Lidiane Leite, la alcaldesa fugitiva que trató de gobernar por Whatsapp
Leite se había ufanado de su fortuna en la red social Instagram y se la conocía como la “alcaldesa WhastApp”, ya que se dirigía a los miembros de su gabinete exclusivamente a través de esa red social
A mediados de 2015 la joven alcaldesa del municipio brasileño de Bom Jardim, en el noreste del país, se dio a la fuga tras ser acusada de desviar millones de fondos públicos.
Lidiane Leite se había ufanado de su fortuna en la red social Instagram y se la conocía como la “alcaldesa WhastApp”, ya que se dirigía a los miembros de su gabinete exclusivamente a través de esa red social.
Leite se convirtió en un emblema de la corrupción en Brasil.
Por años al pueblo de Turi do Augusto se le prometió que tendría una nueva escuela.
Este pequeño poblado del municipio de Bom Jardim, donde viven unas 60 familias, está en el corazón de una de las regiones más pobres de Brasil.
Jonas da Silva abre la irregular puerta de madera del edificio que hoy sirve como colegio del pueblo. El estado de la clase es calamitoso. El piso de tierra está lleno de agujeros, las paredes de barro se caen a pedazos y el bebedero está roto.
“Es como un lugar para criar cerdos”, dice Silva, encargado de la escuela.
En época escolar unos 50 niños estudian allí y en una comunidad tan pobre como esta, sin agua corriente, muchas familias dependen de la escuela para alimentar a sus hijos.
“Cuando Lidiane era alcaldesa nunca había comida en la escuela”, cuenta.
Fue, de hecho, la falta de viandas escolares en todo Bom Jardim –denunciada por padres- lo que dio pie a la investigación de la alcaldesa y su entorno.
Las autoridades vieron lo que Leite escribía en las redes sociales:
“Antes de ser alcaldesa era pobre. Tenía una camioneta Land Rover, ahora manejo un (Toyota) SW4”, puso en Instagram. “Quizás debería comprar un auto más lujoso ya que –gracias Dios- tengo el dinero para hacerlo”.
“Puedo comprar lo que quiera”, alardeó. “Voy a gastar dinero en lo que yo quiera y no me importa lo que diga de mí la gente”.
Las alarmas comenzaron a sonar. Ahora que analizaron durante meses las finanzas de esta pequeña localidad, los fiscales creen que la funcionaria se llevó unos US$4 millones de las arcas públicas.
¿Cómo pudo haber pasado algo así en una comunidad de 40.000 personas?
Lidiane Leite, de 25 años, vendía leche puerta a puerta. En 2012 a su novio, Beto Rocha (quien también está siendo investigado) se le prohibió presentarse como candidato a alcalde debido a la legislación de mano limpia de Brasil, que no permite postularse a quien ha sido acusado de corrupción.
Leite tomó el lugar de su pareja. Una vez en el cargo nombró a Rocha como secretario de asuntos políticos, y aparentemente fue él quien se ocupó del manejo diario de Bom Jardim.
Mientras tanto, Leite pasó la mayor parte de su tiempo en la capital del estado de Maranhao, Sao Luis, a cuatro horas en auto.
Allí bebió champaña en fiestas, fue al gimnasio y se dedicó a hacer compras.
Relató su estilo de vida en los medios sociales, pero como alcaldesa electa también se vio en la necesidad de hacerse cargo de asuntos administrativos.
Fue ahí que recurrió a WhatsApp, creando el grupo “Comando”, a través del cual se comunicó con sus secretarios en Bom Jardim.
Pero las autoridades federales empezaron a investigar la ausencia de fondos y cuando emitieron una orden para arrestar a Leite ella, al mejor estilo de una telenovela brasileña, se dio a la fuga.
Durante su tiempo como fugitiva siguió enviando WhatsApp a sus asesores, ordenándoles que no colaboraran con los investigadores e insistiendo en que ella seguía siendo la alcaldesa.
El fiscal del Estado, Fabio Santos de Oliviera sacude la cabeza y aún no lo puede creer... Más de diez personas bajo investigación, dinero faltante de todo el presupuesto pero en particular de las áreas de salud y educación.
“En un caso, contrató a empresas falsas para reconstruir tres escuelas en Bom Jardim, para quedarse con ese dinero”, relata.
Entre pilas de sobres con documentos saca una foto de un pequeño negocio con estantes llenos de aceite, azúcar y otros productos de consumo hogareño.
“¿Cómo pudo este negocio ganar un contrato de más de US$150.000 para reconstruir escuelas? Eso es lo que ocurrió aquí”.
Por ahora ni un céntimo del dinero ha sido devuelto.
“Bloqueamos las cuentas de banco de todos los acusados pero no hallamos dinero en ellas. Sin embargo hemos confiscado casas y autos”, cuenta.
39 días después de empezar a ser buscada Leite se entregó a las autoridades. Ahora vive en Sao Luis y debe usar una pulsera electrónica mientras es investigada.
Su abogado basa su defensa en que es joven e inexperta, e insiste en que es inocente. Por orden judicial tiene prohibido visitar Bom Jardim.
En ese pueblo la gente es reacia a hablar del caso. Instintivamente evitan los comentarios sobre los intereses políticos que han dominado Maranhao por generaciones.
Pero también se sienten avergonzados y enojados, y les cuesta entender cómo pudieron llegar a esto.
Lo que pasó aquí refleja un problema mucho más amplio en Brasil. A nivel nacional hay incredulidad ante el escándalo multimillonario que afecta a Petrobras, la petrolera estatal.
El llamado “Lava Jato” –u “Operación lavado de auto”- ya ha producido más de 100 arrestos, incluyendo a políticos de peso e industriales.
Los brasileños quedan boquiabiertos ante la enorme escala del escándalo, los fajos de billetes hallados bajo la ropa de un contrabandista de dinero, la cantidad de efectivo robado y usado para comprar arte y joyas.
Con una moneda frágil, que en 2015 perdió más de un tercio de su valor, una economía que se contrae y con la presidenta Dilma Rousseff bajo amenaza de juicio político, acusada de irregularidades presupuestarias, lo que ocurre en Petrobras solo exacerba la crisis nacional.
“Nuestras leyes son demasiado débiles para enfrentar esto”, dice Francisca Maria Mimora, una maestra de la escuela en Turi do Augusto.
“Nos han prometido una escuela nueva aquí en Turi pero nadie cree que se construirá. Y no es solo por lo que pasó con Lidiane. La corrupción ocurre aquí hace muchísimo tiempo, y nadie puede hacer nada al respecto”.
Cuando removieron de su puesto a Lidiane Leite la vicealcaldesa de Bom Jardim tomó el cargo.
“Es difícil mejorar nuestros edificios escolares y comprar alimentos para los niños por el déficit en el presupuesto”, dice Malrinete Gralhada.
“Pero estamos comprometidos con hacer algo bueno por los niños y con rescatar a Bom Jardim de un lugar oscuro”.
También asegura que la municipalidad comenzó el proceso para construir una nueva escuela en Turi do Augusto.
¿Por qué es que personas en puestos de poder como ella, no denunciaron lo que estaba ocurriendo?
“Yo era la vicealcaldesa de Lidiane pero se me prohibía asistir a las reuniones. El consejo era como una dictadura”, señala.
Las encuestas sugieren que a lo largo y ancho de Brasil hay muy poca confianza en los políticos. En cambio los fiscales se han tornado muy populares: todo el mundo quiere una selfie con Sergio Moro, el juez federal que lleva el caso de Petrobras.
Los manifestantes portan carteles con su figura recortada y en restaurantes recibe ovaciones espontáneas de los otros comensales.
En Bom Jardin, el fiscal estatal Fabio Santos de Oliviera está determinado a hacer justicia.
“La corrupción es un problema nacional, la peor enfermedad que tenemos en Brasil. Pero no creo que haya empeorado. Ahora es más visible porque hay más investigaciones, sabemos más sobre lo que pasa en el país”.
Leite espera que su caso llegue a juicio. Algunos la ven como una víctima, una joven mujer que tomó las decisiones equivocadas y se juntó con la gente incorrecta.
Otros creen que era lo suficientemente grande como para saber en qué se metía.
Sea como fuere, debido a su pésimamente pensada presencia mediática, Lidiane Leite se ha convertido en el desafortunado emblema de la corrupción en Brasil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su tiempo. Por favor, deje su email y le contestare en privado. Gracias