2007/04/01
Abejas
Llegó a mi casa de visita un enjambre de abejas de esas que llaman africanizadas, y tuvimos así la oportunidad de conocer muy de cerca la actividad que realizan las personas que se dedican a las abejas; y de la entretenida conversación que sostuvimos con nuestro viejo amigo Antonio quien, ataviado con su traje de astronauta, gustosamente fue a buscar ese enjambre para ponerlo a producir, quisiera referirles algunos de los muchísimos aspectos que a velocidad extraordinaria se colocaron en el tapete.
Ese día aprendimos que las abejas meleras son criaturas cuyos instintos han sido desarrollados desde tiempo inmemorial, al extremo que se dice que aparecieron en la tierra más o menos en las mismas fechas en que apareció el tiburón. Su estructuración social esta clara y rígidamente determinada, al igual que los roles que cada uno de los componentes del enjambre tiene que cumplir en función de su edad y sexo.(Sin machismos ni feminismos, solo trabajo de conjunto, como debe ser...)
Aprendimos que solo puede existir una reina en cada enjambre, como en la vida real de los humanos; que esta reina actúa tal como un microprocesador recibiendo información, procesando y actuando en consecuencia, compartiendo exactamente lo que se tiene y poniendo solo los huevos que pueden alimentarse con el alimento que esté disponible (a diferencia de los "humanos").
Que la solución a la rivalidad se consigue con la eventual desaparición de la nueva reina, quien se lleva por lo general la mayoría del enjambre (Nadie es indispensable) y sale a buscar nuevas fuentes de alojamiento y comida. Así que ni el viejo enjambre desaparece, ni el nuevo deja de tener oprtunidad de crecer y desarrollarse.
Aprendimos que a veces cuando aparecen por nuestras casas, no vienen necesariamente a crearnos problemas sino que, como en nuestro caso, solo les servimos de hotel eventual y que si no llegan a fabricar cera en el lugar donde se posen, no tendremos problema en que el sitio se convierta en llegadero usual para las próximas abejas.
Africanizadas o no, nuestras pequeñas y temidas invasoras fueron entrando durante el día en las cajas que Antonio solícitamente les puso a su disposición y, a golpe de 6 de la tarde, cuando el sol partía a su descanso nocturno, habiendo cesado toda su actividad exterior a su nuevo hábitat, con la mayor tranquilidad simplemente les cerró la salida principal de las cajas y colocó las cajas en su camioneta.
Así que, "muerto el perro, se acabo la rabia..."
Estos son datos que muchos conocen y que nos muestran a las claras que hasta en las más pequeñas organizaciones, esas a las que no tomamos en cuenta por sernos de eventual contacto, hasta en ellas, la organización manda y jamas en ellas aparecen los salvadores que, en alas de ilusiones trasnochadas, pretendan cambiar el enjambre socializado por alienigenas anarquizados.
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