Las 500
palabras de hoy 13 de abril del 2015.
Hace alguno años mantuve un programa de radio
llamado MADRUGONEANDO, para ser justo debo declarar que me dio satisfacciones
por cuanto que los escuchas llamaban a la radio y pedían que, a futuro, se
hablase de tal o cual cosa.
MADRUGONEANDO es un término con el cual
denomino la acción de levantarme temprano en la madrugada y con la mente
abierta dedicarme a leer en la biblioteca sobre temas de cualquier índole,
tratando de alcanzar aspectos interesantes... esto no demuestra erudición ni
nada por el estilo, solo muestra mi interés por buscar el sentido que, en
buenas condiciones de temperatura y presión, pueda obtener de esas tan
maravillosas frases y oraciones que otras personas han escrito para describir
situaciones, estados mentales, noticias, aberraciones, milagros, epopeyas,
desastres, farsas, discursos políticos, conferencias anodinas, disertaciones
magnificas, clases magistrales... etcétera.
En mi época de niño tuve la fortuna de pasar
muchas tardes conversando con una Tía abuela quien escribió varias obras bajo
el seudónimo de T de la Sierra... para ella, y mi felicidad, una de las cosas
gloriosas de la lectura estriba en descubrir lo que el autor tenía en mente a
la hora de sentarse a cavilar el orden y el sentido de las palabras y, en
proyección, el orden y el sentido de las ideas que se quieren reseñar...
aducía, Ella, que en cada escrito, corto o largo, hay algo, una palabra, una
frase, una situación, que decanta lo que se quería decir, que define el conjunto...
por ejemplo, ella me llevó hacia KONTIKI, Thor Eyerthal y su gran aventura de
ir, en nuestra época, en balsa, desde el Perú hasta la Polinesia para demostrar
que si había sido posible ese viaje siglos atrás.
El libro lo leímos y releímos muchas veces...
ella trataba de conseguir varios objetivos de ocasión: Hacerme vocalizar para
hacer agradable la lectura a los posibles escuchas; Hacerme preguntar por todos
los posibles significados de las palabras que se empleaban en el libro; Hacerme
buscar el sentido de cada frase que se producía en la balsa. Alcanzar la
cúspide de la comprensión: buscar la frase cumbre del libro entre las frases
que nos llamaban la atención por sus connotaciones.
Yo no era un aprendiz muy listo que se diga,
pero ella estaba llena de paciencia y cariño y por eso las tardes eran tan
absurdamente agradables... Vivía yo
maravillado de la agilidad mental de mi Tía Teolinda, de la forma como saltaba
de un tema a otro, de como se daba maña
para inducirme a buscar en muchos otros libros el sentido de “ese” libro que
leíamos. Ella, que nunca salió de Mérida en su vida, me hablaba de las Calles
de París y de Madrid, me paseaba por las avenidas de Buenos Aires, me paseaba
por El Vaticano... parecía que había hablado con Tolstoi la semana pasada,
Kafka era uno mas de la familia, Chejov era otro amigo, El Sueño de una noche
de verano parecía que había sido el sueño de anoche...
Influyó en mi vida mucho más de lo que nadie
pudiera esperar, me enseñaba con HUMILDAD, descubríamos “juntos” el mundo,
“escuchábamos” la música de los conciertos y de los bailes...
Desde allí donde está, a la vera del Creador,
me mira cuando ahora, siglos después, me siento frente a la pantalla a seguir
buscando significados para las palabras y las frases que leo y escucho... ríe
conmigo cuando en el DVD busco la escena de El Manzano Azul donde el Abuelo
indica a su nieto que “... salio de su casa a los veinte años, a buscar su
destino... y regreso a los cincuenta a su casa, su vieja casa... a su destino.
Baila conmigo cuando tarareamos y reímos y nos
preguntamos: ¿Por quien doblan las Campanas?
Mérida, madrugada del 13 de abril del 2015 y
son 646 palabras.
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