Diario La Tribuna, Honduras Posted: 18 Apr 2013 11:04 PM
PDT
Por: Amílcar Santamaría*
El 14 de
abril el régimen de fuerza encabezado por el títere del extinto dictador Hugo
Chávez, consumó lo que numerosos expertos habían anunciado con antelación: Un
fraude masivo en el que se contabilizaron, entre otras insanias, los “votos” de
muchos venezolanos que habían muerto hace largo tiempo y que, en algunos falsos
documentos de identidad, aparecían como personas vivas con edades superiores a
los 120 años de edad.
La macabra votación de estos
cadáveres fue solo una parte del enorme fraude, que el régimen de fuerza
concibió y ejecutó, ante la evidencia de que el pueblo venezolano, harto ya de
tanta mentira, de tanto atropello, de tanta represión y de tanta pobreza,
estaba dispuesto a respaldar masivamente (como lo hizo) al candidato de la
oposición, Henrique Capriles, quien ganó en las urnas pero -muy parecido a como
les ha sucedido a varios políticos hondureños- perdió al hacerse el cómputo por
parte de una burocracia electoral controlada por el régimen.
La oposición, con gran
responsabilidad, evitó incendiar los ánimos de la ciudadanía y hasta llamó a la
cordura y la paz. Pero el pueblo, después de casi 15 años de dictadura, de
deterioro de la calidad de vida y de todo género de atrocidades, se indignó con
la ira de los justos y se produjeron los primeros incidentes de repudio
ciudadano que, cuando redactamos estas líneas, ya habían cobrado siete vidas
humanas y dejado casi 200 personas heridas.
Entre tanto, la Unión Europea
convocó a una reunión de urgencia para analizar lo que sucedió en la farsa electoral
y tomar decisiones acerca del futuro. Varios parlamentarios españoles, que
llegaron a Caracas como observadores, criticaron abiertamente la consumación
del fraude y aseguraron que el desgobierno venezolano había burlado la voluntad
popular.
Según se informó, la Unión
Europea tomaría una decisión (que no pudimos conocer al momento de redactar
este comentario), en el sentido de reconocer o no la validez del gobierno
encabezada por el señor Maduro, quien afirma que él habla con el espíritu de
Chávez “a través de un pajarito que se le aparece con regularidad”.
Obviamente, la comunidad
internacional está pendiente de lo que arrojen las indagaciones que se hacen en
todas las latitudes acerca de la honestidad del proceso electoral. No se
necesita ser un erudito para comprender que si los europeos rechazan al régimen
fraudulento, Estados Unidos hará lo mismo, e igual camino transitarán todos los
países democráticos, desde Japón hasta Canadá, pasando por Australia y la
República Checa.
Esta es la hora en que el
dictador-heredero está tratando de conseguir apoyo en el exterior, y clama por
ayuda a la mayoría de los países sudamericanos a quienes les ha prestado o
regalado enormes cantidades de petróleo. Posiblemente regímenes como el de
Ecuador, Bolivia, Argentina y Uruguay no dudan en respaldarlo. Brasil, aunque
le debe mucho dinero a Venezuela, tiene intereses económicos internacionales
más complejos, y su posición será, al menos en los días del inmediato futuro,
ambigua e impredecible.
Irán, gobernada por un hombre
que no disimula su vocación terrorista, también se solidarizara con el régimen
del fraude. Pero, en los días que corren, es mejor tener enemigos que “amigos”
como Irán que, junto con Corea del Norte, integra el club de las ovejas negras
en el mundo contemporáneo.
Con los datos disponibles, es
muy difícil saber si la dictadura socialista de Venezuela sobrevivirá a la
oposición cívica y al aislamiento internacional. Pero aún si eso ocurriera, es
obvio que el régimen no tendrá, ni lejanamente, la cuota de poder que ostentaba
Chávez.
En pocos años más (si
sobrevive) el gobierno estará debilitado, dividido y le será imposible
conservar la adhesión del ejército, que es la única fuerza realmente poderosa
en el país del sur. El precio del petróleo (que es su único ingreso) está
bajando. La crisis económica venezolana es pavorosa y, de hecho, el país
importa toda su comida, especialmente de Argentina y Colombia.
Si no muere en el corto plazo,
el régimen tendrá una vida relativamente corta, similar a la del dictador hoy
disfrazado de ave tropical. Y antes de que Maduro y secuaces se percaten, el
pueblo accederá al poder, instalará un gobierno democrático y regresará, paso a
paso, a la era de la paz y la civilización…
*Periodista y
profesor universitario.
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