El presidente editor del diario El Nacional, Miguel
Henrique Otero, denunció este martes el ataque a la sede del
periódico, a lo que aseguró que se mantendrán firme y darán la cara
por el país “con valentía frente a los ataques de grupos afectos al gobierno
del presidente Nicolás Maduro”.
En un mensaje que habrían dejado los encapuchados, se
dirigieron de forma amenazante a Otero, bajo la firma de “Chama
pueblo en rebelión”. Y se presume, que la razón que habría causado la
molestia de estos grupos adeptos al Estado, habría sido el editorial publicado
por el diario el pasado lunes.Lea además:
Con excremento y bomba molotov dejan mensaje de amenaza a Miguel H. Otero http://bit.ly/2c571e5
El escrito titulado “De la caída al
resurgimiento”, expresa que Venezuela se encuentra en el peor momento,
y manifiesta que el Gobierno de Nicolás Maduro es “insostenible”, alegando que
han entrado en un “callejón sin salida”.
A continuación la transcripción del texto íntegro:
Venezuela ocupa hoy un lugar en las preocupaciones de
la inmensa mayoría del planeta. Expertos gubernamentales, académicos, analistas
del desenvolvimiento de la economía y la política, inversionistas, dirigentes
de organizaciones especializadas en los derechos humanos, altos dignatarios de
numerosas iglesias, parlamentarios de distintas ideologías, funcionarios de
organismos multilaterales, presidentes en ejercicio, así como centenares y
centenares de medios de comunicación, coinciden en esto: el régimen de Nicolás
Maduro es insostenible. Por sí mismo se ha adentrado en un callejón sin salida.
Para sorpresa de quienes confiaban en el deseo de
sobrevivencia, en el camino han desechado todas las posibles salidas a la
crisis. Y ha tomado el rumbo de lo irreversible. El régimen escogió ponerse de
espaldas al país. Ahora está arrinconado. Hablar de rechazo puede ser engañoso.
Más apropiado es usar la palabra repulsa. Desesperado, no tiene otro recurso
que refugiarse detrás de los militares. Su estrategia final es la de darle
poder a quien ya lo tiene. Repartir cargos e instituciones, impotentes para
resolver el hambre y la enfermedad. Maduro confía en que la represión lo
mantenga en el poder. Maduro confía en que los militares dispararán en contra
del pueblo desarmado que exige un cambio inmediato para Venezuela.
La semana pasada The Financial Times comparó
la situación venezolana con la caída del Muro de Berlín. Junto con el de
Rumanía, el de Alemania del Este era uno de los regímenes más represivos de lo
que se llamó la Cortina de Hierro, término creado por Goebbels. El Muro de
Berlín era, sin dudas, el lugar más simbólico de la frontera ideológica,
política, cultural y física que separaba a las naciones libres de Europa de las
que vivían oprimidas por los comunistas de la Unión Soviética. Hasta que la
noche del 9 de noviembre de 1989, con picos y palas, pero también con pequeñas
herramientas como destornilladores, martillos de uso casero, cuchillos de
cocina y piedras que recogieron en el camino, miles y miles de berlineses
rompieron el muro en varios puntos. El Muro de Berlín adquirió entonces su
verdadera apariencia: una ruina. Un desecho, símbolo de los sufrimientos de una
parte del pueblo alemán.
Es importante recordar esto: el Muro, construido de
forma súbita entre el 12 y el 13 de agosto de 1961, fue una operación militar.
Además de participar y vigilar su levantamiento, fueron sus protectores durante
los 28 años que mantuvo separadas a las dos partes del pueblo alemán. Llegaron
a este extremo: sembraron de minas las inmediaciones para evitar el deseo de
millones de saltar hacia la Alemania libre. Cuando la gente comenzó a salir de
sus casas, la noche del 9 de noviembre, los militares no se atrevieron a
disparar. Guardaron sus armas, algunos huyeron del lugar, otros prestaron su
apoyo a quienes demolían.
¿Qué pasó entonces con los miembros del Nationale
Volksarmee, el Ejército Popular Nacional? Ocurrió un proceso múltiple: una
parte pidió la baja y, en corto tiempo, dieron inicio a nuevas vidas, como
empleados o como pequeños empresarios del comercio, el turismo o la industria.
Otra parte fue incorporada a las fuerzas militares de la Alemania unificada. Un
porcentaje se estableció en otros países, lo que suscribe la tesis del gusto de
los alemanes por viajar y conocer el mundo. Una minoría fue juzgada por sus
delitos. Periodistas y estudiosos que han indagado en el tema, han descubierto
que en el pensamiento de la inmensa mayoría, el anhelo de libertades estuvo
siempre presente. En el fondo, sus expectativas estaban con la democracia.
Cuando ocurrió la demolición del Muro, no solo cayó un régimen, sino que surgió
a la luz un deseo que había permanecido oculto u oculto a medias, incluso entre
los miembros del Ejército Popular Nacional: una vida en libertad. Sin
represores ni reprimidos.
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