Llorando Capriles
ARIADNA NAVARRO CAPRILES
| EL UNIVERSAL
miércoles 5 de junio de 2013 12:00 AM
Es difícil mantenerse estoico e inamovible ante
la destrucción y aniquilación de todo con lo que crecimos, de nuestras memorias,
de lo que nos hace quienes somos. Hoy nos encontramos llorando edificios,
ladrillo a ladrillo.
Cuando yo era chiquita, mi abuelo, que con sus
hermanos fundaron la Cadena Capriles, contaba cuentos de escapes milagrosos de
la policía secreta de Pérez Jiménez. Usaban los periódicos y revistas para
luchar contra la dictadura.
El cuento que más recuerdo (y estoy segura
que mi memoria lo ha tergiversado), es uno en donde escapó por un pasadizo
secreto debajo de su casa cuando llegó la policía política del gobierno
(dirigida por Pedro Estrada) y terminó en Colombia, en donde al llegar se enteró
que había caído el régimen. No sé cómo hacía mi pobre abuela para no morirse de
una ataque de nervios.
Yo, adolescente, recuerdo un viaje a Europa con mi
abuelo en donde fuimos a visitar a Pérez Jiménez y a Pedro Estrada como si
fueran viejos amigos. Mi abuelo no les guardó rencor. Algo que nunca entendí ya
que fue preso político varias veces.
Sin duda siento que mi espíritu
rebelde viene en gran parte de esa vena Capriles que no se puede inventar ni
copiar. La absoluta certeza de que la justicia debe triunfar contra la represión
y no hay miedo ni obstáculo que amedrente. Siempre he creído que nada es
imposible.
Hoy, ante la venta de la Cadena, no puedo más que bajar la
cabeza para ocultar mi tristeza ante la pérdida de lo que fue.
De
hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad
de otros. Y en el camino encontraron pequeños pedacitos de sí mismos y de lo
que significa ser venezolano.
Hoy, le dedico estas líneas a mi
abuelo.
ariadna@asylumco.com
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