convaleciente de una severa operación abdominal, se enfrentaron a la ira de un medicucho que, falto del valor hipocrático, les reclamaba el haber solícitamente atendido al enfermo ( léase darle cariño y comprensión) mientras esperaban que pasara la noche y el galeno apareciese cuando a bien tuviera. Demostraciones sobre el hacer y el no hacer. Demostraciones de cómo atender a los peregrinos.
De manera que la mente estaba predispuesta para evaluar el trabajo de los albergues y, gracias a Dios, al llegar a Grañón, con todo y las limitaciones de ese día y del gran numero de peregrinos, y del peregrino de la operación, nos encontramos con estas personas que nos devolvieron la fe en la humanidad.
Al año siguiente solicité se me incluyese en uno de los Cursos que dictaron en Logroño y, cuando me aceptaron, planifiqué mi Camino del 2006 para coincidir con el curso y continuar posteriormente hacia Santiago.
Maravillosa fue esa experiencia, me gusto la planificación, la ejecución, el contenido, los presentadores, las presentadoras, el ambiente, el material de apoyo y, por encima de todo, conocí personas de gran valía… Hasta el NACHO me aceptó que lo llamara por este nombre… Ana, Marta, Allende, y las demás chicas y chicos que Aloise me guarda tan bien en el cerebro, hicieron que esa tan corta cita fuese una de las mejores experiencias de mi vida. De allí salí con la esperanza de que hubiese la oportunidad de presentarme como Hospitalero ese mismo año, por lo que muy grande fue mi alegría cuando a vuelta de teléfono me informaron que mas adelante en el Camino, en Ponferrada, me esperaban en tal y cual fecha para que debutase como figura.
Dicen que las cosas buenas y malas viene juntas, ese año fueron las buenas las que salieron adelante en mi camino… me presente en Ponferrada con unos cuantos días de antelación a la fecha prevista y eso me dio la oportunidad de conocer a Joseph, el Hospitalero a quien reemplazaría. Caballero de las islas británicas, parco, calmado, hábil, inteligente, paciente… muy paciente, me explicó los detalles, me presentó a los demás integrantes del grupo, me puso en autos…
Y claro, conocí a quienes manejaban el Albergue, a Miguel Ángel, cabeza visible del clero local a los efectos del albergue, solucionador de problemas, medico de cuerpos y almas, mediador, siempre dispuesto a meter la mano por los demás. Evaristo, el hombre rudo asturiano que se nacionalizó como alberguero de Ponferrada y allí se quedó, casi sin salir, de pocas palabras, honrado, vigilante… a Él y a Joseph les obsequié, en muestra de mi amistad, una estatuilla de un Templario, porque en ellos vi representado, con creces, el espíritu indomable del apoyo a la causa.
Y un buen día, magnifico realmente, se apareció por allí el Señor José. Señor con S mayúscula, mecenas del Albergue… gracias a su generosidad se construyó y se mantiene ese albergue. Nadie mas que el tiene la “culpa” de que ese albergue exista… combatiendo en todos los frentes y contra todas las banderas… a pesar de las triquiñuelas y dimes y diretes y nacionalidades y demás banalidades pueblerinas… se construyó, se refacciona, se piensa en su futuro y sigue siendo uno de los mas grandes y mejores Albergues que he conocido en mis seis Caminos de Santiago.
Niño pequeño: problema pequeño… Niño grande: problema grande… Mayor cantidad de “Asesores”, mayor cantidad de “gorrones”, mayor cantidad de Peregrinos, mayor influencia en la comunidad, mayor posibilidad de recibir “visitantes no deseados”, todo ello resumido en labor de Hospitalero de 24X24X15… Grandes y múltiples áreas de servicios que requieren de una muy prolija limpieza pero, con cuanto orgullo te diriges a la puerta de entrada de los peregrinos para abrirla, después de haberle pasado revista a todo el complejo y estar satisfecho con lo que has inspeccionado.
Es muy gratificante y hay que darle gracias a Dios por habernos permitido estar allí colaborando con esas personas que jamás nos recordarán, contribuyendo a que su descanso en una noche de su vida fuese agradable, fecundo, natural, no recordable por incidentes tontos sino por amabilidad, buenas costumbres, tranquilidad y bonhomía.
Esto me lo enseñaron en mi curso de Hosvol, lo reconozco, lo agradezco y lo promociono.
Muchísimo me gustaría acompañarles en las reuniones de Diciembre, pero… “la Mies es mucha y los obreros pocos”… “El vuelo es largo y el dinero es poco”.
Pido al señor me de la oportunidad de visitarles y acompañarles en algún momento en algunas actividades para tener en vivo todo lo que ahora es solo recuerdos… muy gratos, pero… recuerdos…
Chao.
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