Las gríngolas del comunismo
El lobo feroz se instaló en Venezuela, y lleva puestas unas gríngolas que le impiden ver el desastre económico y social en el que ha sumido al país.
De sus fauces se excretan la ingente escasez; la desbordada inflación; la extrema distorsión en los tipos de cambio, que van desde el privilegiado Bs.6,30:$ al alcance de unos pocos bolivarianos hasta el impagable que rompió la barrera de los Bs.600:$ mientras devora las reservas internacionales, incluyendo el ahorro en reservas que representan los Derechos Especiales de Giro, de los cuales apenas quedan unos $1,28 millardos.
Mientras, los venezolanos están en estado de choque, asustados sin saber hasta cuándo podrán seguir sorteando la falta de alimentos, medicinas y un sin fin de bienes indispensables para su sobrevivencia. Ya no saben cuánto costará el producto que ayer apenas pudieron pagar con el salario que devengan, sea el salario mínimo, el doble o el triple de este. No hay salario que pueda soportar el incesante incremento de los precios, incluyendo los bienes y productos controlados que obtienen de los bachaqueros.
Los que tienen ingresos mayores, invierten en divisas, en la bolsa de valores o en bienes no perecederos para tratar de resguardar el valor de la moneda.
El sector productivo, los importadores y los comerciantes (los que son ajenos al proceso o no están enchufados) están endeudados en divisas que el Gobierno se niega a suministrar, según lo convenido cuando les autorizaron las compras en el exterior. Ni qué hablar de cuáles serán los precios de reposición de las materias primas, o productos terminados, para la próxima compra.
Como afirma Boris Ackerman en su artículo Dinero de Monopolio, publicado en VenEconomía Mensual de junio, hoy los venezolanos reciben a cambio de su trabajo y esfuerzo simples billetes de monopolio que representan una mínima fracción de lo que devengaban generaciones anteriores de empleados u obreros. En realidad, es muy poca la gente en Venezuela que alcanza el equivalente a lo que era el salario mínimo durante esos años de la mal llamada “cuarta república”.
Un análisis en el cual se pregunta ¿por qué el bolívar ha dejado de ser dinero de calidad para convertirse en la práctica en dinero de monopolio? En él enumera las características que debe tener un bien para ser dinero, pasando y analiza si el bolívar tiene o no esas mismas tipologías.
Estas propiedades en síntesis son:
1) Ser valorado por muchas personas quienes están dispuestas a brindar su trabajo a cambio de ese dinero y a mantener el dinero como mecanismo de ahorro. Y afirma que el bolívar en la actualidad ha dejado de ser valorado como mecanismo de ahorro.
2) Tener la condición de escaso, a fin de que las personas estén dispuestas a entregar el fruto de su trabajo. Señala que lamentablemente la cantidad de bolívares en circulación crece en forma muy acelerada, tanto así que en los últimos cinco años, se ha multiplicado por 10.
3) Durabilidad. Algo que no dure, no puede ser dinero, algo que pierda valor en forma constante, no será dinero. Y explica que el bolívar al crecer en cantidad por obra y gracia del Banco Central de Venezuela, pierde valor, es decir, deja de ser duradero.
4)La posibilidad de ser transportado o transferido. Afirma que si bien, en teoría, el bolívar puede ser transportado, debido al control de cambios, el bolívar carece de valor alguno fuera del territorio venezolano, y eso lo hace aún de peor calidad.
En resumen, el bolívar carece de las condiciones necesarias para ser considerado dinero. No es valorado. No es escaso. No es duradero y no es transportable.
Esa situación, se debe a factores atribuibles en su totalidad a las políticas populistas del Estado que van desde el excesivo gasto público que deriva en un déficit fiscal extremo, a su vez cubierto con emisión monetaria, el ataque a la propiedad privada en el país que ha destruido la confianza y, en consecuencia, la valoración de los activos dentro del territorio nacional y el control de cambio que impide la convertibilidad del bolívar.
En definitiva, el país es un caos. Y según se percibe en la renuencia a tomar correctivos, eso es lo que tenía como objetivo el Plan de la Patria Socialista. Tal parece que la situación a la que se ha llegado es la que se perseguía cuando Hugo Chávez instauró en Venezuela un modelo de país a imagen y semejanza del mar de la felicidad.
Editores de VenEconomía
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su tiempo. Por favor, deje su email y le contestare en privado. Gracias