El día que jamás vendría.
Ocurrió un día lluvioso.
El eterno ganador, el inconmovible, el estoico jugador… perdió la cordura…
Sudaba a mares… su box, lleno de allegados, parecía lleno de extraños… no eran las reacciones de siempre, algo diferente cortaba el ambiente ya desde el inicio de las acciones…
Los narradores se cebaban al describir micrométricamente cada uno de sus fallos…
Se cumplía aquello de que al vencedor caído, hasta las uñas hay que raerle…
No se podía creer lo que ocurría ante los atónitos ojos de los espectadores…
El Campeón no reaccionaba… sin importar el contrario, se esperaba una lucha épica…
Y sucedió… en el mínimo de tiempo, en las peores condiciones, el Campeón cayó…
Pareció que lo ocurrido no tenía explicación razonable…
No estaba en la cancha la causa…
Algo ajeno ocurrió que cambió el resultado de una vida de trabajo…
Todos perdimos… ganó el desconsuelo…
¡No perdió!...
El caballero del Tenis abdicó.
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