LA OPCIÓN PACÍFICA
Fortunato González Cruz
Por la calle real
Fortunato González Cruz
Por la calle real
Nuevamente proliferan los mensajes de llamado
al paro cívico y a las protestas violentas, y uno que otro militar se
“pronuncia” sobre la situación del país y llama a la rebelión. Me parece que no
han comprendido el modelo chavista-madurista ni aprendido las lecciones de los
fracasos con sus elevados costos en vidas inocentes. Incluso es posible que se
origine en los laboratorios del régimen.
El régimen ni dialoga, ni pacta, ni comprende;
su soberbia no tiene límites y su línea es seguir adelante con la revolución
cueste lo que cueste aunque el país quede arrasado. Hay rojos que no ven sino
por los ojos de Benjamín Franklin en el billete de 100 dólares, o, como la suma
de todas las imbecilidades, a través del canto de pajaritos. El régimen dejó de
ser constitucional para transmutarse en un grotesco sistema cuya base es la
apropiación sin límite de los recursos públicos y los que generan las alianzas
que manejan los negocios petroleros, de la droga, del cambio de moneda y del
contrabando. Defenderán sus privilegios hasta las últimas consecuencias y eso lo
debieran tomar en cuenta los que llaman a la violencia. ¡Deberían tener enfrente
la imagen de Génesis Carmona!
Con un régimen de estas características,
quienes llaman a la violencia debieran preguntarse si están dispuesto a ocupar
la primera línea de fuego, por cuanto tiempo, con que apoyos y sobre las
posibilidades reales de ganar y a que costos. Tengo razones para dudar de las
posibilidades de éxito de esta propuesta, como de la capacidad de sacrificio de
los que la aúpan.
Quizás lo que convenga, y es una hipótesis que
también ofrece dudas, es denunciar de todas formas y maneras la quiebra del
modelo democrático y las atrocidades cometidas por el régimen, señalar los
atropellos a los derechos humanos y la inmensa corrupción que es la causa
fundamental de la crisis económica. Sobre estas bases y el evidente deterioro
del respaldo popular al régimen, llenarles la boca de votos en las
parlamentarias, quizás el último de los espacios democráticos que nos queda, con
todas las dudas y faltas de garantías que conocemos. Se han blindado mediante
un golpe a la Constitución al asaltar entre aguinaldos los poderes públicos y
aun así, su debilidad es evidente.
Ir a unas elecciones con todos los poderes
secuestrados en un enorme riesgo que sólo puede enfrentarse con sensatez y
coherencia. Desaprovecharla es volver al error del 2005 cuando algunos líderes
de la oposición llamaron a la abstención. Es verdad que nos han escamoteado el
voto pero es peor que nosotros mismos nos lo robemos. Ir de nuevo a votar es una
riesgosa posibilidad pero no dudo en que hay que aprovecharla y llamar al pueblo
a manifestarse en favor de la defensa de su derecho a una patria libre y
próspera mediante la expresión libre de su voluntad. De ganar las elecciones
parlamentarias con una votación contundente, la oposición estaría en condiciones
de ir recuperando la institucionalidad democrática, la tranquilidad ciudadana,
la economía y los valores de ciudadanía. Me inclino por este camino con todos
los riesgos que implica, pero que evitaría mucho dolor y eso bien vale la
pena.
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