Un enemigo del pueblo LOS DESCUBRIMIENTOS DEL DR. STOCKMANN, por Alfonso Molina
No es la primera vez que Un enemigo del pueblo se monta en Caracas y tengo entendido que no será la última. Esta pieza capital del noruego Henrik Ibsen —estrenada en Oslo en 1883— mantiene su universalidad y su vigencia de manera sorprendente, a partir de una idea medular muy inquietante que cuestiona uno de los fundamentos de la democracia: la mayoría siempre tienen la razón. En realidad, casi nunca. Allí reside el valor conceptual de una obra perenne y necesaria, que podemos apreciar cada fin de semana en la Sala Cabrujas de Cultura Chacao, gracias al trabajo de Grupo Teatral Emergente de Caracas.
En una ciudad cuyo balneario constituye su mayor fortaleza económica, el doctor Thomas Stockmann experimenta su primer descubrimiento: las aguas están contaminadas y amenazan la salud de sus ciudadanos y de los turistas. Como hombre de principios, advierte del peligro al alcalde —su propio hermano Pedro— y otras personalidades, incluido el editor de La Voz del Pueblo, diario local. A Stockmann le preocupa el bien común: la salud de la población. A las autoridades políticas y sociales también les preocupa el bien común: mantener el bienestar económico que representan los turistas que acudirán al balneario en verano. El médico parte de una verdad comprobada. Los representantes del poder sostienen una necesidad colectiva. Tal es el punto de partida de un debate que involucra la verdad, la libertad, el individuo, el poder y las masas. En la adaptación que hicieron Sebastián Torres y Jesús Delgado —con dirección de este último— se desnudan los intereses del poder y se replantean los mecanismos del ejercicio democrático. Este montaje fue concebido para mantener encendida la polémica sobre ciertos paradigmas institucionales severamente cuestionados a la luz de la historia.
A finales del siglo XIX Europa asistía al debate entre las ideas del socialismo y del liberalismo, entre el colectivismo y la iniciativa individual, entre la permanente presencia del Estado y la independencia de las libertades ciudadanas. En ese marco se desarrolla Un enemigo del pueblo, tanto en su texto original como en la adaptación que llevaron adelante Torres y Delgado. La trama define rápidamente dos bandos desequilibrados. El doctor Stockmann contra el resto de los poderes de la ciudad. Un individuo frente a la red de relaciones tejida entre autoridades políticas, intereses económicos y medios de comunicación. El respetable médico de la ciudad —buen ciudadano, buen esposo, buen padre— deviene en un enemigo del pueblo.
La puesta en escena de Delgado sintetiza los planteamientos de Ibsen y perfila la personalidad del doctor Stockmann de manera medular. No pretende sorprender al espectador con el desarrollo de la trama e inicia la función con el desenlace de la obra. Coloca a su personaje en el trance de una condena popular. Ya sabemos su resolución y ahora queremos conocer el proceso que dio tales resultados. El hombre que desencadena una situación de crisis por su postura honesta, el científico que se debe a la verdad comprobada, el ciudadano y padre de familia que cuida la salud de su comunidad se transforma en un solitario, un héroe maldito, un arador en el desierto. Su integridad conforma un referente ético que coloca al espectador en un dilema que se resuelve en pocos minutos.
Por una parte, Thomas Stockmann representa el valor de la libertad y la conciencia de un individuo frente a las conveniencias económicas y las necesidades políticas de los conductores de una sociedad determinada. Por la otra, su hermano Pedro Stockmann, frío y calculador alcalde, Hovstad, oportunista director de La Voz del Pueblo, y Aslaksen, acomodaticio empresario y propulsor de la “moderación”, simbolizan, por antonomasia, la mentira irresponsable y la manipulación de las masas. A estas alturas de la representación, al finalizar la escena de la asamblea popular donde es declarado un enemigo del pueblo, el doctor Stockmann realiza un nuevo hallazgo: la mayoría no tiene la razón. Entonces, ¿quién la tiene? ¿La minoría? ¿Cuál?
Este planteamiento estimula una discusión tanto en el plano teórico como en el histórico porque más que un asunto de cantidades —mayoría sobre minoría— significa un tema de calidades. El problema no reside en las instituciones —una alcaldía, un medio de comunicación, una organización empresarial— sino en quienes las conducen. Hay buenos y malos alcaldes como hay buenos y malos periodistas o buenos y malos ciudadanos. Se trata del dilema humano más que de las formas institucionales de la democracia. Nuestro país, sin ir muy lejos, ha vivido de manera muy expresiva ese dilema.
El tercer gran descubrimiento del doctor Stockmann se manifiesta cuando reconoce que el hombre más poderoso del mundo es aquel que está solo. La lucha del individuo frente a la masificación.
Hay dos elementos de producción que sobresalen en la puesta en escena: el vestuario de Joaquín Nandez y el maquillaje de Daniel García, factores que acentúan de manera especial el dramatismo de los personajes. Trabajan una oscuridad íntima y personal, poco apegados al realismo y más vinculados con el expresionismo y convierte a ese puñado de seres humanos en pugna en representaciones casi fantasmagóricas. A la proyección de esas atmósferas que se desplazan desde el hogar familiar a la persecución callejera, de la asamblea ciudadana a la soledad del acosado, contribuyen la música original de Nacho Huett, la iluminación de Gerónimo Reyes, la escenografía Elvis Chaveinte y la coreografía de Adriana Urdaneta y Jacques Broquet. Valores estéticos que se articulan eficientemente.
Una pieza como Un enemigo del pueblo exige un trabajo actoral completo e integrador. Antonio Delli descuella como Thomas Stockman, en una interpretación que atrapa la atención del espectador desde el principio. Sobre su trabajo recae el sostenimiento de la representación, con el respaldo interpretativo de Wilfredo Cisneros, Claudia Nieto, Jesús Hernández, Lidsay Castro, Jorge Dackar, y Carlos Clemares. Elenco compacto, sin fisuras, eficaz.
Creo que el Grupo Teatral Emergente de Caracas ha atinado nuevamente al montar una pieza clásica como Un enemigo del pueblo. Aún recuerdo su excelente montaje deEscándalos personales, sobre textos de Anton Chéjov. La verdad es que lo mejor de las cartelera se halla en salas alternativas, como la Cabrujas de Cultura Chacao.
UN ENEMIGO DEL PUEBLO (“En folkefiende”), de Henrik Ibsen. Grupo Teatral Emergente de Caracas. Dirección: Jesús Delgado. Adaptación y producción: Jesús Delgado y Sebastián Torres. Vestuario: Joaquín Nandez. Música original: Nacho Huett. Coreografías: Adriana Urdaneta y Jacques Broquet. Diseño de escenografía: Elvis Chaveinte. Iluminación: Gerónimo Reyes. Diseño de maquillaje de Daniel García. Elenco: Antonio Delli, Wilfredo Cisneros, Claudia Nieto, Jesús Hernández, Lidsay Castro, Jorge Dackar, Carlos Clemares, Mayra Dávila, María E Cedeño, Yeisi Guerra, Hernan Iturbe, Marcos Chocrón y Víctor Gimenez. Sala Cabrujas de Cultura Chacao, avenida Francisco de Miranda con 3a avenida de los Palos Grandes, C.C. El Parque, Nivel C-1. Viernes y sábados a las 8:00 p.m. y los domingos a las 6:00 p.m.
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