VENECONOMIA Opina
¿Cómo decir Feliz Navidad y Próspero 2015?
Al ser este Opina el último de 2014, el mensaje que debería enviar VenEconomía a sus lectores es el deseo de que tengan una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo.
Lamentablemente, la crítica situación del país impide que este mensaje se escriba fácil y suene creíble.
Para comenzar, cómo puede ser esta una Feliz Navidad para los millones de venezolanos que están sometidos a la angustia diaria de conseguir el alimento, la medicina o el insumo vital para la subsistencia de él y su familia. O para los miles que hoy han visto sus empresas desaparecer, o quienes ven la fuente de su trabajo irse por el desaguadero de las políticas de un gobierno depredador. O para los cientos que siguen esperando se cumpla la promesa de una vivienda digna.
Menos pueden ser receptivos a una exclamación de “Feliz Navidad” quienes hoy ven sus familias fracturadas o divididas, porque perdieron uno o varios de sus miembros en manos de la delincuencia que galopa impune; o porque alguno de ellos está preso, es perseguido o acosado por un sistema de administración de justicia al servicio de intereses políticos; o porque varios de estos han huido a un exilio obligado por la situación económica, política y social de Venezuela.
Esta época navideña encuentra a Venezuela constreñida en las redes de unas políticas de control persecutorio impuestas por Hugo Chávez, Nicolás Maduro y su corte de faraones.
Toda empresa, todo emprendedor, trabajador, sindicalista, estudiante, periodista, o ciudadano que no sea sumiso al gobierno puede ser sujeto de alguna de las “leyes” que dejaron de lado el derecho de “presunción de inocencia“, hasta que se demuestre lo contrario, para imponer el “es culpable” porque lo sentencia Maduro, o cualquier otro jerarca bolivariano, o de la isla caribeña.
No existe plaga económica que no esté consumiendo al país: Una inflación que terminará en más de 70%, la más alta de la región y una de las mayores del mundo. Una escasez que supera el 30% y que abarca desde alimentos y medicinas, hasta cualquier otro producto o insumo que esté bajo la égida de la nefasta Ley de Precios Justos, o que dependa su existencia de alguno de los sistemas cambiarios que restringen las divisas, o de alguna otra de las decenas de obligatorias permisologías, trámites o comisiones para operar en territorio nacional.
Unas reservas internacionales en niveles ínfimos, pues los ingentes ingresos petroleros de los últimos quince años se esfumaron en un gasto manirroto, comprando voluntades dentro y fuera del país. Un enorme déficit fiscal que termina en 2014 entre 17%-19% del PIB. Con los bonos de la República cayendo a 36 centavos de dólar. Y, como guinda de la torta, un precio del petróleo por debajo de los $60 por barril.
Y lo que se vislumbra para 2015 no luce mejor, sino todo lo contrario. Así, cómo desear Próspero Año Nuevo cuando las leyes castrantes seguirán vigentes, la producción nacional seguirá en picada, la inflación se proyectará a tres dígitos, la escasez pisará aún más el acelerador, el precio del petróleo seguirá bajo, las divisas serán un bien que se esfuma, la deuda pública será impagable, el Presupuesto apenas cubrirá el primer trimestre, y la recesión no se hará esperar.
Peor aún, con el anuncio de Maduro de que dejará lo político y social en manos de sus segundones, porque él se dedicará a enfrentar “la guerra económica”, se prevé mayor represión política, más conflictividad social y agravamiento de los problemas de salud, vivienda, educación y seguridad, como es usual cuando se le da mando a aprendices de dictadores.
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