15 de Agosto de 1960
Ayer se
cumplieron 53 años de ese día tan memorable para mí. Lunes, 15 de agosto de
1960, principio de semana, primer día de trabajo, segundo intento.
Apartarme
de lo que hacía en mi ciudad natal no resultaba fácil, nueve años cobrando cada
fin de semana alejaban de lo probable todo cuanto no se refiriese a trabajar y
cobrar de inmediato. Los sueños juveniles, siempre presentes, competían con las
realidades a que estaba acostumbrado, sin quejas y sin alharacas.
Los números eran demasiado evidentes: salvo un milagro
fortuito que viniese del Hipódromo, no había actividad que me permitiese
estudiar lo que ambicionaba y, al mismo tiempo, continuar percibiendo lo que
mis empleos temporales me estaban dando; la decisión era fuerte, trascendente,
sin marcha atrás… no era tiempo de titubeos, era la segunda oportunidad… claro estaba
en mi mente que los sueños del espacio abierto y los horizontes azules del
infinito, no eran posibles en el lar de nacimiento. Las averiguaciones con la
gente que conocía y que sabían de la Universidad me indicaban que no estaba en
los planes inmediatos ni a mediano plazo de la Magna Casa de estudios de mi
ciudad el orientar esfuerzos hacia esos campos que me interesaban, quería ser
parte del estudio y trabajo de la conquista del espacio, Espacio, con mayúscula.
El
país si tenía planes al respecto… existía una Organización del Estado que se
dedicaba a estos aspectos… tuve la oportunidad de conocer varios personeros de
la FUERZA AÉREA VENEZOLANA y llegué a la conclusión de volcar mis esfuerzos para pertenecer a esa
organización dejando de lado las comodidades que el trabajo en ese momento me
permitía.
Tras los exámenes de admisión e interminables
entrevistas, se me admitió como Cadete de la Escuela de Aviación Militar y ese día 15 de agosto de 1960 concluyó una
etapa de trabajos temporales de todo tipo, que bien rentaban.
La
EAM fue un renacer con nuevos hermanos, nuevas metas, nuevas esperanzas… era
ser parte de una organización completa, con fines específicos, donde había que
demostrar la madera que teníamos, con hechos reales. Se iniciaba la preparación
para una vida profesional donde el Norte único estaba apuntando hacia el apoyo
a los planes de defensa de la Nación mediante el uso de equipos aéreos.
Descubrir
la FAV, poco a poco, creciendo con y dentro de ella fue, sin duda, una
actividad de 25 horas diarias en las que la sangre de cada uno se convertía en
la sangre de la organización y los instructores de quienes tuve el privilegio
de ser alumno tuvieron, digo yo, la inteligencia y la personalidad para
amalgamarnos con la FAV haciéndonos sentir que cada uno era, per se, la FAV.
La
FAV se convirtió en mi familia a partir de ese día 15 de agosto porque ese día
me adoptó, a mí y a mi familia de sangre.
53
años después, no me arrepiento y agradezco lo que se inició ese día
Mis
500 palabras de hoy.
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