2016/01/15

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Los agentes de la policía se las vieron muy duras para contener a la muchedumbre y cabe destacar que el jefe de la policía en su arenga explicaba al pueblo que se quedaran tranquilos pues... la función no había terminado y faltaban dos actores por presentarse...

Apareció en una esquina de la Plaza el piquete de policías acompañando al Alcalde que sería ajusticiado... Los gritos de ladrón, corrupto, sinvergüenza, acompañados de cuanta mala palabra pueda imaginarse atronaron en la Plaza... los familiares del alcalde no podían ni levantar los ojos del suelo pues la gente les gritaba y gesticulaba amedrentándolos... tal como decía la Ley, estaban allí todos sus familiares en primero y segundo grado... desde sus padres hasta sus nietos... sobre ellos se volcaba la furia de la gente de Riasol, allí estaban todos sus amigos, sus maestros, sus alumnos... todos...ahora les tocó a ellos recibir el escarnio del pueblo. Nadie, absolutamente, se atrevió a decir nada diferente... todo fue improperios y poco faltó para que les comenzaran a tirar objetos. La gente de su partido se fue, haciendo mutis silencioso y desapareciendo por vía rápida, el pueblo quería ir contra ellos. De nuevo el Jefe de Policía arengó buscando un poco de calma y recordando por segunda vez que faltaba otra ejecución.

Trajeron al Tío José y la gente, si se quiere, fue amistosa con el, aunque, de pronto, unas personas que todo el pueblo conocía como las que mas le debían favores y dinero prestado, comenzaron a embromarle y a dejar en el ambiente otros “guisos” donde supuestamente había intervenido, estas bromas revolvieron la gallera y comenzaron a caer objetos sobre quienes estaban cerca del reo. La Policía disparo al aire hasta que se logró un poco de tranquilidad pero, para ese momento, los familiares directos del Tío José ya habían recibido golpes y “amenazas”. En previsión de más desafueros, la ejecución se aceleró y se vio mas como comedia que como acto formal.

La dantesca escena del sábado de las primeras ejecuciones parecía que no terminaría nunca, los familiares directos de los ajusticiados parecían no aceptar que los dejasen colgados hasta el Lunes en la mañana y eso obligó a que el piquete de Policías permaneciese montando guardia noche y día, cuidando los cadáveres... aun así, el lunes en la madrugada aparecieron carteles sobre los cadáveres con toda clase de groserías y de mensajes para los grupos políticos, pidiéndoles cuenta por la vida de esos tres primeros ajusticiados... el lugar común era el de. “...Y ahora les toca a ustedes...” “...a cada cochino le llega su sábado...”

Los ediles, presos y condenados, escucharon todo cuanto pasó, pues estaban a la vuelta de la esquina; supieron que los de la capital, que tan mal se habían expresado de los “montunos”, se habían marchado del pueblo con tal apuro que se fueron sin pagar los alojamientos y comidas y que ya los hoteleros les estaban pasando la cuenta a los partidos políticos de cada uno, quienes a su vez, se hacían los desentendidos...

No tuvieron visitas ni el sábado, ni el domingo, ni el lunes, pues el Comandante de la Policía decidió que, dada la actitud de la gente, podía esperar tumultos a la puerta de la carcelita y como no había Alcalde ni Ediles en ejercicio, el era el mandamás del pueblo... nadie rechistó pues nadie quiso tener que responder por lo que pudiese producirse. Los Reos estaban en una terrible situación, nadie quería nada con ellos, ni sus familiares que, habiendo recibido los insultos de la turba, no se atrevían a buscar que los dejasen visitarlos.
Uno de ellos, de apellido Jilguero, comenzó a vociferar doliéndose de su situación, gritaba que no quería que sus hijas y sus nietos lo vieran en ese predicamento, pedía que los policías lo matasen de una buena vez y para lograr atraer la atención se daba de golpes contra las rejas del calabozo... a tal punto llegó, que los de guardia entraron y le ataron de manos y pies para evitar el suicidio... la escena se fue repitiendo y a medio día del lunes ya estaban todos los ediles encadenados a tira corta para evitar la debacle. Dejaron de tomar agua y no aceptaban alimentos. El Párroco del pueblo se acercó hasta la carcelita para hablarles y buscar que bajaran el sufrimiento de sus familiares pero su ruego resultó infructuoso pues no había argumentos para balancear la situación... estuvo con ellos, rezó en voz alta, les dio la Bendición, lloró con ellos, poco faltó para que pidiese que lo ejecutaran con ellos. Los reos lo despidieron con encargos de visitar a las familias una vez que todo terminase y uno de ellos le pidió que cuando tuviese oportunidad de hablar con los que le habían postulado y llevado a ser edil, bien conocidos de ambos, les recordase que los estaría esperando y que el sabia que eso no tardaría mucho porque, “lo demás”, pronto sería publico.
Comenzaron a gritar para que les escucharan desde fuera de la carcelita, anunciaban que todos se suicidarían, de la manera que fuese, pues no querían que sus familias pasaran por la tragedia que se había vivido ese fin de semana pasado. Uno de ellos metió los brazos entre las rejas y se dejó caer... logro partirse cubito y radio derechos...

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