2014/02/24

8300.- Editorial de Cesar Miguel Rondón.- 20pts.


EL BAILE Y LA MUERTE

PUBLICADO EL 24/02/14 POR ANA FORERO EN EDITORIALES ETIQUETAS:
  Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Supongo, entonces, que dos imágenes han de decir muchísimo más.
La primera: baila una pareja. Por la manera como bailan uno podría sospechar que no lo hacen con frecuencia, no bailan muy bien. Ella es pequeña, se cubre con una gorra y guarda distancia frente al hombre que la leva en el baile. Éste mira al piso, que no es un detalle que identifique a un buen bailador. Pero, en todo caso, parece que se divierten, se divierten muchísimo. Es una foto de felicidad. La foto que esta al lado es una foto de tristeza: se abre un pasillo entre personas para que pueda llegar un féretro cubierto con el Pabellón Nacional; hay mucho dolor en un momento luctuoso como este.
  ¿Por qué estas dos fotografías están juntas? Es lo que usted ha de preguntarse. ¿Por qué se compara el baile de una pareja con un entierro? ¿Es qué acaso están relacionadas? Sí, cruel, terriblemente relacionadas.
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  Ocurre que en ese féretro va una joven estudiante venezolana que falleció por perdigones disparados a quema ropa por la Guardia Nacional Bolivariana, siguiendo instrucciones del Gobierno del bailarín de la foto anterior. Es decir, el hombre que baila es Nicolás Maduro, su pareja es su señora esposa, conocida como la Primera Combatiente Cilia Flores. Pues bien, eso de combatiente alude a combate. Podemos entonces pensar que la joven que va en la foto de al lado, es una victima, una baja de esos combates. En todo caso, todo esto ocurrió en Valencia, en el estado Carabobo, donde el Gobernador Ameliach había llamado a un “contra ataque fulminante”, y nos había dicho que la orden la daría Diosdado Cabello, quien, hasta la fecha, ha permanecido muy callado.
  En otras palabras, las fotos nos dicen -con demasiada crueldad- que unos celebran y bailan, mientras una familia, por culpa de la misma pareja que baila, está de luto enterrando a un familiar. Esto ocurrió casi en simultáneo, en un país cargado de muertes, de torturas, de abusos e impunidad.
  El señor Maduro baila y está en una guachafita. Está desesperado por demostrar que todo en el país está normal, que no ha pasado ni pasa absolutamente nada. De allí esa indolencia inaceptable de montar una pachanga cuando los estudiantes están enterrando a sus muertos.
  En esta euforia, en esta desesperación por tapar la realidad, Maduro decretó que el 27 -este próximo jueves- sea un día no laborable para conmemorar los sucesos de hace 25 años en el Caracazo. Después viene el largo fin de semana por el Carnaval, así que usted entenderá que el viernes no tiene que decretarlo pero ya forma parte del Carnaval. Y Luego el miércoles de ceniza será 5 de marzo, con lo cual también a lo mejor es no laborable. Pareciera que el señor Maduro está desesperado por llegar a esa playita, a esa orillita, a esa arenita que supone el asueto carnestolento a ver si así se le calma el país. ¿Y si no se le calma señor Maduro? ¿Y si el país se indigna y le da la espalda a usted por burlarse de los venezolanos con esa bailadera? Porque hasta Oscar D’León, que vive de eso, dijo que: “en Carnaval no hay nada que celebrar y yo no voy a tocar con mi orquesta en Carnavales”.
  ¿Y si en Carnavales continúan las protestas? ¿Qué se va a inventar entonces?
  Es una pena, es una pena que este país tenga estos arrebatos de indolencia por parte de las autoridades, y tanto tanto dolor por parte de los ciudadanos.

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