¿Negociar o
default?
Para un
Gobierno tan poco dado a tomar decisiones económicas y financieras acertadas,
podría considerar bien acertado su compromiso para cumplir cabalmente con sus
obligaciones financieras externas.
Caer en
default no traería nada positivo o bueno ni para el país ni para la población en
particular. Por lo contrario, derivaría en consecuencias inevitables por
demandas y embargos; por las dificultades para conseguir exportadores dispuestos
a trabajar con Venezuela y el cierre de negocios ante la falta de crédito son
secuelas que conspiran para cobrarle caro a los venezolanos; un costo que no se
justificaría por el supuesto alivio de la suspensión de pagos
internacionales.
En septiembre
de 2014, los economistas Ricardo Hausmann y Miguel Ángel Santos publicaron un
artículo titulado ¿Habrá default en Venezuela?. En ese análisis
Hausmann y Santos se preguntaban si Venezuela debería pagar la deuda. Una
interrogante que ellos mismos respondieron: “siempre que se pueda cumplir
con las obligaciones asumidas, eso es lo que se debería hacer. Es lo que la
mayoría de los padres enseñan a sus hijos. Pero el cálculo moral se complica
cuando es imposible cumplir con todos los compromisos y se hace necesario
decidir cuáles cumplir y cuáles no”.
En su
artículo, Hausmann y Santos enumeraron un cúmulo de defaults en los que había
caído el Gobierno con acreedores y proveedores internos, los cuales lejos de
haber disminuido se han incrementado en los últimos meses. Afirmaban que el
Gobierno estaba en la obligación ética de cumplir no solo con los acreedores
externos, sino también con los internos, e incluso estimaban que a estos últimos
había que darle prevalencia, pues ellos eran los que garantizaban la buena
marcha del país y la calidad de vida de los ciudadanos.
Las reservas
internacionales del país han venido disminuyendo persistentemente en los últimos
meses, para caer a razón de $85 millones por día hábil en las últimas seis
semanas. Una espectacular merma que indica claramente que cada día se hará más
y más difícil seguir sirviendo la deuda, especialmente si se tiene en cuenta los
$5 millardos a pagar en noviembre de este año.
De allí se
plantea que si el Gobierno podrá seguir sirviendo la deuda sin sacrificar muchas
otras necesidades vitales para el bienestar de los venezolanos. Pareciera que al
país se encuentra en una encrucijada.
Pero,
VenEconomía es de la opinión que la disyuntiva del Gobierno no es caer
en un default o dejar en la inanición a la nación. Y considera que la mejor
opción es la de la reestructuración de la deuda.
De allí que lo sensato sería que el Gobierno en vez de empecinarse en realizar ese pago, llamar a sus acreedores para sentarse a renegociar la deuda con ellos, y así correr los vencimientos por unos dos a tres años. Esto le daría cierta libertad para manejar la crisis económica que atraviesa el país en la actualidad.
De allí que lo sensato sería que el Gobierno en vez de empecinarse en realizar ese pago, llamar a sus acreedores para sentarse a renegociar la deuda con ellos, y así correr los vencimientos por unos dos a tres años. Esto le daría cierta libertad para manejar la crisis económica que atraviesa el país en la actualidad.
En su artículo
Hausmann y Santos sugirieron que “si las autoridades adoptaran políticas con
sentido común y buscaran el apoyo del Fondo Monetario Internacional y otros
prestamistas multilaterales, como lo suele hacer la mayoría de países en
problemas, se le aconsejaría renegociar la deuda externa”. Sostenían que de esa
manera “el peso del ajuste se compartiría con otros acreedores”; “la economía
ganaría tiempo para recuperarse” y “los tenedores de bonos harían bien
reemplazando sus papeles actuales por instrumentos de más largo plazo que se
beneficiarían de la recuperación económica”.
A los nueve
meses de la publicación de su artículo, esas acotaciones de Hausmann y Santos
siguen tan vigentes como el primer día.
La
renegociación sería, en opinión de VenEconomía, una salida honorable
para el Gobierno y le daría un respirito a los venezolanos. Pero, eso sí,
difícil para quienes hoy deciden las políticas, ya que cualquier proceso de
renegociación incluiría la divulgación de información completa y fidedigna sobre
la marcha de la economía.
Editores de VenEconomía
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