Federico Hernández Aguilar
Soneto para entender a un neurótico
Nota: Para la composición de este soneto
se utilizaron los más geniales argumentos
que el autor ha escuchado, a manera de exculpación
en los círculos literarios de El Salvador.
La vida en sociedad es un trapecio
que juzga a los que mal se contradicen:
'-Si soy como prefiero, me maldicen;
si soy como ellos quieren, me desprecio.'
Mentiras y verdades tienen precio
(un precio que suplica le revisen),
y al socio-torpe ritmo en que se dicen,
resulta de buen gusto ser tan necio.
Si podrirnos de absurdo es el esquema,
más vale dar su sitio al anatema
y hundirnos en la luz de una psicosis,
o en el limbo sublime del dislate
-gracioso y sepulcral escaparate-,
dar rienda a la bondad de una neurosis.
O sea que no solo somos nosotros los neuróticos...
la maldad impera en este mundo...
no solo el Venezolano está iracundo...
y solo no está en su gran espera...
Y el día vendrá
un día cualquiera...
y aunque el que espere desespere...
que la esperanza no pierda y que que allí quede...
Hay que aguantar por lo que se quiere...
el barro tiene fama de desvirtuarse...
desbaratarse y entre los dedos escurrirse...
alguien entender que debe irse...
y cuando aparezca, al fin, la transparencia
pocos quedaran para juzgar...
fuente ovejuna esperará hasta ese día.
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