Un ruiseñor plateado
Vi un ruiseñor plateado
en las gavillas de trigo
pensé que solo fue un sueño
hasta que pasé a su lado.
Con los trinos que emitía
que sonaban como cantos
me fui acercando hasta el
que miraba ensimismado
y trató de alzar el vuelo
yendo a caer a mi lado.
Entonces, me percaté
que sus trinos no eran cánticos
eran los gritos ahogados
de quien está lastimado
que no podía volar
su ala, se había quebrado,
estaba astillado un hueso
y la sangre le cubría
los plumones plateados.
Con cuidado le cogí,
y calenté con mis manos
aquel cuerpo delicado
que temblaba con espasmos
por el dolor que sentía
aquel cuerpo mancillado.
Cure la herida del ala
y lo mantuve a mi lado
dándole la protección
hasta que hubiera sanado.
Cuando vi que aquella herida
se había ya restañado
abrí todas las ventanas
para que volviera al campo,
pero no se quiso ir
y se mantuvo a mi lado.
Ahora todos los días
Canta feliz a mi lado
y sus trinos me resultan
ese regalo soñado
esa música celestial
que los ángeles han creado.
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