El hombre amado
Un chamán siberiano pidió a Dios que le mostrase un hombre amado por Él. El Señor le aconsejó que buscara a cierto labrador.
-¿Qué haces para que el Señor te ame tanto? -preguntó el chamán al labrador cuando lo hubo encontrado.
-Digo Su nombre por la mañana. Trabajo todo el día entero, y digo Su nombre antes de dormir. Nada más que eso.
“Creo que me he equivocado de hombre,” pensó el chamán.
-¿Qué haces para que el Señor te ame tanto? -preguntó el chamán al labrador cuando lo hubo encontrado.
-Digo Su nombre por la mañana. Trabajo todo el día entero, y digo Su nombre antes de dormir. Nada más que eso.
“Creo que me he equivocado de hombre,” pensó el chamán.
Y en ese momento apareció el Señor, diciendo: “Llena un cuenco de leche, ve a la ciudad y vuelve, sin derramar una sola gota.”
El chamán obedeció. A la vuelta, el Señor quiso saber cuántas veces había pensado en Él.
-¿Cómo podía hacer eso? ¡Estaba preocupado por no derramar la leche!
-¿Cómo podía hacer eso? ¡Estaba preocupado por no derramar la leche!
-Un simple cuenco ha hecho que me olvides -dijo el Señor-. Y el labrador, que nunca deja de trabajar, piensa en mí dos veces al día.
Aprendimos algo? Creo que si...Allí esta el secreto de Paulo Coelho... Que difícil hacerlo parecer fácil...
Mis respetos al Autor y a los lectores!!!
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