2016/05/26

263668.- Impacto en el aire.-

Celebrando el Cumpleaños del General Regulo Anselmi.      FELICITACIONES
-------------------------------------------
"EL ZAMURO CASAMENTERO"
Corría la mitad de la década de los 80, ya los aviones F-16 tenían tres años en Venezuela y eran lo más moderno de la aviación en toda Latinoamérica. Todos los miembros del Grupo 16 nos sentíamos sumamente orgullosos de pertenecer a la más moderna unidad de caza al sur del río Grande y eso hacía que el pecho se nos llenara de orgullo por el solo hecho de pertenecer a esa magnífica unidad. En esa misma disposición se encontraban los oficiales especialistas, los suboficiales y los pilotos que habían sido seleccionados de los otros Grupos Aéreos para pasar a formar parte del GAC-16.
El entonces Teniente, Inocente Nicolaci, proveniente del Grupo Aéreo de Caza No. 12, había llegado a la unidad con su maleta llena de sueños y de esperanzas en convertirse en un avezado piloto del Viper y había puesto todo su empeño en la Escuela en Tierra del Avión obteniendo una magnifica calificación. Una vez finalizada la Escuela en Tierra, Nicolaci comenzó a volar sus misiones de entrenamiento, destacándose por su manera muy profesional de comportamiento, no solo en el vuelo, sino en todos los aspectos que involucran la vida operacional y administrativa en una unidad de combate.
Ya, casi en la parte final del entrenamiento en el aire, se procede a programársele una misión de vuelo de Tácticas Aire/Tierra con cuatro aviones, en donde el entonces Tcnel. Juan Antonio Paredes, quien era el Comandante de la Unidad, iba como líder, otro oficial ya clasificado en el avión, de quien lamentablemente no recuerdo su nombre, era el número dos de la formación, el número tres y líder de la segunda patrulla era el May. Jaime Padrón y mi persona iba como piloto instructor de número cuatro con el Tte. Nicolaci volando en la cabina delantera de un F-16B.
Todo se desarrollo sin novedades durante el briefing, el procedimiento en tierra se realizo de manera casi perfecta y procedimos a despegar para una navegación ALTO-BAJO-BAJO-BAJO-ALTO, en donde íbamos a atacar tres blancos diferentes, con tres patrones diferentes de ataques a objetivos ubicados en el llano venezolano.
La parte inicial del vuelo, una navegación en altura, volando una formación defensiva también se efectuó sin ningún tipo de novedades resaltantes, alguna que otra corrección para no permitir complacencia del piloto y hacerlo entrar en situación de alerta siempre que se adopta ese tipo de formaciones, Algunas observaciones de cómo buscar otros aviones, tanto mediante la utilización del radar y también de manera visual fueron dadas durante esta parte de la misión de manera de aprovechar al máximo todas las etapas del vuelo.
Nicolaci había estudiado su lección y estaba haciendo todo de manera excelente. El vuelo estaba desarrollándose casi que a la perfección. Comenzamos los chequeos para iniciar el segmento de navegación a baja altura y procedimos a descender hacia el punto inicial de la ruta a seguir para llegar al primer objetivo. Todo en orden. Nicolaci sabía lo que tenía que hacer y lo hacía muy bien.
Llegamos al punto inicial y comenzamos a volar los cuatros aviones en formación de ataque a una velocidad de 450 KTS y a baja altura de manera de no ser detectados por los radares ubicados en la ruta y poder lograr la sorpresa en ese primer ataque. Alcanzamos el punto de aceleración y aceleramos para obtener la velocidad de ataque y realizar los patrones de lanzamientos de bombas de acuerdo a lo establecido en el briefing. Vimos al líder levantar y sucesivamente observamos a los otros dos aviones que nos antecedían, aquí estaba explicándole a Inocente como vigilar las seis de los demás aviones y la propia, a la vez que utilizábamos el radar de abordo para chequear si existían aviones enemigos en el área del objetivo. Todo se desarrolló como se había explicado en las instrucciones de última hora. Vimos a los demás aviones saliendo de sus ataques y procedimos a realizar el nuestro. Eran unas instalaciones militares ubicadas dentro de un Fuerte, Nicolaci identificó el objetivo y maniobrando el avión logró colocarlo dentro de los parámetros de lanzamiento y esperó hasta el momento indicado para presionar el botón disparador para que salieran las ordenanzas. Todo muy bien. Lanzando las bombas, le dije que tenía que salir virando fuerte y hacia abajo de modo de ofrecer la mínima oportunidad de disparo a quienes intentaran dispararnos desde tierra y que debía salir utilizando de una vez el radar en modo de Dog fight, de manera de estar preparado para cualquier cosa una vez en el egreso del objetivo. Nicolaci así lo hizo. Bien! Todo bien!
Como éramos los últimos en realizar el ataque y el piloto se concentró en la parte final del mismo, para poder llegar a la posición de disparo dentro de los parámetros, y después en la salida se concentró en el manejo correcto de los switches, perdió de vista al resto de la formación que ya nos llevaba unos segundo de ventaja acelerando a full potencia hacia el sitio de reunión después del ataque.
Cuando salimos del ataque el me dijo: “no veo a los aviones”. Le pregunté: ¿Cuál es el sitio de rendevouz?, a lo que me contestó que era un puente de carretera sobre un caño a unas 10 millas de allí. Íbamos rasante con el acelerador a toda la potencia militar en un intento por poder ver a los demás aviones delante de nosotros. Al instante logramos escuchar por radio que los otros miembros de la formación estaban arribando al sitio de reunión. Le pregunté a Nicolaci: “¿Ves la fila de arboles verdes al lado de nosotros?”, a lo cual me respondió que sí. Le dije: síguela que por allí va el río.
Cuando Nicolaci viro el avión para seguir la línea de arboles, escuché un ruido muy parecido a cuando se destapa una lata de refrescos que ha sido batida. Inmediatamente la cabina se inundó de un gas blanco lechoso y pude observar como algo parecido a un enjambre de abejas diminutas se me abalanzaba y me llenaron todo el pecho. Las miré y eran pequeñísimas virutas de carne que se me habían pegado en la braga de vuelo a la altura del pecho. Pensé lo peor.
No escuché mas nada, y tomando el control del avión dije por el intercomunicador: “Yo lo tengo, Yo lo tengo, Yo lo tengo”. Le pregunte: ¿¡Que paso Nicolaci!? , pero no recibí respuesta. Seguí preguntándole repetidamente y nada que me respondía. Cuando tomé control del avión comencé a ascender y tratar de ver hacia los planos del avión para ver si había ocurrido algo anormal, y en vista de que el piloto no me respondía llame por radio al resto de la formación: “Formación Leopardo Páralo, Páralo, Páralo”, lo que les indicaba que ya se cancelaba todo ejercicio y estábamos en una situación que comprometía la seguridad de vuelo. Los demás integrantes respondieron con la llamada de “Páralo” y procedí a decirles mi ubicación y altura mientras ponía rumbo hacia la Base Libertador. Durante todo este trayecto continúe llamando a Nicolaci, pero, nada que recibía respuesta.
A los pocos instantes se me acercó por el lado derecho el avión que piloteaba el May. Jaime Padrón. Yo estaba volando manteniendo la velocidad por debajo de 300 KTS y mi intención era no sobrepasar los 10.000 pies de altura.
El May. Padrón me llamó por radio y me dijo: “El piloto de la cabina delantera tiene la cabeza echada hacia adelante y se le ve una gran mancha de sangre en el cuello”. ¡Oh, no!, pensé, le dije a Padrón que todos los instrumentos estaban dando indicaciones normales y que había movido los controles de vuelo y que, aparentemente, todo estaba funcionando normal. Dicho esto, Padrón me vuelve a llamar y me dice que la canopia está destrozada en toda la parte frontal y me pregunta si puedo ver bien hacia adelante. Afortunadamente, por el pedazo de canopia por el que se puede ver desde la cabina trasera, permitía mi visibilidad hacia el frente, de manera que podía aterrizar desde atrás sin ninguna complicación.
Alcanzamos los 10.000 pies de altura y seguimos volando con rumbo a Libertador, a todas estas, ya el líder se había comunicado con la torre y la había puesto en cuenta de la situación, de manera tal que estuviese desplegado el dispositivo de emergencia en el área del aeropuerto y yo seguía llamando a Nicolaci pero no recibía ninguna respuesta.
En realidad era un sentimiento de impotencia, ya que no podía hacer mas nada sino volar el avión y llamarlo por su nombre, con la esperanza de que en algún momento me respondiera.
Ya llegando a unas 25 millas de la Base, escucho un quejido, suave y sordo, pero quejido al fin, desde la cabina delantera. Nicolaci, Nicolaci, ¿como te sientes?, le pregunté. La respuesta eran sus quejidos, ahora más fuertes, pero no emitía palabras, solo quejidos pero que me hicieron sentir muy bien. Si se quejaba, estaba vivo. Había esperanza de que todo fuese solo un gran susto.
Padrón me preguntó si quería que me “amadrinara”, le dije que prefería que aterrizara el de primero porque no sabía que podía pasar y era mejor que el resto de los aviones estuviesen en tierra para que yo aterrizara de último.
Me dispuse a hacer una aproximación directa y disminuí la velocidad para que los otros tres aviones aterrizaran con tiempo suficiente. Mientras seguía llamando a Nicolaci, creo que nadie nunca antes lo había llamado tanto.
Aterrizamos y detuve el avión frente a la torre de control. Allí estaban los bomberos y personal del Grupo esperándonos. Procedí a apagar el avión lo más rápido posible y a Nicolaci lo sacaron los bomberos, trasladándolo al helicóptero de alerta, que procedió a llevárselo junto con el Medico hacia el Hospital Militar.
El Zamuro que nos golpeo se podía observar en la cinta de video del VTR del avión como una mosca en el cielo y de pronto se convirtió en un pájaro de mal agüero, impactando justo en el centro delantero de la canopia, destrozándola y atravesándola, a su paso arrancó de cuajo el HUD y este le dio a Nicolaci entre la máscara de oxigeno y el cuello, la máscara lo resguardo un poco del impacto evitando daños mayores. Gracias a Dios solo fue un gran susto que ahora podemos contar.
Como Corolario, en esos días Nicolaci se encontraba de noviazgo con su actual esposa, y el aun no pensaba en el matrimonio. Después del “zamurazo”, Inocente, le pidió matrimonio a su novia inmediatamente al salir del hospital.
Eso es lo que yo llamo: un “Zamuro Casamentero”.
Por: G/D (Av) Regulo Anselmi Espin. EAM 1975. Ex-Cmdte. Gral. de la FAV.
FuerzaAereaVenezolana FAV
Me gusta
Comentar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por su tiempo. Por favor, deje su email y le contestare en privado. Gracias