Veneconomía, 17
de abril de 2013 Los polémicos resultados electorales del 14 de abril han
abierto la Caja de Pandora que apenas ya encubría la vocación dictatorial del
oficialismo y sus poderes públicos.
La no respuesta del Consejo Nacional Electoral (CNE) a la
solicitud del rector Vicente Díaz y del líder democrático Henrique Capriles de
auditar los resultados de la votación, ha impregnado de ingobernabilidad al
país.
Esto, unido a un discurso lleno de violencia de la élite
oficialista al mando, podría generar una escalada de violencia en Venezuela.
Una violencia que ya mostró sus garras (1) con la violenta y sangrienta
arremetida de las fuerzas públicas y los comandos del chavismo contra los
manifestantes pacíficos que reclaman su derecho a la auditoría en las calles
del país y (2) con las agresiones físicas a los parlamentarios de la unidad
democrática dentro del Hemiciclo de la Asamblea Nacional, permitidas por el
presidente del Parlamento.
Al silencio insensato del CNE ante el legítimo reclamo de
más de siete millones de venezolanos, se le sumó este martes el exabrupto y la
intemperancia del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, avalado
por sus pares oficialistas, de negarle el derecho de palabra a los
parlamentarios del bloque democrático “hasta que no reconozcan a Nicolás Maduro
como Presidente de la República”.
Se olvida Cabello y su combo que los parlamentarios son
la voz representativa de millones de venezolanos que por ellos votaron en
legítimos comicios concertados y aceptados por todas las partes. No tiene ni
Cabello ni ningún otro parlamentario, potestad alguna por muy presidente de la
Asamblea que sea, de callar la voz de un representante del pueblo, pues ello es
silenciar al mismo pueblo.
Paralelamente, mientras la crispación política se
acrecienta en Venezuela, el hervor de la crisis económica sigue en plena
ebullición. La confianza en el país se desmorona internacionalmente, como lo
refleja el hecho de que el “riesgo país ”aumentara de 32 puntos a 731 puntos
esta semana mientras que los precios del petróleo cayeron casi 20% en las
últimas tres semanas.
Maduro, ni como encargado ni como proclamado, parece
estar ocupándose de los ingentes problemas económicos, entre ellos, la sequía
de divisas para suplir al país de bienes y productos básicos; las reservas
internacionales en caída; la imposibilidad de seguir recurriendo a deuda
externa mientras que el Banco Central sigue activando la maquinita de hacer
dinero; la inflación al galope que ya acumula en tres meses 7,9%, previéndose
que para fines de 2013 supere por mucho el 16% previsto por el Gobierno, y que
muchos analistas estiman se ubicará entre 30% a 40%; y la extrema escasez de
alimentos y medicamentos, entre otros muchos flagelos.
Lo grave de esta ingente crisis política y económica que
acosa a los venezolanos es que puede terminar en una explosión social de
impredecible magnitud.
Esta grave realidad del país hace más valederas las
palabras de este martes de Henrique Capriles: “la lucha por las causas justas
no tienen fecha de vencimiento”.
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