Editoriales de Cesar Miguel Rondón.
La apuesta del señor Maduro fue sencilla: más Carnaval menos manifestaciones en la calle. Es decir, con el largo asueto del carnaval apago todo el ánimo de protesta, este estado de zozobra y de tensión que se esta viviendo en el país. Lamentablemente, el señor Maduro, por lo visto, desconoce un poco la historia del país. Este es un país peculiar, un país donde el carnaval, por ejemplo, no es un hecho menor, ingenuo.
En 1928, en plenos carnavales, en la elección de la reina de carnaval Beatriz I, surgió políticamente una generación importantísima, la generación que marcaría todo el devenir posterior de nuestra política civil: la generación del 28. El discurso de Raúl Leoni, los discursos de los prominentes dirigentes de aquel momento, a propósito de la elección de la Reina de Carnaval, fueron discursos encendidísimos en contra del General Gómez y allí arrancó un estallido político importantísimo.
Los carnavales en este país nuestro, tan particular y a veces tan caprichoso, no son poca cosa. Así que el señor Maduro pensó que si le subía volumen al carnaval, si le daba más días, iba a lograr calmarlo todo, pero no fue así.
Ayer fue su primer día de carnaval a juro y la calle estuvo más encendida que nunca. Hubo una masiva manifestación en El Rosal, en Caracas, y luego terminó –aunque no esté muy claro el por qué- en una represión terrible por parte de la Guardia Nacional Bolivariana.
No sé cuanto estará gastando la Guardia Nacional en bombas lacrimógenas. Ayer leía en un tuit de la periodista española Alicia Hernández, que aproximadamente entre 5 y 25 dólares costaba cada lacrimógena. Allí debe estar yéndosele una fortuna al Gobierno, amén de un capital político importantísimo que también se le esta yendo de las manos. Igual hubo exceso de bombas en la Plaza Altamira. Pero se le trancó la Panamericana y tuvimos manifestaciones en todas las principales ciudades del país.
Y la situación por lo visto va a seguir. Hasta Henrique Capriles es ya voz cantante en esto de apoyar la calle. Las protestas, pues, seguirán en la calle.
Si hacemos el balance y comparamos la foto de El Carabobeño, con la playa de Isla Larga vacía, contra las fotos de las multitudes en protesta en el día de ayer, podemos decir que el Gobierno perdió su primer día de asueto; el tiro le salió por la culata.
Este país no quiere carnaval, este país quiere resolver su problema político, su problema económico, su problema social. Lástima que Maduro, entre tantas otras cosas, desconozca también la historia patria. Algo le han podido comentar de aquellos carnavales de 1928 y todo lo que significaron en la historia de la democracia venezolana.
Me pregunto, entonces, ¿cómo terminarán estos del 2014?
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