Esta foto fue tomada el día 21 de Junio de 2005 en la cruz de Hierro de España. Días antes, yo había sufrido un accidente en el camino, mi pierna izquierda, que se había fracturado un año antes, se quebró nuevamente cuando subía la montaña de Arrés. Imposibilitada de caminar, fui atendida por los médicos, en Logroño, y después de 12 días, en que estuve con mi amiga Malú, recuperándome en el... albergue de Ventosa ( Gracias, Angel - hospitalero y José María - propietario del albergue, que me asistieron física y psicológicamente) y fui aconsejada de volver a mi país. Cuando salí del Brasil, yo tenía el sueño de dormir en la cruz de hierro, en una noche de luna llena. Así, yo compré un par de muletas y comencé a recorrer el arduo camino, que cada día parecía mas difícil, a pesar de la solidaridad de los peregrinos y de la acogida de los encargados de los albergues, que siempre me ponían en la mejor cama, y de fácil acceso a los baños. Era imposible apoyar la pierna izquierda, y apoyando mi peso y el de la mochila, mi rodilla derecha no lo suportó, y se comenzó a hinchar y doler. A veces el dolor era tanto , que yo me sentaba al costado del camino para llorar, y mi desesperación, yo me olvidaba de hablar con Dios. Siempre pasaba un peregrino que, además de su mochila, también cargaba la mía, y la dejaba algunos kilómetros adelante, y fue así que descubrí que los peregrinos también son ángeles, y que las alas son sólo un detalle tonto. A pesar de todas las dificultades, yo llegué hasta Astorga, con mis amigas Alaides, Malu y e Ieda. Allí decidí que mi camino había terminado. No podía flexionar mi rodilla derecha, y la pierna izquierda no podía tocar el suelo. Me senté frente a las murallas de Astorga y lloré todas mis lágrimas! Por una fatalidad, yo había sido expulsada del camino que tanto amaba, la cruz de hierro estaba próxima, pero yo no tenía, piernas para alcanzarla. Me despedí de mis amigas y busqué un taxi, para que me llevase a la cruz de hierro, ya que quería despedirme de ella antes de volver al Brasil. Mis amigas resolvieron seguir conmigo ( jamás me olvidaré de este gesto solidario, de amistad y cariño) y fuimos con el taxi, hasta la cruz de hierro. Llegamos cerca de las diecisiete horas, el día estaba lindo, el cielo azul bordado de nubes blancas, nos dio la bienvenida. Decidimos dormir allí, al aire libre, cubiertas por las estrellas. Mis amigas fueron a descansar y yo comencé a tomar fotos. De repente, todo cambió drásticamente, nubes densas y obscuras bajaron anunciando una gran tormenta. Fue el mayor fenómeno natural que presencié, truenos, vientos fuertes, relámpagos, rayos y yo en el centro, asustada y al mismo tiempo maravillada con la fuerza de la naturaleza. Pero en medio de todo, no tuve miedo, y en cierta forma yo tenía la certeza que en algún lugar secreto, entre la tormenta, estaba Dios y Él no dejaría que nada ruin me sucediese. Mis amigas se refugiaron en la pequeña capilla que había, y yo me quedé en medio del espectáculo, fotografiando todo entre el espanto y el éxtasis. En determinado momento un auto pasó rápidamente y se fue. La obscuridad bajó y no había mas luz para fotografiar, la cruz fue tragada por las sombras y yo me sentí menor que un grano de arena, en la inmensidad del océano. Pero luego, los ángeles mandaron un fuerte viento, para soplar las nubes obscuras...Poco a poco, la luz fue volviendo y yo fui premiada con el mas bello arco iris de mi vida, algo mágico, que iba de un lado al otro, dejando a la cruz de hierro en el centro, algo resplandeciente que iluminaba mi alma, coloreaba mis ojos y me elevaba a un estado de sublimación tan grande que yo me sentía parte de lo sagrado...De las cosas inconmensurables que Dios toca, de un milagro de la vida... Ese era el camino de Santiago, el camino que nos dá exactamente lo que fuimos a buscar. El camino que nos enseña sin juzgamientos, que nos acoge en aquello que nos falta, que entiende nuestra carencia y de alguna forma, nos muestra el verdadero camino: ¡El camino de la fe! Cuando todo calmó, mis amigas vinieron a mi encuentro y sólo entonces yo me di cuenta que no sabia donde estaban mis muletas, yo había corrido de un lado a otro tomando fotos, admirando todo y no me di cuenta cuando yo las abandoné, pero no sentí dolores, ellas no me hicieron falta, a veces yo pienso que en medio de todo aquello yo floté. A veces yo tengo certeza...La noche extendió su manto y la lluvia cayó. Nos acomodamos en el piso del porche de la iglesia, estaba muy frio y con aquel cielo negro yo sabia que seria imposible ver la luna que tanto desee ver. Cerca de las tres de la mañana, me desperté y miré el cielo, mi amiga Ieda, que por causa del frío no conseguía dormir estaba a mi lado y fue en ese momento que las nubes se abrieron y por una fracción de segundos vimos la luna mas linda, de nuestras vidas, cuando llamé a las otras amigas, las nubes tragaron a la luna, ellas no vieron y yo agradecí el regalo de Dios. Allí, encogidita en mi bolsa de dormir yo entendí el mensaje de Dios: ¡Después de la tormenta, viene la calma! De allí yo fui hasta el Albergue Nuestra Señora Aparecida del Brasil, en Vega de Valcarce buscando a mi amigo Itabira, propietario del albergue. Cuando estaba allá, conversando sobre el temporal en la cruz de hierro, entró al local un señor que me dijo haber visto parte del magnífico espectáculo, agregando que pasó con auto la cruz de hierro y vio una persona solita fotografiando la tormenta. Su nombre es José Antonio De La Riera en ese día yo gané un amigo precioso. De allí, llamé por teléfono a Ángel del albergue de Ventosa para darle noticias, le dije que no podía caminar mas, y él entonces me preguntó si yo no quería quedar como anfitriona en el camino del norte, en el albergue de Almuña durante un mes, para mejorarme, acepté al instante, entendí que esta era la forma de Dios me mantenerme en el camino, mi amiga Malu siguió conmigo como mi ángel de la guardia. En ese pequeño Pueblo a las márgenes del mar Cantábrico yo conocí un pueblo tan encantador y feliz que a veces me daba la impresión que yo estaba en un especie de paraíso que Dios preservó y que Él me colocó exactamente allí para alcanzar mis respuestas hasta estar nuevamente en condiciones de volver al camino y mismo con muletas, llegar hasta Muxia, como sucedió. Jamás olvidaré la paz y la plenitud que alcancé entre aquellas montañas encantadas que besan el cielo. Jamás olvidaré el azul del mar Cantábrico que lavó mi alma, jamás olvidaré las gaviotas que me enseñaron a volar y a aproximarme a Dios.¡ Pero esa es otra historia!
En setiembre, yo presenté una de las fotos de la cruz de hierro, en un concurso del correo Gallego, la foto se llamaba EL RAYO y ella ganó el primer premio del concurso . Esa es la vencedora!
"A veces, en medio de nuestros dolores y sufrimientos nos desesperamos tanto, que nuestras lágrimas nos impiden ver los ojos de Dios"- Lady Foppa - ladyfoppa@globo.com
Cuentos de Camino dirán algunos... pero cuantos de estos cuentos no escuchamos y vivimos al estar en el Camino... Nuestra muy querida Lady Foppa, Brasileña, artista, poeta, enamorada, caminante, Dama de grandes miras, se ha tomado la molestia de relatarnos una vivencia, su vivencia... Demos gracias a Dios...
Hermoso relato, dicen que los arco iris aparecen y señalan los sitios donde hay un tesoro escondido, Lady Foppa es un tesoro por su ejemplo, los sueños llegan aunque haya que luchar por ellos.
ResponderEliminarIndudablemente, Ella es un tesoro... y claro... tenemos que luchar por los tesoros... esa lucha dice mucho del valor que les damos... en ingles dicen "no pain no gain" y en español recordamos los versos de "la vida es sueño"... por que los sueños no tienen dueño... gracias por su comentario...
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