2012/04/09

Profanación y ventajismo

05:55 am 08-Abr de 2012|Editorial      El Nacional

La vorágine implantada por la revolución bolivariana ha propiciado un sentimiento de resignación que se expresa en la frase común de que "aquí no hay nada qué hacer"

La Semana Santa fue una demostración palmaria de lo que el Gobierno trama como su estrategia electoral. El barraje de los medios estatales de comunicación no dio tregua. Los canales oficiales, con Venezolana de Televisión a la cabeza, se esmeraron en negarles a los venezolanos el mínimo tiempo de reflexión y meditación, para dedicar el día y la noche a las campañas de difamación que no respetaron ni Jueves ni Viernes santos, ni a los dignatarios de la Iglesia ni a quienes no se rinden ante el culto bolivariano.
A los prelados católicos que en sus homilías llamaban a la paz, a la convivencia de la familia, y lo solicitaban del Gobierno ­como es lógico hacerlo­, los calificaron de conspiradores y de estar al servicio de la política.
Uno de estos canales llegó a proponer a un prelado como candidato a la quema de Judas. Esto fue lo más sencillo. Y a partir de ahí, no hubo personaje de la oposición o, simplemente, independiente que no cayera bajo el fuego blasfemo de los bien pagados agentes oficiales. El canal de "todos los venezolanos" tomó como figura central de sus agresiones al cardenal arzobispo de Caracas. La conclusión es obvia, si esto sucede con el jefe de la Iglesia Católica, ¿qué pueden esperar los demás venezolanos? No hubo tregua, no hubo el respeto mínimo que tradicionalmente nuestro pueblo ha disfrutado en otras épocas.
Esta violencia desorbitada e irresponsable, desatada desde los medios del Estado, constituye uno de los síntomas más perversos que envenenan al pueblo. Convertidos en paredones que ajustician moralmente a las personalidades más respetables de la sociedad, los medios oficiales son sembradores de odios. Tratan de aniquilar, destruir, corroer rompiendo la convivencia social y degradando los valores que caracterizan a nuestro país. El daño que estos medios masivos le causan a la nación es devastador y posiblemente irreversible. ¿Es ya demasiado tarde para reiterar estos planteamientos? Quizás sí.
La vorágine implantada por la revolución bolivariana ha propiciado un sentimiento de resignación que se expresa en la frase común de que "aquí no hay nada qué hacer", que el virus ha penetrado sin remedio.
El Gobierno bolivariano fue armando un aparato comunicacional poderoso que, por una parte, destruye, y por la otra, engaña con campañas de obras imaginarias y de las bondades del socialismo. Estamos a seis meses del 7 de octubre, y por estos signos podemos medir lo que nos espera, la guerra sin cuartel y sin moral.
El control de los medios oficiales ejercido por el Gobierno viola la Constitución y las leyes. Todos los agentes que los manipulan y utilizan son funcionarios públicos, pagados con los recursos que pertenecen a todos, con los impuestos que todos pagamos.
Pero están al servicio de una causa que divide, que degrada y que niega a los demás los mínimos derechos ciudadanos. Nunca es tarde para denunciar el vejamen a que está condenada la sociedad.

1 comentario:

  1. La verdad verdadera. Felicitaciones por este escrito. Se le saluda.

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