Aquí les va.
ARTÍCULO DE SUMITO ESTÉVEZ. UN POCO LARGO PERO NO SE ARREPENTIRÁN DE LEERLO
¿Por qué yo no podría votar por el chavismo?; por Sumito Estévez
1983 es el año en que me gradué de bachiller. También fue el año en
que mi papá tuvo el accidente. Pero antes de contarle sobre aquello que mantuvo
a mi padre hospitalizado durante casi dosaños, uno de ellos sin poder moverse de
la cama, y antes de contarles que yo estudié Física y luego me hice cocinero,
déjenme empezar por contarles quién es quién en mi familia.
Mi padre es hijo de María Laprea y de Aquiles Nazoa, el poeta. La
historia sobre por qué él es Nazoa y mi padre es Estévez es larga de contar, así
que mejor la dejamos para otro día. Lo importante acá es que mi abuela es de San
Fernando de Apure y mi abuelo de El Guarataro, en Caracas. Es decir: yo no
tengo abuelos paternos adinerados que le dejaran herencia o negocios a mi padre.
Todo lo contrario: cuando miabuelo murió ni siquiera tenía casa propia. La casa
que tiene mi abuela, que sí es propia, se la regalaron gracias a una vaca que
hicieron los artistasamigos de mi abuelo cuando murió, para ayudarla.
Yo tengo un tío famoso. Se llama Claudio Nazoa. Jamás ha vivido fuera
de Caracas y le conozco sólo cuatrodirecciones: Casalta, Caricuao, La Pastora y
ahora la casa de mi abuela. Es decir, toda mi familia paterna es del oeste de
Caracas y sólo han vivido allí.
Mi madre es de la India y, casualmente, también es hija de un
escritor. De un escritor comunista, como lo era también mi abuelo Papaquiles,
que es como yo le decía cuando era niño. A mi abuelo de la India le decía
“darlli”, que es algo así como abuelo, según mi mamá, que es quien sabe hablar
como hablan allá. La familia de mi mamá tampoco es de dinero: por lo visto eso
de ser escritor es mal negocio. Tampoco a mi mamá le dejaron herencia o alguna
propiedad.
La primera (y única) casa de mi mamá la compró cuando yo tenía
15 años. Allí vive todavía. Hasta que yo tuve quinceaños, mi mamá vivía
alquilada.
La primera (y única) casa de mi papá, la construyó cuando yo tenía
18 años. Allí vive todavía. Hasta que yo tuve dieciocho años, mi papá vivía
alquilado.
II
Mi mamá y papá se conocieron en la Unión Soviética, porque allí ambos
estudiaron sus carreras universitarias. Mi papá es Físico y mi mamá es Filóloga.
Por las fotografías, se ve que fueron muy felices durante esos seisaños en
Moscú. Y, claro, eran comunistas. Cuando terminaron suscarreras, se vinieron a
Venezuela y toda su vida profesional transcurrió dando clases en la Universidad
de los Andes, hasta que se jubilaron. Mi mamá y mi papá son docentes jubilados.
Ambos le dieron todo su esfuerzo a este país. Sólo a este país. Su meta fue
formar nuevas generaciones y lo lograron.
Tengo dos hermanos y una hermana. Para no hacer esta historia muy
larga, permítanme contarles sólo una pequeña historia de mi hermana. Fue
chelista muchos años porque la formó ese gran proyecto que es el Sistema
Nacional de Orquestas Juveniles. Eso fue por allá en el año 1983, o quizás
antes. Ella es la única que estudió en una universidad privada, pero lo hizo
porque allí estaba la carrera que quería y lo logró porqué el gobierno le dio un
crédito. FundaAyacucho se llamaban esos créditos. Y aunque casi todo el mundo
los usaba para estudiar en el exterior, ella quiso quedarse. La beca la
consiguió solita, sin pedirle ayuda a mi papá ni usar palanca. Mi hermana es tan
inteligente que sacó 20 en la carrera y FundaAyacucho la premió condonándole
toda la beca.
Ahora volvamos a 1983, cuando mi papá tuvo el accidente y yo me
graduaba en el Liceo Libertador de Mérida. El accidente de tránsito de mi papá
fue un espanto: pasó un año en cama y otro año hospitalizado en rehabilitación.
Durante esos dos años su hogar fue el Hospital Pérez Carreño, en Caracas. Por
suerte estaba casi al lado de la casa de mi abuela. Mientras mi papá estaba
hospitalizado, yo entré a estudiar Física en Mérida y pronto conseguí un salario
como preparador. Tenía 18 años y empecé a vivir con Patri, mi ex esposa, en un
anexo de 10 metros por 3 que era como una mansión para nosotros. Patri también
trabajaba. Los dos ganábamos sueldo mínimo. Al igual que mi mamá, mi papá,
mis abuelos y yo, Patri es eso que llaman de izquierda. Patri es colombiana,
pero llegó muy chiquita. Su papá era obrero textil.
¡Y casi me olvido de Misael! Misael es como mi hermano, pero no es mi
hermano. Mejor dicho: es como hijo de mi papá pero no es su hijo. Mi papá lo
conoció hace poco más de treinta añosen una feria de ciencias en el liceo que
hay en Bailadores, una poblacióncampesina de Mérida. Misael es hijo de
campesinos. Recuerdo perfectamente que cargaban un camión con verduras y se iban
por carretera a venderlo a todos los rincones de este país. Misael terminó
estudiando Física como mi papá y como yo. Luego se fue becado para ir a Alemania
y a España. Hoy trabaja como profesor en la Universidad de los Andes. Misael es
de las personas más geniales que conozco. Su obsesión ha sido inventar y
construir aparatos que ayuden a las personas que han perdido movilidad. Saco
cuentas y Misael debe estar por jubilarse. Nunca se lo he preguntado, pero
probablemente Misael también es de izquierda. Tiene pinta.
III
Mi familia nunca supo hacer dinero y ninguno hizo negocio. De todos,
el único que medio salió así fui yo. Hago negocios, pero eso sí: al igual que
todos los que me han antecedido, no me han dejado ni herencia ni propiedades. Y
vivo en mi casa, la única que tengo.
Pertenezco a una familia a la que le desesperaba ver pobres por un
lado y corruptos por el otro. Lo que es peor: sentíamos que era un ciclo sin
fin. Nos formaron para querer luchar contra las desigualdades. Nos formaron para
entender que socialismo no es una utopía sino una posibilidad de un mundo más
justo. Vivíamos en un mundo muy injusto. Venezuela era muy injusta.
Y todos votamos por Chávez.
No lo digo a modo de confesión ni de mea culpa. Chávez no ganó porque
le regalaran la elección: ganó porque representaba la esperanza de una Venezuela
menos desigual. Pero tampoco es que Chávez ganó en 1998 en una Venezuela
destruida.
No.
En esa Venezuela que encontró Chávez a mi padre lo salvaron y
cuidaron en un hospital público. Nunca pagó un centavo.
En esa Venezuela que encontró Chávez el presidente era enemigo
ideológico de mi abuelo y, aun así, el Estado le pagó el entierro.
En esa Venezuela que encontró Chávez los hijos de Raúl Estévez y
Anusuya Singh, es decir: mis hermanos y yo, estudiamos en colegios públicos toda
la vida. Mis padres nunca pagaron un centavo.
En esa Venezuela que encontró Chávez mi hermana aprendió a tocar
cello en un sistema público y luego fue becada por el gobierno para ser
psicopedagoga.
En esa Venezuela que encontró Chávez el hijo de un campesino terminó
siendo profesor de Física en la universidad, mientras su padre vendía sus
verduras por las carreteras asfaltadas del país.
En esa Venezuela que encontró Chávez, mi abuela, esposa de poeta, mis
padres, hijos de poetas, y mis tíos, hijos de poeta, pudieron comprar casa
propia.
En esa Venezuela que encontró Chávez, Patri y yo pudimos vivir solos
con el sueldo mínimo de ambos. Y, de paso, con el tiempo comprarnos un Fiat
Tucán usadísimo.
Y es válido que ustedes se pregunten a estas alturas: “¿Y entonces?
Si todo era tan chévere, ¿por qué éste votó por Chávez?” Ya lo dije: no éramos
un país destruido, teníamos cosas muy buenas, pero había pobres y corruptos.
IV
Mi madre está jubilada, ya lo dije. Y le mando mensualmente dinero, porque con lo que gana sería imposible que pudiese comer. Tiene 79 años y toda la vida le gustó la leche, en particular la leche en polvo. No puedo mandarle. Y me da una impotencia enorme saber que durante sus últimos años siente que haberlo dado todo por este país no fue suficiente.
Mi madre está jubilada, ya lo dije. Y le mando mensualmente dinero, porque con lo que gana sería imposible que pudiese comer. Tiene 79 años y toda la vida le gustó la leche, en particular la leche en polvo. No puedo mandarle. Y me da una impotencia enorme saber que durante sus últimos años siente que haberlo dado todo por este país no fue suficiente.
Vivo en una Venezuela donde quien va a un hospital público o estudia
en un colegio público lo hace porque no tiene opción: porque es pobre.
Ya dos adolescentes enamorados no podrían vivir alquilados si ambos
ganan sueldo mínimo. Y el hijo de un campesino jamás podrá llegar a ser profesor
de Física en una universidad. Y si muere un poeta que se oponga alPresidente de
la República, no será reconocido por el Gobierno. El mismo Gobierno que, a falta
de obras contundentes, presenta al Sistema Nacional de Orquestas como si fuera
un invento de ellos.
Ni siquiera yo, que soy negociante, podría hoy comprarme una casa
propia. Mucho menos quien decide ser profesor universitario.
Vivo en una Venezuela en la que hoy domingo, día en que escribo esto
desde las entrañas, venía en mi bicicleta luego de rodar muchos kilómetros y
decidí descansar en la sombrita del puesto de la policía de tránsito en la
entrada a la vía hacia el aeropuerto de la isla de Margarita, para agarrar aire
y seguir. Y ahí tenían parado a un camionero andino y recordé a la familia de
Misael. El señor decía: “Tengo tres días intentado montarme en el ferry (que
ahora es del gobierno) y ahora usted me pide plata”. Tenía los ojos aguados, lo
juro, mientras decía “Ya la mitad de las zanahorias se me pudrieron” y el
policía ni siquiera lo miraba. Ya tampoco hay carreteras para que un campesino
andino pueda vender su siembra por todo el país.
Voté por Chávez en 1998 porque sentí que los que hasta ese momento
habían gobernado seguirían haciendo las cosas igual. Voté por él porque era el
diferente. Pero ya el chavismo demostró que tenemos la misma desigualdad, los
mismos corruptos y, además, todo aquello que servía ha sido destruido.
Yo no voto por la MUD porque dejé de ser de izquierda. Votaré por la
MUD porque sigo siendo de izquierda. Y porque, además, sé que si voto por el
chavismo todo esto seguirá igual.
Por Sumito Estévez
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