Thiago Pereira: Cuando una medalla de plata vale por 23
El brasileño es el máximo medallista en la historia de los Juegos Panamericanos. El valor que puede tener una medalla, depende del compromiso y la meta alcanzada que representa, así es como una presea de plata puede valer igual o más que una de oro
Pereira hace historia en Toronto (AP
EL UNIVERSAL sábado 18 de julio de 2015 09:42 PM
Canadá, 19 Jul 2015 (AFP) - Hay medallas de plata que valen más que las de oro, pues todo radica en el valor sentimental que se le dé, y de eso sabe mucho el brasileño Thiago Pereira, quien este sábado, en un lapso de 20 minutos, se convirtió en el atleta más condecorado en la historia de los Juegos Panamericanos.
Pereira, el chico delgado y comunicativo al que los brasileños llaman cariñosamente 'Míster Pan', ganó dos medallas en la última fecha de la natación panamericana, lo que le convirtió en el atleta que más medallas ha ganado en la historia de los Juegos Panamericanos, con un total de 23.
Primero, conquistó la plata en la prueba de los 200 m combinado individual, con la que igualó el récord de 22 metales panamericanos del ex gimnasta cubano Erik López, y luego alcanzo otra de oro como reserva del relevo brasileño de 4x100 medley, con la que llegó a las 23 medallas.
"Ahora dirán: como Thiago nunca habrá otro", dijo feliz el nadador de Volta Redonda, poco después de completar su hazaña.
Con las dos medallas colgadas al pecho, Thiago besa la de plata, y cuando los periodistas quieren saber por qué lo hace, responde convencido: "ésta es la más importante de toda mi carrera".
Y tiene razón. Si no hubiera ganado la medalla individual en los 200 m medley hoy sería el brasileño que empató el récord de López, algo loable, pero no histórico.
La historia la escriben los triunfadores, y Thiago es un campeón, de mente y corazón.
Pudo haber alcanzado a López el jueves, cuando llegó primero en la final de los 400 m medley, pero el destino y los nervios le jugaron una mala pasada y fue descalificado.
"Fue un momento difícil. Un momento que te hunde o te levanta. Son traspiés de la vida que uno tiene que asumir", dice ahora que pudo pasar la página triste.
"Me sentí ansioso porque tenía mucho deseo de ganar una medalla en ese momento. Sentía que la tenía y la perdí porque cometí un error, hasta cierto punto infantil, imperdonable para un nadador tan experimentado como yo", añade.
Confiesa sin pudor que esa noche "no pude dormir, pensando y pensando en qué me había equivocado. Me costó mucho trabajo aceptarlo. Pero cuando se compite varios eventos en tan corto tiempo tienes que olvidarte de todo eso y prepararte para la siguiente prueba", apuntó.
Los periodistas le asedian, quieren saber cuál es la clave del éxito de su perdurabilidad desde Santo Domingo-2003. Cuatro Juegos Panamericanos. Dieciséis años en las piletas repitiendo ejercicios hasta el cansancio, pero nunca hasta el aburrimiento, porque para Míster Pan la natación es su vida.
"En único secreto es mucho trabajo, mucho sacrificio, mucho esfuerzo. Saberse levantar cuando te caes, y no pensar nunca que eres perfecto", revela.
Cuando le preguntan como espera que le recuerden dice: "Espero que me recuerden como el atleta que siempre dio lo mejor de sí para su país, para Brasil y mi gente brasileña".
Un edecan del evento viene a llevárselo, pues tiene que ir a hacerse la prueba antidoping. Y él se va tranquilo, sonriente, pidiéndole disculpas a los periodistas que le asedian, y sosteniendo en la mano su medalla de plata, una plata que vale por un oro de 23 quilates.
Pereira, el chico delgado y comunicativo al que los brasileños llaman cariñosamente 'Míster Pan', ganó dos medallas en la última fecha de la natación panamericana, lo que le convirtió en el atleta que más medallas ha ganado en la historia de los Juegos Panamericanos, con un total de 23.
Primero, conquistó la plata en la prueba de los 200 m combinado individual, con la que igualó el récord de 22 metales panamericanos del ex gimnasta cubano Erik López, y luego alcanzo otra de oro como reserva del relevo brasileño de 4x100 medley, con la que llegó a las 23 medallas.
"Ahora dirán: como Thiago nunca habrá otro", dijo feliz el nadador de Volta Redonda, poco después de completar su hazaña.
Con las dos medallas colgadas al pecho, Thiago besa la de plata, y cuando los periodistas quieren saber por qué lo hace, responde convencido: "ésta es la más importante de toda mi carrera".
Y tiene razón. Si no hubiera ganado la medalla individual en los 200 m medley hoy sería el brasileño que empató el récord de López, algo loable, pero no histórico.
La historia la escriben los triunfadores, y Thiago es un campeón, de mente y corazón.
Pudo haber alcanzado a López el jueves, cuando llegó primero en la final de los 400 m medley, pero el destino y los nervios le jugaron una mala pasada y fue descalificado.
"Fue un momento difícil. Un momento que te hunde o te levanta. Son traspiés de la vida que uno tiene que asumir", dice ahora que pudo pasar la página triste.
"Me sentí ansioso porque tenía mucho deseo de ganar una medalla en ese momento. Sentía que la tenía y la perdí porque cometí un error, hasta cierto punto infantil, imperdonable para un nadador tan experimentado como yo", añade.
Confiesa sin pudor que esa noche "no pude dormir, pensando y pensando en qué me había equivocado. Me costó mucho trabajo aceptarlo. Pero cuando se compite varios eventos en tan corto tiempo tienes que olvidarte de todo eso y prepararte para la siguiente prueba", apuntó.
Los periodistas le asedian, quieren saber cuál es la clave del éxito de su perdurabilidad desde Santo Domingo-2003. Cuatro Juegos Panamericanos. Dieciséis años en las piletas repitiendo ejercicios hasta el cansancio, pero nunca hasta el aburrimiento, porque para Míster Pan la natación es su vida.
"En único secreto es mucho trabajo, mucho sacrificio, mucho esfuerzo. Saberse levantar cuando te caes, y no pensar nunca que eres perfecto", revela.
Cuando le preguntan como espera que le recuerden dice: "Espero que me recuerden como el atleta que siempre dio lo mejor de sí para su país, para Brasil y mi gente brasileña".
Un edecan del evento viene a llevárselo, pues tiene que ir a hacerse la prueba antidoping. Y él se va tranquilo, sonriente, pidiéndole disculpas a los periodistas que le asedian, y sosteniendo en la mano su medalla de plata, una plata que vale por un oro de 23 quilates.
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