VenEconomía Opina, 28 de junio de 2012
Si en algo no ha engañado nunca Hugo Chávez es en sus preferencias para hermanarse con líderes proscritos del mundo, encabezados por Fidel y Raúl Castro, sus mentores incondicionales.
Lo evidenció en aquella famosa carta de marzo de 1999, donde mostró su afecto y cercanía con su muy “distinguido compatriota”, el terrorista internacional Ilich Ramírez Sánchez (alias Carlos El Chacal), preso en Francia por cargos de atentados criminales y asesinatos.
Se lo reitera al mundo entero en el 2000, cuando paseo por el desierto con el entonces gobernante de Irak, Saddam Husseim, a quien la comunidad internacional ya tenía aislado por genocida.
Lo confirma con su apoyo descarado a las FARC, ETA y cuanta organización criminal existe en el Globo.
Y lo ha corroborado a lo largo de estos casi 14 años, al aliarse política, comercial y económicamente con cuanto dictador esté enquistado en el mundo. Dos de ellos son Mahmud Ahmadineyad, de Irán, sancionado por la comunidad internacional por sus amenazantes proyectos nucleares,y Aleksandr Lukashenko, el último dictador de Europa, quien fue denunciado esta semana por la ONU por sus reiteradas violaciones a los derechos humanos en Bielorusia.
Ambos circularon por Caracas hace pocos días cumpliendo una agenda oculta, para luego anunciar la firma de convenios bilaterales con Venezuela de quién sabe qué oscuros y muy lucrativos proyectos.
Con esto Chávez sigue balanceándose en una cuerda floja entre una seudolegalidad y la barbarie, cargando sobre su humanidad acusaciones de diferente índole, entre otras: 1) Las revelaciones del diario español ABC de que Venezuela habría enviado a Irán un F-16 en agosto de 2006, con el que ese país ha estado haciendo pruebas para calibrar sus radares y familiarizarse con sus capacidades ante un posible ataque de Israel o de Estados Unidos, según reveló al diario una agencia de inteligencia no occidental. 2) Las informaciones del diario El Nuevo Herald, sobre la cesión que hiciera el Gobierno de Chávez al de Irán para operar un astillero (Astinave) en la Península de Paraguaná (estado Falcón), que supuestamente es un camuflaje para que Irán tenga un puerto privado en “el punto geográfico venezolano más cercano a Estados Unidos y al Canal de Panamá”. 3) Agravado todo ello con las denuncias del canciller de Israel, Avigdor Lieberman, de que existen cada día más señales de que el presidente Chávez ayuda al gobierno iraní a enfrentar las sanciones internacionales para que pueda seguir desarrollando el programa nuclear.
Por si todo esto fuera poco, el ahora candidato Chávez al optar a la Presidencia vitalicia parece dispuesto a traspasar la línea amarilla, cuando en una nefasta emulación a Hitler, proclama frente a un cuerpo militar “quien no es chavista, no es venezolano”. ¡Esto es una inaceptable exclusión a millones de venezolanos que desde el Referendo Revocatorio de 2004, legal y legítimamente le están ratificando que no aceptan su proyecto castro comunista!
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