2013/04/26

7953.- El IAEDEN

Expropiar el alma

 JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E. |  EL UNIVERSAL


26 de abril de 2013 12:00 AM
La violencia política se presenta históricamente según dos modelos: el totalitarismo y el terrorismo. En ambas formas de actuación el argumento que se ofrece a la sociedad civil es el miedo. Lo más frecuente es que el totalitarismo lo ejerzan los que detentan el poder, mientras que el terrorismo es practicado por los que pretenden acceder al poder. En el caso venezolano, totalitarismo y terrorismo son ejercidos por el mismo gobierno.
Esta forma de dominio a través de la violencia que usa el "ilegítimo", tiene dos características fundamentales. La primera es que se ejerce siempre de forma colectiva. Son los radicales revolucionarios los que conjugan el nosotros de la violencia. En este sentido, la violación de los derechos humanos es una constante y la indefensión total. El reciente ataque a varias de las organizaciones no gubernamentales que defienden los derechos humanos es parte de la estrategia totalitaria.
Para los grupos violentos revolucionarios aplica aquella descripción de Dostoievski en su obra Demonios: "Obediencia completa, impersonalidad completa... todos esclavos y en la esclavitud iguales". La ideología que trata de imperar desde el adoctrinamiento cubano, no permite pensar con libertad a los actores del régimen. La supresión tácita de la libertad religiosa que supone el pretender establecer una "religión oficial" es fundamento de la negación de los derechos civiles e individuales.
Una segunda característica de la violencia política es su pretendido carácter "purificador y redentor". La terrible frase del "ilegítimo" durante el discurso de toma de posesión sobre la necesidad de "desinfectar la sociedad de esos sentimientos que provocan la violencia", es una buena muestra del sentido que tiene la estrategia dictada por Castro. Es la pretendida "purificación", que en algún momento necesitan todas las revoluciones. El régimen ya comenzó a ensayar formas conocidas de criba; la reactivación de la "lista Tascón", el despido y chantaje de los empleados públicos y la exclusión de las misiones, son sólo algunas de ellas.
Que los dos modelos de violencia política coincidan en el Gobierno tiene muchas ventajas a la hora de reducir a la sociedad civil. Sin embargo, esta coincidencia tiene también sus desventajas. Podríamos señalar, por ejemplo: la dificultad que representa, inclusive en el corto plazo, mentir sistemáticamente y sin escrúpulo sobre las causas de la inseguridad personal. Para nadie es un secreto que muchas de las bandas armadas maduristas se dedican en su "tiempo libre" a actividades más lucrativas: robos, secuestros y extorsión, entre otras. La esquizofrenia gubernamental hace surgir muchas interrogantes, por ejemplo: ¿hasta cuándo es posible mantener un doble discurso sin que quede en evidencia la mentira?, ¿cómo lograr que los allegados al régimen no sean víctimas de la actuación de su propia red criminal?

El panorama de inestabilidad es evidente. Ya vivimos en la anarquía, y muy pronto la violencia social se puede convertir en insostenible. Sin embargo, eso no asegura la caída del régimen. Es necesario que el "ilegítimo" haga más evidente su incompetencia, y que la resistencia democrática vaya una jugada por delante. Durante estos 14 años el "proceso" ha demostrado que no está dispuesto ni a ceder ni a conceder nada por la vía del acuerdo y la concertación. Una supuesta llamada al diálogo, sin verdadera disposición para llegar a acuerdos, es un engaño. Un discurso vacío y traicionero.
Estar una jugada por delante lleva, entre otras cosas, a mantener las acciones de calle. El riesgo a ser acusados de violentos e intolerantes, no puede negar el legítimo derecho de los ciudadanos a manifestarse en la calle, pacíficamente pero con firmeza. Sin acción de calle, es muy poco probable que se reconozca el derecho que tenemos los venezolanos a que se cuenten los votos del pasado 14 de abril.
Otra forma de ir por delante del "ilegítimo", es buscar la unidad nacional y la concertación de todas las fuerzas democráticas. Nunca un líder opositor había tenido la oportunidad de ser el catalizador de la unidad para la resistencia. La sociedad civil y democrática espera que Capriles señale las formas en que debemos actuar unidos.
La ilegitimidad del actual mandatario no sólo es de gestión, sino también de origen. Su comportamiento antidemocrático no necesita pruebas: es evidente. Venezuela se encuentra en la miseria material más notable de los últimos años. Pero no pensemos que eso es suficiente para el castro-comunismo. Ellos saben que su permanencia sólo es posible si nos logran expropiar el alma.

Estos ingredientes de la Guerra Política esbozada en el documento, nos hacen recordar el contenido de nuestra tesis en el IAEDEN hace ya varios años... se veía venir el resultado, se notaba la formación de sus cuadros, las evidencias eran múltiples para quienes, sin los anteojos de las "lealtades políticas", nos dedicábamos a estudiar la puesta en escena. Siempre hemos tenido "sabios", recogedores de mendrugos de la política, ubicados en sitios donde su daño ha sido, es, y será, tremendo. Lastima que estos sabios sean tan hábiles que pueden vivir de las sobras de la mesa y sus facultades histrionicas los hacen agradables para el jolgorio de la comparsa. Nadie les pide cuentas, solo son una molestia en el zapato y a la larga desaparecen del mapa esfumándose  aunque claro, ellos esperan que se les recompense por su inveterada labor de zapa.

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