San Sebastián. Ejecución.
Y llegó el gran día, último fin de semana de enero del 2008.
Previo, como todo operativo de excursión, envié un e-mail a la fundación San Sebastián para inscribirnos en el evento, inscribirnos por cuanto para mayor felicidad, mi hermanita Roxana acepto acompañarme; esta inscripción no pudo ser, me respondieron con rapidez que ya tenían demasiados inscritos y que me esperaban el año 2009.
Toma de decisiones inmediata…, caminaremos fuera del programa. Caminaremos con nuestras propias capacidades logísticas sin hacer uso de algo que estén entregando ellos. No como una malcriadez, sino como una muestra de nuestra buena voluntad. De acuerdo.
Previsiones para el traslado a Maracay desde Caracas, ella, y desde Mérida, yo. Acordamos reservar dos días de alojamiento en Maracay previendo dormir allí el viernes en la noche y dejarlo contratado para el sábado en la noche, por si fuésemos capaces de lograr el transporte desde Ocumare el mismo sábado. Mi hija Alicia nos hizo también una reservación en una Posada de Ocumare, por si no podíamos conseguir el transporte hacia Maracay esa tarde.
El viaje desde Mérida fue tranquilo, suave, disfrutando de ese magnifico autobús y del excelente asiento que me asignó la jovencita que me vendió los boletos. Película extraña, casi en blanco y negro, de un personaje muy “DURO DE MATAR IV”, en realidad me concentré en la actitud de los personajes, que no cejan en su empeño de lograr lo que se proponen… muy a propósito de lo que estamos ejecutando.
Amanece el 26, es un día fresco, despejado, ideal para una caminata de este tipo, el recepcionista de guardia nos llama a las 04:00 y ya a las 04:15 estamos en pie de guerra, listos para atacar el mundo y sus aledaños. Frente el Hotel, la Panadería, Arepera y Restaurante que está abierta las 24 horas nos guiñaba los ojos con su anuncio, invitándonos a degustar el cafecito que desde la noche anterior teníamos en el cerebro. Pero no pudo ser porque algunos amanecidos que allí se encontraban, enturbiaron el ambiente y no era cosa de ponerse a discutir con ellos a esas horas. Total que por suerte de los hados redescubrí esa madrugada la cafetería donde en mis tardes Maracayeras de mi juventud como jubilado departía con el Tocayo Marcos Araujo y los demás compañeros de las peñas Taurinas, en largas jornadas de cafecitos, sobre las habilidades de los toreros y las maravillas de cada uno de los pases que día a día discutíamos y razonábamos. Una voz amiga nos saluda y nos retrotrae hacia lo que fue nuestro trabajo en Maracay… añoranzas, personajes, sitios, situaciones… el mundo gira y somos siempre los mismos, parecemos personajes de Morris West esperando con optimismo el nuevo amanecer. Dos tacitas de café, botellitas de agua y… a volar.
En Taxi hasta El Limón, cerquita de la salida, ya se arremolinaban los caminantes al final de la calle, esperando la señal de arranque. Se nos dice que los que no estamos inscritos no podremos arrancar antes de las 08:00… crece el número de no inscritos esperando pero, en realidad no somos muchos, no pasamos de unos 200… Una atenta dama oteaba la salida supervisando las ocurrencias desde una bellísima camioneta y por un rato tuvo la gentileza de escuchar nuestra frustración por no poder arrancar de inmediato; sin embargo, a las 06:20 escuchamos en la radio y a los funcionarios que estaban en la salida que los no inscritos podíamos iniciar la caminata en ese momento. Le agradecimos a esa Gentil Dama Aragüeña sus atenciones y aspirando el suave aire matinal emprendimos la marcha llenos de gozo y optimismo. La hora de la verdad, la hora de utilizar la fuerza contenida de nuestro entrenamiento.
Comenzamos el ascenso hasta Rancho Grande, 11 kilómetros de anécdotas, treinta y tantos años viviendo en Maracay, subiendo a Rancho Grande, el deslave, la playa… recuerdos que ahora, después de tantos años, comparto con mi hermana. Ella, solidaria, con estudios de paramédico, acostumbrada a vivir esos temas, se prende en la conversación y aporta su visión de detalle de las cosas, florece la charla y, sin darnos cuenta, los kilómetros van pasando. Mi famosa teoría del jadeo se queda atrás pues ha sido tal nuestro entrenamiento para este día que no llegamos a sentirlo. Es un paseo matinal agradable donde el esfuerzo no hace mella en nosotros. No nos importa la velocidad que llevamos, a decir verdad ni siquiera pensamos en ese aspecto, los pasos se van sucediendo y el camino va quedando atrás, los temas se hilvanan en cadena sin fin y permiten que los años que hemos pasado alejados se minimicen y volvemos a sentirnos hermanos, queridos hermanos.
De pronto, nos damos cuenta que la pared de la montaña ya no está a nuestra derecha, señal inequívoca de que hemos comenzado a bajar. La aceleración es automática y comentamos que solo nos hemos detenido a tomar las fotos al lado de los anuncios que indican el sitio y la altitud y para sacar nuestras mandarinas y los cambures del desayuno. Apenas unos traguitos de agua para remojar nuestras bocas. Parece competencia de resistencia a la fatiga, pero en realidad es que el cuerpo no nos lo está pidiendo. Observamos a varios caminantes con calambres. Bromeamos sobre el acido láctico. De pronto vemos un caminante en el suelo y varias personas atendiéndole, paramédicos… una de las muchas motocicletas que supervisaban la marcha pasa a nuestro lado y el joven jinete habla por su radio indicando que es un infarto y que el medico recomienda el traslado inmediato del caminante hacia el Hospital Ambulatorio en la Ambulancia de cuidados intensivos… a los pocos segundos sube, desde el próximo puesto medico, la ambulancia y traslada al infortunado caminante en un ambiente de cuidados intensivos, excelente el apoyo y el procedimiento.
Los puestos de atención medica y de apoyo logístico, bien ubicados y excelentemente dotados, tanto en personal como en equipos y suministros… llamaba la atención la actitud de cuantos en ellos estaban colaborando… sonrisas, atención, cordialidad, solidaridad… durante todo el trayecto…
Finalmente, en el desvío hacia Cumboto, el detalle que habla de la planificación, salir del asfalto quemante del mediodía y caminar bajo la arboleda sobre la tierrita suave y fresca…es algo de agradecer no solo por los caminantes sino también por los vecinos de la ruta que año tras año recibirán la visita de esa enorme muchedumbre que hace la caminata y que algo dejarán a medida que se haga costumbre, tal como en el Camino de Santiago en España.
Llegamos a la meta cercana ya la media tarde, 15:15hrs. La Capilla llena de gente en reposo en medio de aquel calor. Dar las gracias al Santo. El pueblo agitado por la riada de gente, Ventas de comida en las aceras, las Cholitas para Roxana, buscar un taxi en medio de la multitud para irnos a Maracay o para buscar nuestra posada. Miles de personas con el mismo objetivo. Vence la cordura. Tomamos el taxi hacia la Posada. Sabia decisión. Agradable fue la recepción, una sabrosa y reparadora ducha; almuerzo sin el hervido de pezcado, sobremesa detallista y... listos para descansar hasta mañana. fin de la obra. Cae el telón.
Detalles: Baños en todas partes a lo largo del camino, cajas para depositar las basuras en todas partes, aunque las bolsitas plásticas del agua son difíciles de controlar pues su uso es prolongado en el tiempo. El Puente de las Patillas estará inmortalizado, de seguro, en innumerables fotos, tal vez pueda pensarse en una figura hecha con esas conchas, allí mismo en el sitio de uso. Son 7500 inscritos y como 2000 fuera de serie que están allí. No es lógico pensar que no se generen desechos, aunque se trate de caminantes. Podría tal vez hacerse la prueba entregándoles a cada uno una bolsita plástica para esos desechos, hacerlo aunque sea una vez y ver el resultado.
Sumar y multiplicar en lugar de reducir o igualar.
Estampar las manos puede ser una buena medida de control tanto de los inscritos como de los que hacen el trayecto caminando, permite entregar el material a quien tiene su derecho, por la inscripción, y que maravilla sería se pudiese utilizarse un código de barras para cada quien… se pasaría por los puntos de control y, automáticamente se llevaría el registro del paso de cada quien, para todos los efectos que se quiera.
Quejarse de la planificación y de la ejecución es una tontería, fue “EXCELENTE”. Hay que quitarse el sombrero para manejar, en un bloque, a casi 8000 personas de tan amplia gama de procedencias.
Claro que hay cosas que nos gustarían que fuesen diferentes, a nuestra manera, pero la vida es un cúmulo de situaciones a resolver y cada una de las soluciones generalmente compromete a las otras; entonces, un voto de aplauso a los organizadores y ofrecernos a colaborar “en algo” para futuras ocasiones es lo mínimo que podemos pensar en estos momentos.
Gracias al Todo Poderoso por darnos esta magnifica ocasión de disfrutar del mundo y de lo bueno que da la gente cuando tiene objetivos comunes.
Gracias a los organizadores y a los ejecutores.
Gracias a mi hermana ROXANA por permitirme compartir con ella esta singular experiencia.
Gracias a nuestra familia que nos apoya en estas actividades.
Gracias a quienes, en una u otra forma, nos han ayudado.
Y, al final, pero no lo último, gracias a la gente de la Posada Los Helechos, en El Playón, por todas sus atenciones, bonito el sitio y excelente la atención.
Y la gente de GUAMANCHI que estuvo en nuestros corazones en la practica y a quienes les transmito el saludo de LITO a quien encontramos a la entrada del pueblo de Ocumare y les envía saludos y cariños demostrados efusivamente hacia nosotros. Es la Ley de la vida, das y recibes mucho más de lo que das.
Gracias a todos, cada uno puso su parte y al final la historia es positiva. Gracias a Dios.
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